DÍA 16. LA CORONACIÓN DE ESPINAS.
COLOCAN EN SU CABEZA UNA CORONA DE ESPINAS
w Para comenzar todos los días
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)
ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén.
w Meditación para cada día y oración final.
DÍA DÉCIMOSEXTO.
COLOCAN EN SU CABEZA UNA CORONA DE ESPINAS QUE TEJIERON. (Mc 15, 17)
PUNTO 1º- En la meditación precedente hemos considerado, alma mía, el dolor material que Jesús sufrió con la corona de espinas. Consideremos ahora lo que sufriría su alma con una burla tan sangrienta y deshonrosa. Jesús había dicho algunas veces que Él era rey, aunque su reino no estaba en este mundo. Ante el mismo Pilatos confirmó esta verdad, cuando le preguntó: ¿Tú eres rey de los judíos? Y Jesús le respondió: Tú lo has dicho. Pues; bien los sayones instigados por la multitud y por los fariseos, determinan para burlarse de Él ponerle como Rey de burla. Con este fin le visten un viejo manto de púrpura; ponen en sus manos atadas una vil caña por cetro, y colocan sobre su cabeza aquella cruel e ignominiosa corona. Y después de esto lo saludan diciendo: Dios te salve rey ele los judíos. ¿Puede mayor afrenta ni injuria? Porque con esto, indirectamente venían a tratarle de impostor, de ambicioso, de necio, de usurpador de la regia potestad y de otra multitud de vicios que de todos estos se siguen. Sin embargo, Jesús calla, mostrándote con la mayor mansedumbre ante tanta afrenta, para enseñarte a ti a sufrir con resignación por su amor las ofensas de tus prójimos; porque de otra manera, ni tendrás tu conciencia tranquila, ni podrás salvar tu alma.
PUNTO 2º- Debes también, alma mía, considerar que el sufrir Jesús tan grandes desprecios tenía en El mucho más valor, siendo como era verdadero rey de la gloria. Mucho se podría alabar a un príncipe de la tierra, si por amor a sus súbditos sufría tan grandes deshonras. Pero ¿qué es esto al fin, si lo comparamos con lo que Jesús padecía, siendo rey de cielos y tierra? Sólo la paciencia infinita de Dios y el infinito amor que nos tiene pudo conducirle hasta este extremo. Por esto nadie puede quejarse en adelante de las flaquezas de sus prójimos después que Jesús sufrió tanto por nosotros quiso Él ir delante en este escabroso y áspero camino para que no desfallecieran luego los que desean seguirle a su gloria. No te suceda a ti esto, pues, alma mía, porque en este caso ¿de qué te servirá la sangre que Jesús derramó por ti y todos sus tormentos y dolores?
PUNTO 3ª- Los soldados y la plebe al ver la mansedumbre de Jesús en medio de estos tormentos, lejos de compadecerse de Él, más osados se hacían, pareciéndoles que sus delitos eran la causa de estar de este modo en silencio. No podían ellos comprender, tan apegados como tenían sus corazones a los placeres, que esta paciencia fuera un rasgo sublime de virtud infinita. Por esto, alma mía, debes de aquí deducir dos cosas. Primera, que no porque triunfes de tu contrario en cualquier altercado o contienda, tienes ya de tu parte la justicia; muchas veces, y esto sucede por desgracia con frecuencia, queda oprimido el inocente, aunque el mundo te dé a ti la razón. Segundo, que, en todos los casos, el dejarse vencer, aun teniendo la razón, supone una virtud muy grande que no es por desgracia frecuente. Pon, pues, siempre delante de tus ojos la justicia, para que por lo menos evites en estos casos el pecado.
ORACIÓN A JESÚS
TENIDO POR REY DE BURLA
¡Soberano Señor de los cielos, hecho por mi amor el más despreciable entre los hombres, cómo podré yo reparar las ofensas que recibes de tus enemigos, con esa púrpura de escarnio, con esa vil caña en la mano, con esa corona de espinas, y puesto, en fin, como rey de burla! Todos los actos que yo pudiera realizar en desagravio son nada, para compensarte de tantos tormentos. Pero ¡ay de mí, Jesús mío! que lejos de eso, yo te atormento de nuevo con los pecados que estoy cometiendo cada día. ¿Dónde se ha visto tan grande ingratitud? Aunque hubiese perdido todos los sentimientos de piedad, por instinto debiera moverme a compasión. Mas no es así, porque el pecado ha cambiado enteramente hasta mi naturaleza. Suplícote, verdadero Rey mío, que me ayudes a dejar los malos hábitos, que han producido en mí este cambio tan funesto. Para que, transformada mi alma y renovado todo mi ser, pueda en adelante aprovecharme de los frutos de tu sagrada Pasión, y lograr alabarte eternamente en la gloria. Amén.
Obsequio a María: Procurar en adelante amar los desprecios, guardando silencio en las injurias y ofensas de nuestros prójimos.
w Oraciones para terminar cada día:
La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:
Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.
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