sábado, 13 de julio de 2024

ES CURADA LA MUJER DEL FLUJO DE SANGRE. DOMINGO VIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

 


ES CURADA LA MUJER DEL FLUJO DE SANGRE.

DOMINGO VIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

                           

MEDITACIONES

PARA EL TIEMPO

DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO

SACADA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

Y DISTRIBUIDA EN MATERIA DE MEDITACIÓN

PARA TODOS LOS DÍAS” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

DOMINGO VIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.

ES CURADA LA MUJER DEL FLUJO DE SANGRE.

 

1.- Una mujer que había doce años que padecía flujo de sangre, y había gastado todo cuanto tenia y nada le había aprovechado (1). El estado calamitoso en que está un enfermo, enciende el deseo de otro más feliz; estima la salud cuando carece de ella; gasta cuanto tiene para recobrarla; y gastaría más si más tuviese. ¡Cuánto mejor es la salud del alma! Esta es la que debes apreciar. Si la tienes, procura no perderla. En esto has de emplear todas las facultades de tu alma, tu entendimiento, tu voluntad, tu memoria. Si no la tienes, aviva el deseo de ella. Pero no basta el deseo solo. Emplea en esto todo cuanto tienes y vales.

2.- Habiendo oído Jesús, vino metiéndose por detrás entre la mucha gente y toca su vestidura (2), con humildad, reverencia y viva fe de recobrar la salud. Así se ha de ir a la Eucaristía; ni te impida la turba de tus malos afectos: apártala para llegar. Pregunta el Señor: ¿Quién me ha tocado? No para saber el que nada ignoraba, más para que se muestre la fe de la mujer; y otros sean iluminados, y la misma mujer se adelante de la fe a otras virtudes. Aprende a aprovechar de continuo y así satisfacer en esto al deseo de Cristo.

3.- La mujer, pues, temiendo y temblando (3), ser re­ prendida, por tocar inmunda a la limpieza misma; ¡Y tú no temes, inmundo y sucio con tantas pasiones, no sólo tocar la orla de su vestido, mas introducir en ti la Divinidad toda! Llegóse, echóse a sus pies y le descubrió la verdad toda de su enfermedad delante de todo el pueblo, humilde y confundida. Repara el progreso que hizo de la fe a la confesión de sus defectos y pública confusión. Tú no has llegado a esto. Mas Él la dijo: Confía, hija. Al punto que se humilla, es llamada hija. Digna es esta gloria de que la compres a costa de la humildad. Tu fe te hizo sana. Si caes, es cierto que por falta de fe caes. Acostumbrarte al ejercicio de la fe actual y frecuente, en especial acerca de Dios y sus atributos.

 

(1) Marc., 5. (2) Ibid. (3) Marc., 5.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Os doy gracias, Dios mío, por los buenos pensamientos, afectos y propósitos que me habéis inspirado en este rato de oración…

Todo os lo ofrezco a vuestra mayor honra y gloria… y os pido gracia eficaz para ponerlos por obra…

¡Oh Padre Eterno! Por Jesús, por María, por José y Teresa de Jesús dadme gracia ahora y siempre para cumplir en todas las cosas vuestra santísima voluntad. Amen."

 

Padrenuestro, Avemaría y Gloria

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros. 

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