martes, 22 de noviembre de 2022

DÍA 23. DEL JUICIO PARTICULAR

DÍA 23. DEL JUICIO PARTICULAR

 

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ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

Ejercicio de Preparación para una buena muerte extractado de los textos de San Alfonso María de Ligorio

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, hagamos un acto de contrición, reconociéndonos pecadores:

 

Señor mío Jesucristo,

Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío.

Por ser Vos quien sois, Bondad infinita,

y porque os amo sobre todas las cosas,

a mí me pesa de todo corazón haberos ofendido.

También me pesa porque podáis castigarme

con las penas del infierno.

Ayudado de vuestra divina gracia

propongo firmemente nunca más pecar,

confesarme y cumplir la penitencia

que me fuera impuesta. Amén

 

*

MEDITACIÓN DIARIA ASIGNADA A CADA DÍA

 

DÍA 23

DEL JUICIO PARTICULAR

 

Porque es necesario que todos nosotros seamos manifestados ante el tribunal de Cristo. 2 Cor 5, 10

 

Consideremos la presentación del reo: acusación, examen y sentencia de este juicio. Primeramente, en cuanto a la presentación del alma ante el Juez, dicen comúnmente los teólogos que el juicio particular se verifica en el mismo instante en que el hombre expira, y que en el propio lugar donde el alma se separa del cuerpo es juzgada por nuestro Señor Jesucristo, el cual no delegará su poder, sino que por Sí mismo vendrá a juzgar esta causa. «Vendrá con amor para los buenos—dice San Agustín—, y con terror para los malos».

Considera la acusación: «Comenzó el juicio y los libros fueron abiertos» (Dn 7, 10). Dos serán estos libros: el Evangelio y la conciencia. En aquél se leerá lo que el reo debió hacer; en ésta, lo que hizo. En el peso de la divina Justicia no entrarán las riquezas, dignidades y nobleza de los hombres, sino sus obras, no más.

Los pecados—dice San Bernardo— clamarán diciendo: «Tú nos hiciste, tus obras somos y no te abandonaremos». Serán también acusadores los ángeles custodios, como dice Orígenes (Hom 66), y «darán testimonio de los años en que procuraron la salvación del pecador, aunque éste despreció todas las inspiraciones y avisos». Acusadoras, por último, serán, como escribe San Juan Crisóstomo (Hom in Matth.), las llagas del Señor: «Los clavos se quejarán de ti; las cicatrices contra ti hablarán; la cruz de Cristo clamará en contra tuya».

Después se hará el examen. Dios presentará ante el reo los ejemplos de los Santos, todas las luces e inspiraciones que le dio, todos los años de vida que le concedió para que practicase el bien. Hasta de las miradas tendrás que dar cuenta, exclama San Anselmo.

Y, finalmente, refiriéndose a las acciones del reo, dirá el Juez Supremo (Pr., 31, 31): «Dadle el fruto de sus manos»; es decir, pagadle según sus obras.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡Oh, Jesús mío! Vuestro nombre me consuela y reanima, recordándome que fuisteis mi Salvador y que moristeis por redimirme. A vuestras plantas me humillo y reconozco que soy reo de tantos infiernos cuantas veces os ofendí con pecados mortales. No merezco perdón, ¡pero Vos habéis muerto para perdonarme! Perdóname ¡oh, Jesús!, ahora, antes que vengas a juzgarme. Imploro y la espero vuestra clemencia.

¡Oh, Señor!, si ahora tuviese que presentarme a vuestro Tribunal, ¿qué cuenta daría de mi vida? Esperadme, Dios mío, un poco más, no me juzguéis aún. ¿Qué sería de mí si en este momento me juzgaseis? Aguardad, Señor, y ya que habéis usado conmigo de tanta clemencia, sed todavía tan misericordioso que me deis gran dolor de mis pecados.

¡Oh, María Abogada y Madre de misericordia! Alcanzadme gran dolor de mis culpas, el perdón de ellas y la perseverancia en el divino amor. Os amo, y en Vos confío.

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PARA FINALIZAR CADA DÍA

 

Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.

Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

Jesús, José y María, descanse en vos el alma mía.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

También pueden utilizarse SÚPLICAS FINALES A JESÚS CRUCIFICADO  PARA OBTENER LA GRACIA DE UNA BUENA MUERTE http://misagregorianatoledo.blogspot.com/2022/10/suplicas-jesus-crucificado-para-obtener.html?m=1