DIÁLOGO CON LA FILOSOFÍA Y LAS CIENCIAS HUMANAS
Reflexión diaria del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 72-75)
La revelación es la fuente primera de la que brota la
reflexión social de la Iglesia, pero está se ve enriquecida también por el
aporte de la razón, mediante las diferentes ciencias humanas, principalmente la
filosofía.
Recordemos aquello que decía los padres apologistas
con respeto a que Dios se había servido de la filosofía para preparar la
revelación entre los pueblos paganos.
La filosofía es
un instrumento idóneo e indispensable para una correcta comprensión
de los conceptos básicos de la doctrina social —como la persona, la
sociedad, la libertad, la conciencia, la ética, el derecho, la justicia, el
bien común, la solidaridad, la subsidiaridad, el Estado. Además, toda filosofía
verdadera abre al hombre a la búsqueda de la verdad y a darle su asentimiento,
poniendo de manifiesto que el Evangelio no va en contra de lo que el ser humano
es en su naturaleza.
Tristemente, hemos de constatar, la crisis de la filosofía actual, pues vivimos en el siglo del pensamiento débil, o quizás en “el-siglo-que-no-quiere-pensar.”
Tristemente, hemos de constatar, la crisis de la filosofía actual, pues vivimos en el siglo del pensamiento débil, o quizás en “el-siglo-que-no-quiere-pensar.”
La filosofía y las otras ciencias humanas y sociales proporcionan
a la doctrina social de la Iglesia competencia, concreción y actualidad, para comprender
de forma más precisa al hombre en la sociedad, hablar a los hombres de su
tiempo de modo más convincente y cumplir más eficazmente su tarea de encarnar,
en la conciencia y en la sensibilidad social de nuestro tiempo, la Palabra de
Dios y la fe.
Este diálogo, la Iglesia, cree que debe ser recíproco,
aunque actualmente todo el ámbito científico en su mayoría sea escéptico y
hostil a cualquier aportación cristiana, pues se ve la fe como enemiga del
hombre.
En nuestra
tarea de evangelización, creo que podemos aprovechar la multitud de ocasiones
que la misma ciencia y tecnología nos aportan para llevar a las almas a Dios.
El alma apostólica tiene un ingenio casi infinito para descubrir e inventar
formas de dar a conocer a Jesucristo. Pidamos para nosotros también esa gracia.