martes, 10 de octubre de 2023

DÍA 11. LA AGONÍA DE GETSEMANÍ. ORABA SIN DESFALLECER

DÍA 11. LA AGONÍA DE GETSEMANÍ.

ORABA SIN DESFALLECER

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA UNDÉCIMO

Y PUESTO EN AGONÍA, ORABA SIN DESFALLECER (Lc 22, 45)

 

PUNTO 1º- Apenas había terminado Jesús su última cena con sus discípulos y viendo que se acercaba el momento terrible de su dolorosa Pasión, se levantó de la mesa y salió del Cenáculo, encaminándose al Huerto de las Olivas, donde acostumbraba a hacer oración. No quiere Jesús, que en momento tan solemne le falte el apoyo de esta sagrada áncora, pues, aunque como Dios que era, no necesitaba de este auxilio, sin embargo, era conveniente para sostener las fuerzas de su Humanidad santísima. Además, con esto nos daba a nosotros ejemplo, para que le imitásemos acudiendo a la oración cuando nos vemos rodeados de grandes tribulaciones. Mas ¿lo practicas tú así, alma mía, cuando te hayas afligida y atribulada? ¿Te acuerdas de acudir a Dios para que te quite la tribulación si conviene, o te dé paciencia y resignación para llevarla? Lejos de eso, con frecuencia te desesperas o buscas sólo consuelos humanos, que en muchas ocasiones sólo sirven para hacerte más desgraciada. No; no hagas eso jamás; imita a Jesús, acudiendo pronto a la oración y pidiendo a Dios espíritu de mortificación y sacrificio. 

 

PUNTO 2º- Lo segundo que debes considerar aquí, alma mía, es el consejo que Jesús, una vez ya en el Huerto de las Olivas, dio a sus tres amados discípulos, antes de apartarse de ellos para orar. Orad-les dice Jesús- para que no entréis en tentación. Y esto mismo les ordenó luego, cuando volviendo hacia ellos después de haber orado largo rato, los encontró dormidos. ¿Por qué dormís? -les dice Jesús increpándolos al ver que no habían hecho caso de su saludable indicación; -levantaos y orad para que no entréis en tentación. Era ciertamente el único medio para salir sin falta en aquellos momentos de prueba. Tal vez, si en lugar de dormir, hubieran estado en oración, no se hallaran luego tan débiles, huyendo los unos y dejándole otro solo ante los jueces y negándole a pesar de haberle visto obrar tantos milagros. Mira no te suceda a ti también esto, alma mía, por no acudir  con tiempo a la oración, que es la principal arma contra los tres enemigos, mundo, demonio y carne. Si quieres vencerlos y evitar por este medio el pecado, que es siempre en cierto modo una negación de Dios, ora bien sea mental o vocalmente y no ceses jamás en este ejercicio provechoso. 

 

PUNTO 3º- Lo tercero que hay que considerar aquí, es el modo que Jesús emplea para hacer oración. Se aparta de toda compañía humana y busca sólo la presencia de Dios. Hasta deja retirados a alguna distancia a aquellos tres discípulos amados, que le habían seguido. Es, pues, necesario, alma mía, que si quieres hacer bien la oración y que Dios hable a tu inteligencia y escuche tus ruegos, te apartes del bullicio de la gente y te recojas sola con Dios. Para esto no es necesario estar materialmente solos, como sucede cuando estamos con los demás reunidos en el templo; antes esta oración puede ser más acepta a Dios. Si no que es necesario que apartemos de nuestra mente cuando oramos, todas las cosas que nos distraigan: Porque si no lo hacemos, aun hallándonos solos estaremos en medio del mundo y Dios no nos escuchará. 

 

ORACIÓN A JESÚS

EN EL HUERTO DE LAS OLIVAS

¡Dulce Jesús de mi alma y único consuelo de mis dolores, con cuánta angustia te considero en el Huerto haciendo oración para darme a mí ejemplo de esta importantísima virtud! Lo que me extraña, Jesús mío, es que siendo tú Dios inmenso te sometas a todos estos rigores por mi amor y mi sal acción. No fuiste ciertamente a ese lugar a distraerte, sino a afligirte soberanamente con la memoria de tu dolorosísima Pasión. Yo, sin embargo, miro este ejercicio, aun cuando más necesitado me hallo, como una cosa pesada y enojosa y de aquí, Dios mío, el que me halle siempre tan débil para resistir a las tentaciones. Concédeme, pues, Jesús mío, por los méritos de tu Santísima Madre, que nunca ocasiones y principalmente en el tiempo de la tentación, para que, venciéndola siempre con tu ayuda, logre alabarte algún día en el cielo. Amén. 

 

Obsequio a María: Decir entre día la siguiente jaculatoria, dándose un golpe de pecho, si estamos solos: Señor, pequé, tened misericordia de mí

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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