jueves, 3 de marzo de 2016

¿HAY QUE CREERSE LA DOCTRINA SOCIAL? Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 79-80)


¿HAY QUE CREERSE LA DOCTRINA SOCIAL?
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 79-80)
La doctrina social es de la Iglesia porque ella la elabora, la difunde y la enseña, y a toda ella la compromete: a los obispos, a los sacerdotes, a los consagrados y a los fieles de todos los lugares y de todos los tiempos. La doctrina social de la Iglesia no es un apéndice para aquellos que tienen una “sensibilidad” particular hacia las causas sociales, sino que es enseñanza moral de la Iglesia para la vida social del hombre y del cristiano en particular.
Ser católico implica no sólo aceptar un conjunto de verdades dogmáticas referidas a Dios y a las realidades sobrenaturales y espirituales, sino también aceptar la enseñanza y la doctrina moral que la Iglesia nos propone en la esfera de lo individual pero también en lo social.
La doctrina social es propuesta a los fieles por aquellos que en la Iglesia están investidos de autoridad para enseñar  -“munus docendi”: en primer lugar, el Papa como maestro universal de toda la Iglesia, y, en segundo lugar, los obispos en comunión con el Papa ya en Concilio ya dispersos por el orbe católico.
¿Qué autoridad tienen la doctrina social? Citamos literalmente el compendio: “En cuanto parte de la enseñanza moral de la Iglesia, la doctrina social reviste la misma dignidad y tiene la misma autoridad de tal enseñanza. Es Magisterio auténtico, que exige la aceptación y adhesión de los fieles. El peso doctrinal de las diversas enseñanzas y el asenso que requieren depende de su naturaleza, de su grado de independencia respecto a elementos contingentes y variables, y de la frecuencia con la cual son invocados.”
Esto quiere decir que los principios generales y fundantes de la doctrina social son materia de fe que permanecen siempre pues brotan del Evangelio. En cambio, los juicios, valoraciones o referencias a realidades cambiantes de los tiempos y de las sociedades son variables.
Pidamos la gracia de tener esta sensibilidad que todo cristiano ha de tener hacia la causa social, “Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha”. Is 58, 8