sábado, 22 de mayo de 2021

MES DE MAYO A LA VIRGEN MARÍA. Día 23

MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

DÍA 23

 

Por la señal …

 

ORACIÓN DEDICATORIA

¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,

cada día pondré guirnalda hermosa

en tus sienes divinas,

y me serán regalos las espinas,

Pues la que nace de ellas, pura rosa,

tantos alcanza en coronarte honores.

Tú en galardón; lo espero, Madre mía;

mi frente humilde ceñirás un día.

 

Canto

 

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra!  ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano!  ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor.  Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad.  Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.

 

MEDITACIÓN

DÍA VEINTITRÉS

De las inspiraciones divinas.

 

Dios te llama con sus inspiraciones de mil maneras, ora con fuertes impulsos y claros conocimientos de las verdades eternas; ahora por medio de los consejos de un amigo o los avisos de un confesor prudente; ya con calamidades públicas; ya por la voz de los predicadores evangélicos; ya por la lectura de los libros espirituales. Un pecador convertido parece que te está clamando: Muda de vida. Una muerte repentina: Confiésate. La continua inquietud que sientes: Deja ese vicio. Y acaso, si has experimentado alguna vez un poco de la dulzura de la virtud, habrás exclamado: ¡oh! ¡Qué dulce es servir al Señor!

Dios hace bastante con llamarnos; a nosotros nos toca obedecer su voz. el espíritu del señor es verdaderamente luz que alumbra, Rocío que fecundiza, médico que sana; pero sólo da salud al que la quiere, sólo fecundiza los corazones que se abren para recibir el rocío, sólo ilumina las almas que no cierran voluntariamente los ojos para ver al sol de justicia. La gracia solicita y pretende salvar, pero no salva a quien la resiste; intenta hacernos santos, pero no por fuerza. Según esto, ¿qué diremos de aquellos que huyen del predicador, del confesor o del buen libro porque los reprenden o compungen?  Esto no sólo es desobedecer, sino rebelarse contra el Espíritu Santo.        Dios nos llama: ¡ay de nosotros si no correspondemos a su llamamiento! Apenas percibió San Mateo la vocación de Jesucristo se levantó a seguirle, y de publicano le hicieron Apóstol.  San Pedro, con una sola mirada de su querido Maestro, prorrumpió en lágrimas amargas, se movió a penitencia, y fue gran santo. Pero Judas, ni a los avisos, ni a los remordimientos, ni a los favores, ni a los regalos se ablandó; ¿y cuál fue su suerte? Morir desastradamente y condenarse. La primera inspiración que rechazaste, o la que sientes ahora mismo, puede ser la última gracia especial que tenga Dios determinado darte. Si te llama a que abraces un estado y no contestas al instante que sí, quizá se disguste y no te llame más. ¿Cuál será el resultado? Que elegirás, no el que Dios quiera, sino el que te dicte tu capricho.

 

EJEMPLO

¡Dichoso el que responde al punto al llamamiento divino! Bien lo experimentó en Bolonia un congregante de la Virgen María. Fue un a mañana a buscar al prefecto de la congregación, y le declaró los vivos deseos que sentía de arreglar su conducta, suplicándole que le ayudase con sus consejos, porque «¿quién sabe Padre, añadió, si he de morir de repente?» La expresión y lágrimas con que acompañaba estas palabras eran indicio cierto de la eficacia de su voluntad. Dióle el sacerdote saludables documentos, y entre otros el de que se confesase, a lo menos; los días festivos. Resolvió hacerlo todo y emprendió con gran ánimo su nueva vida. No se habían pasado dos meses cuando, vuelto un día a su casa de un hospital donde había estado sirviendo a los enfermos y de distribuir una gruesa limosna entre los pobres peregrinos, fue a entrar en una sala después de haber comido, y al poner el pie en la puerta se desmaya, se sienta y, pronunciando los nombres de Jesús y María, expira en el acto.        

 

OBSEQUIO

Si estuvieses ahora para morir, ¿qué cosa te daría más pena? La que sea corrígela al instante, implorando el favor de la Santísima Virgen.

 

JACULATORIA

Enséñame, Señora, cómo tengo de hacer tu voluntad.

 

 

PARA FINALIZAR

3 avemarías

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.