XIX DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
COMENTARIO AL EVANGELIO
Dom Gueranger
LAS BODAS DEL HIJO DE DIOS
Lo expuesto en los últimos Domingos nos manifiesta a la Iglesia solícita únicamente de preparar al género humano a las bodas admirables cuya celebración es el fin exclusivo por el que el Verbo de Dios vino a este mundo. En su destierro ya largo la Esposa del Hijo de Dios se nos presenta como el modelo vivo de sus hijos. Ella no ha cesado un momento de disponerlos con sus instrucciones a entender el gran misterio de la unión divina. Hace tres semanas[5], tratando el tema único de su solicitud de Madre y de Esposa de modo más directo que lo había hecho hasta entonces, les recordaba el llamamiento inefable de que habían sido objeto por parte de Dios. Ocho días después[6], gracias a ella, el Esposo de las bodas a las que se los convidaba, se les manifestó a ellos en el Hombre-Dios, objeto del doble precepto del amor en que se resume toda la ley. Hoy la enseñanza es completa. En el Oficio de la noche, en que San Gregorio nos expone todo su pensamiento, la Iglesia fija esa enseñanza: con la doble autoridad de un gran Doctor y de un gran Papa y también en nombre de la Iglesia, el Santo explica el Evangelio de esta manera:
COMENTARIO DE SAN GREGORIO
"El reino de los cielos es la asamblea de los justos. El Señor dice, en efecto, por un profeta: El cielo es mi trono[7]; y a su vez dice Salomón: El alma del justo es el trono de la Sabiduría[8], mientras San Pablo llama a Cristo; Sabiduría de Dios[9]. Si, pues, el cielo es el trono de Dios, si la Sabiduría es Dios, si el alma del justo es trono de la Sabiduría, debemos concluir con evidencia en que el alma del justo es un cielo... El reino de los cielos es, por tanto, con razón, la asamblea de los justos... Si este reino se dice semejante a un rey que celebra las bodas de su hijo, vuestra caridad comprende al momento quién es este Rey, padre de un hijo Rey como El, a saber, aquel de quien se dice en el salmo: ¡Oh Dios, da al Rey tu juicio, y tu justicia al hijo del Rey[10]! Dios Padre celebró las bodas de Dios, Hijo suyo, al unirle a la naturaleza humana, al querer que el que era Dios antes de los siglos, se hiciese hombre al fin de los siglos. Pero tenemos que evitar el peligro de dar a entender que pueda existir dualidad de personas en nuestro Dios y Salvador Jesucristo... Por eso puede ser más claro y a la vez más seguro decir que el Padre celebró las bodas del Rey su Hijo, uniéndole por el misterio de la Encarnación a la santa Iglesia. El seno de la Virgen Madre fue la cámara nupcial de este Esposo, de quien el salmista dice[11]: Puso en el sol su tabernáculo: es el Esposo que sale de su cámara nupcial"[12].
No obstante su calidad de Esposa del Hijo de Dios, la Iglesia está sujeta en este mundo a las tribulaciones. Los enemigos del Esposo, al no poder atacar ahora directamente al Señor, dirigen su furia contra ella.