La Palabra de Dios revela también inevitablemente la posibilidad dramática
por parte de la libertad del hombre de sustraerse a este diálogo de alianza con
Dios, para el que hemos sido creados. La Sagrada Escritura nos muestra que el
pecado del hombre es esencialmente desobediencia y «no escuchar».
Precisamente la obediencia radical de Jesús hasta la muerte de cruz (cf. Flp
2,8) desenmascara totalmente este pecado. Con su obediencia, se realiza la
Nueva Alianza entre Dios y el hombre, y se nos da la posibilidad de la
reconciliación.
Cfr. Verbum Domini 26