jueves, 13 de mayo de 2021

MES DE MAYO A LA VIRGEN MARÍA. Día 14

MES DE MARÍA O MES DE MAYO CONSAGRADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

SEGÚN SE HACÍA EN LA IGLESIA DEL COLEGIO IMPERIAL DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS

 

DÍA 14

 

Por la señal …

 

ORACIÓN DEDICATORIA

¡Oh, dulce Virgen! De purpúreas flores,

cada día pondré guirnalda hermosa

en tus sienes divinas,

y me serán regalos las espinas,

Pues la que nace de ellas, pura rosa,

tantos alcanza en coronarte honores.

Tú en galardón; lo espero, Madre mía;

mi frente humilde ceñirás un día.

 

Canto

 

ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra!  ¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡Oh Lirio de los valles, Azucena sin mancha, Flor sin espinas, Rosa Mística! ¡Oh Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano!  ¡Oh Flor de todas las virtudes y Árbol de todas las gracias, cuyo Dulcísimo fruto es Nuestro Señor Jesucristo! Siempre te amamos, siempre te invocamos, pero especialmente en este mes de las flores que dedicamos a tu Amor.  Haz que en nuestras almas florezcan todas las virtudes y fructifique Nuestro Señor Jesucristo, en gracia y santidad.  Y pues eres fuente sellada y pura, no permitas que se sequen jamás en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto del Amor a Jesucristo, tu Hijo. Amén.

 

MEDITACIÓN

DÍA CATORCE

Sobre los respetos humanos.

 

Quisieras convertirte, y no lo haces. ¿Quién te lo impide? Un respeto humano. Si no frecuento más aquella casa, dirán que el confesor me lo ha prohibido: Si dejo aquellas malas compañías, creerán que voy a un desierto: Si ya no uso aquellos equívocos obscenos, dirán que tengo poco talento.  Si guardo modestia en la vista, si no asisto a los saraos, si no voy a paseos ocasionados; se refrán de mí y dirán que soy escrupuloso. ¿Conque has de ir al infierno por un respeto humano? ¡Qué gran locura!

Quisieras ser bueno, y nunca llegas a resolverte; ¿quién te lo estorba? Un respeto humano. Si dejo enteramente la conversación, los malos amigos, las reuniones peligrosas y los espectáculos profanos, dirán que me he vuelto un salvaje. Si no visto con todo lujo y elegancia, no harán caso de mí. Si me ven frecuentar los hospitales, la iglesia, el jubileo y los sacramentos, me dirán hipócrita. ¿Y no conoces que por tan vanas aprensiones pierdes el ser buen cristiano en esta vida, y feliz en la otra? ¡Qué indiscreción tan grande!

Pues si te avergüenzas del Crucificado, Él se avergonzará de ti. Lo tiene dicho: El que de Mí se avergonzare y de mi doctrina, sepa que también se avergonzará de él el Hijo de la Virgen[1]. «Señor, Señor, le dirás en el día del juicio, ¿no me conocéis?  Soy cristiano» «No te conozco, dirá Jesucristo. Te avergonzaste de llevar mi divisa, de oír de rodillas una misa, de inclinar la cabeza al oír pronunciar mi santo Nombre, de persignarte con devoción, ¿y ahora dices que eres cristiano? Vete con tus compañeros escandalosos, modestos, libertinos; tú serviste al mundo y al demonio: ellos te conocen, yo no te conozco».

 

EJEMPLO

Entre todos los respetos humanos, el más perjudicial es el que nos detiene para no descubrir a los médicos espirituales las llagas de nuestra alma. Bien lo experimentó un hombre en Alemania, pues habiendo caído en un pecado grandísimo, era tanta después la vergüenza que tenía de confesarle, que no se atrevía de ninguna manera. eran Entretanto cruelísimos los remordimientos de su conciencia, sin poder sufrir la angustia que le causaba, estando ya desesperado y resuelto a echarse en un río. Efectivamente, y vaya a ejecutarlo, pero al llegar a la orilla se detuvo por divina misericordia. se volvió a su casa llorando tristemente y pidiendo a Dios que le perdonase sus pecados de plenitudine potestatis, como él decía, y sin necesidad de confesar los. de allí fue a visitar varios santuarios; más todo en balde, porque en parte ninguna hallaba paz ni consuelo. Dios quería que fuese por intercesión de su Santísima Madre. Una noche en que, agobiado de la tristeza, se había quedado dormido, siente que le tocan en la espalda, diciéndole: Anda a confesarte. Sin detención salta de la cama y se dirige al colegio que tenía la Compañía de Jesús en la ciudad de Warasdin (Esclavonia), resuelto a efectuarlo luego que llegase; pero hallándose ya en la puerta le asaltó de nuevo la vergüenza y volvió atrás. Dejó pasar algunos meses hasta que, recibiendo una noche otro aviso, sale segunda vez aún más determinado, y segunda vez le vence la vergüenza. En esta situación se decide a morir primero que decir sus pecados al confesor; pero la gracia le solicitaba fuertemente, de manera que todo el día estuvo luchando consigo mismo. Por último, habiendo ya obscurecido y yendo hacia su casa, entró de paso en una iglesia, donde se veneraba una devota imagen de nuestra Señora, a quien de rodillas pidió el remedio de su necesidad; y la piadosísima Madre, que es refugio de pecadores y consoladora de afligidos, no quiso abandonar al infeliz en aquel peligro ni dejar sin premio el corto obsequio que le hacía, pues le alcanzó; por fin, de su Santísimo Hijo completa victoria. Al punto sintió su corazón enteramente trocado; se levanta, busca un confesor, y con abundantes lágrimas le descubre su conciencia, refiriéndole todos los pecados de su vida. Recibió la absolución, y con ella, ¡cosa maravillosa!, tanta paz en sµ alma y tan extraordinaria alegría, que aseguraba no la tendría mayor si hubiera ganado todo el oro del mundo.

 

OBSEQUIO

Siempre que encuentres alguna imagen de la Virgen, hazle reverencia y rézale un Avemaría, venciéndote generosamente si tienes reparo en que te vean.

 

JACULATORIA

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores.

 

 

PARA FINALIZAR

3 avemarías

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vos. Madre de Dios, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.


[1] Luc., 9, 26.