lunes, 10 de mayo de 2021

MES DE MAYO A LA VIRGEN MARÍA. Día 11

MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

DÍA 11

 

Por la señal …

 

ORACIÓN DEDICATORIA

¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,

cada día pondré guirnalda hermosa

en tus sienes divinas,

y me serán regalos las espinas,

Pues la que nace de ellas, pura rosa,

tantos alcanza en coronarte honores.

Tú en galardón; lo espero, Madre mía;

mi frente humilde ceñirás un día.

 

Canto

 

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra!  ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano!  ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor.  Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad.  Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.

 

MEDITACIÓN

DÍA ONCE

Del número de los réprobos.

 

Alma mía, baja la vista, mira las mazmorras del infierno, y ponte a contar el número de los condenados. Mira cuántos hay del tiempo anterior a la venida del Mesías. Aquél es Caín: de dos hermanos, uno se salvó y otro se condenó. Aquellos son de los que murieron en el diluvio universal: exceptuando una sola familia, es de temer que todos o casi todos se condenasen. Aquellos que allí ves son los habitantes de Sodoma y Gomorra: Mira además cuántos idólatras, egipcios, amalecitas, cananeos, asirios, fenicios, griegos y romanos. Mira cuántos hay también del pueblo escogido, que era entonces el pueblo hebreo.

También descubrirás otros innumerables del tiempo de Jesucristo. Los gentiles que no se convirtieron; los filósofos que se obstinaron; los judíos que le persiguieron; muchos que hablaron y trataron con el Salvador; muchos que fueron testigos oculares de sus milagros.

Allí está Pilatos, gobernador de la Judea; allí está Caifás, sumo sacerdote; Herodes, rey; Judas, discípulo del Señor, y un ladrón que tuvo la suerte de morir a su lado.

Cuenta, finalmente, las almas condenadas desde el tiempo de Jesucristo acá. Ve allí cuántos rebeldes al Evangelio, cuántos ciegos a los milagros, cuántos perseguidores de la Iglesia; los emperadores romanos de los tres primeros siglos; y muchos filósofos, oradores y poetas que tanto ruido hicieron en el mundo. Mira también cuántos católicos hay, sin embargo, de que tuvieron fe, sintieron inspiraciones, oyeron la palabra de Dios y recibieron los Sacramentos. Mira cuántos príncipes y señores; tampoco faltan sacerdotes, religiosos y Obispos. Y aún ahora, ¡cuántas almas están cayendo en aquellos abismos!

Acaso dirás: «Pues si todos los pecadores se han de condenar, ¿quién ha de ir al cielo?» ¡Ah, los que se han condenado son innumerables! Pero Dios, ¿qué pierde por eso? ¿Qué daño recibe el cielo? ¡Ay, alma mía, sigue a los buenos, aunque sean pocos, y te salvarás!

 

EJEMPLO

El ejemplo siguiente muestra bien cuánto vale la devoción a la Virgen. En el año de 1714 estudiaban en Flandes dos jóvenes entregados a la disolución. habían gastado un día entero en diversiones y comilonas, y por remate fueron a pasar la noche en una casa de prostitución. el 1 de ellos, a deshora ya, se volvió a descansar a la suya; pero el otro se quedó saciando su apetito y bebiendo hasta las heces el veneno del cáliz de Babilonia. vuelto el primero a su casa, se acordó que no había rezado un Ave María que tenía de costumbre; quiso hacerlo, y aunque sintió gran repugnancia, al final la rezó de muy mala gana y casi dormido. Se acostó, y como estaba tan cansado, se durmió al instante; pero no se había pasado mucho tiempo cuando oyen unos golpes muy fuertes en la puerta de su dormitorio, se despierta y, sin abrirla, ves delante de sí a su infeliz compañero, horroroso y desfigurado. lleno de terror y admirado de que hubiese podido entrar estando la puerta cerrada, dio una voz diciendo: «¿qué es esto?» y el desdichado contestó: «has de saber que, por justo juicio de Dios, debíamos tú y yo caer esta noche en el infierno; pero la Virgen, a quien rezaste aquella Ave Maria, te ha librado a ti de la muerte; yo estoy ya condenado. En tal calle (nombrándola) está mi cuerpo herido por el demonio» Y en prueba de la verdad le descubrió el seno, que arrojaba llamas y le despedazaban horribles serpientes. Acabó de hablar y desapareció. Se levanta el otro al punto, y empieza a llorar amargamente. En esto oye tocar a Maitines en el convento de San Francisco, y no dudando que esta fuese la voz de Dios que le llamaba, corre sin tardanza, se echa a los pies de los Padres, y les pide el santo hábito con las mayores instancias, contando lo que le había pasado, No le dieron crédito al principio; pero se cercioraron de la verdad yendo algunos a la calle que les decía, donde encontraron el cadáver del infeliz compañero enteramente desfigurado. Entonces le admitieron, y él empezó en la religión una vida penitente y del todo nueva, mostrándose toda su vida, muy agradecido a la piadosísima Virgen María, por cuya intercesión había recibido aquel especialísimo beneficio.

 

OBSEQUIO

Determina la devoción u obsequio que has de hacer diariamente toda tu vida en honra de la Virgen, firmando de tu mano una solemne promesa de cumplirla con fidelidad, a fin de que te libre del infierno.

 

JACULATORIA

¡Oh, Madre mía! Gracias te doy porque me has librado del infierno.

 

PARA FINALIZAR

3 avemarías

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.