miércoles, 2 de marzo de 2016

DIÁLOGO CON LA FILOSOFÍA Y LAS CIENCIAS HUMANAS Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 72-75)

DIÁLOGO CON LA FILOSOFÍA Y LAS CIENCIAS HUMANAS
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 72-75)
La revelación es la fuente primera de la que brota la reflexión social de la Iglesia, pero está se ve enriquecida también por el aporte de la razón, mediante las diferentes ciencias humanas, principalmente la filosofía.
Recordemos aquello que decía los padres apologistas con respeto a que Dios se había servido de la filosofía para preparar la revelación entre los pueblos paganos.
La filosofía es un instrumento idóneo e indispensable para una correcta comprensión de los conceptos básicos de la doctrina social —como la persona, la sociedad, la libertad, la conciencia, la ética, el derecho, la justicia, el bien común, la solidaridad, la subsidiaridad, el Estado. Además, toda filosofía verdadera abre al hombre a la búsqueda de la verdad y a darle su asentimiento, poniendo de manifiesto que el Evangelio no va en contra de lo que el ser humano es en su naturaleza.
Tristemente, hemos de constatar, la crisis de la filosofía actual, pues vivimos en el siglo del pensamiento débil, o quizás en “el-siglo-que-no-quiere-pensar.”
La filosofía y las otras ciencias humanas y sociales proporcionan a la doctrina social de la Iglesia competencia, concreción y actualidad, para comprender de forma más precisa al hombre en la sociedad, hablar a los hombres de su tiempo de modo más convincente y cumplir más eficazmente su tarea de encarnar, en la conciencia y en la sensibilidad social de nuestro tiempo, la Palabra de Dios y la fe.
Este diálogo, la Iglesia, cree que debe ser recíproco, aunque actualmente todo el ámbito científico en su mayoría sea escéptico y hostil a cualquier aportación cristiana, pues se ve la fe como enemiga del hombre.
En nuestra tarea de evangelización, creo que podemos aprovechar la multitud de ocasiones que la misma ciencia y tecnología nos aportan para llevar a las almas a Dios. El alma apostólica tiene un ingenio casi infinito para descubrir e inventar formas de dar a conocer a Jesucristo. Pidamos para nosotros también esa gracia.