SALVAR
ALMAS
De aquí también gané la grandísima pena que me causan las
muchas almas que se condenan (especialmente de los luteranos, que por el
bautismo ya eran miembros de la
Iglesia ), y los ímpetus grandes de salvar almas que, me parece
con toda seguridad que, por librar una sola de tan gravísimos tormentos,
sufriría yo muchas muertes de buena gana. Y esto también me hace desear que en
este asunto tan trascendental hagamos todo cuanto podamos de nuestra parte; no
dejemos nada por hacer y quiera el Señor ser servido de darnos gracia para ello
(V 32, 6-7).