DÍA 2. LA ANUNCIACIÓN. EL VERBO SE HIZO CARNE
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
wPara comenzar todos los días
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)
ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén.
DÍA SEGUNDO
EL VERBO SE HIZO CARNE
Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS (Jn 1, 14)
PUNTO 1º- Considera, alma mía, quién es el Verbo de Dios. Es éste la segunda Persona de la Santísima Trinidad, tan eterno, como el Padre y el Espíritu Santo, teniendo la misma naturaleza con ellos, disfrutando de la misma gloria y alabado de los espíritus angélicos, como ellos. Mientras permanece en el cielo sin tomar la naturaleza humana, no le es posible sentir ningún dolor, padecer ninguna tribulación o trabajo. Mas Él, por amor a los hombres, por redimirlos del pecado y sacarlos de la esclavitud de Satanás, consiente en hacerse hombre y sufrir todas las penalidades anejas a nuestra naturaleza después del pecado de nuestros primeros padres. ¿Habrá entendimiento que pueda comprender la grandeza de este acto realizado por el Hijo de Dios Quién no se confunde al ver que, por amor al hombre, el Criador se hace criatura, el Infinito, finito, el Poderoso, impotente, el Impasible, pasible, y, lo que, es más, el justo e inocente, reo de muerte afrentosa? ¡El Verbo! ¡el Verbo de Dios consiente todo esto por salvarnos a nosotros pecadores! Nadie le obliga a tanta humillación; nadie puede hacerle fuerza para que acometa tan ardua empresa; pero Él, espontáneamente, movido sólo por su amor, quiere realizar esta obra, para levantar al hombre caído, y abrirle con su muerte las puertas del cielo.
PUNTO 2.º- Pero si este Hijo de Dios hubiera tomado sólo una parte de nuestra naturaleza, o bien toda, pero en el estado perfecto que tuvo en el paraíso, parece que el sacrificio no hubiera sido tan grande. Mas tomándola como la tomó, quedó sujeto a todos los sufrimientos, como son el hambre, la sed, el cansancio, el frío, el calor, y hasta las angustias de la muerte. Por esto el evangelista San Juan, no dice que el Verbo se hizo hombre, sino que se hizo carne, para hacernos comprender mejor todo esto. La carne es la parte más baja del hombre; está sujeta a la corrupción; ha sido formada de cieno y tiene necesidades propias de los brutos irracionales. Pues bien, al aceptar esto el Hijo de Dios en la encarnación, se hizo polvo y cieno, aunque exento de todo pecado. ¿Puede darse misterio de mayor admiración? ¡El, tan puro, tan perfecto, confundirse con la más baja materia de este mundo! Más no es esto lo que mayor admiración nos debe causar, sino el ver que, a pesar de todo, los hombres, olvidados de tan grande beneficio, siguen revolcándose en el cieno inmundo de sus pasiones, cual si no hubiera sido por ellos este anonadamiento del Verbo Divino.
PUNTO 3º- El evangelista San Juan expresa también la circunstancia de habitar el Hijo de Dios entre los hombres. Et habitavit in nobis. (Y habitó entre nosotros). Dime, alma mía: ¿No es este un nuevo e inmenso sacrificio para Jesús? Él quiere habitar con unos hombres, que, o ignorantes o ingratos, desconocen este beneficio, y tienen en poco el que Jesús viva en medio de ellos, haciéndoles participantes de sus gracias. Mas ¿qué digo tener en poco? Llegan a perseguirle de muerte apenas nacido, teniendo Él que huir en brazos de su madre a tierras extrañas. Su aparición en el mundo no sólo no es recibida con júbilo y entusiasmo, sino que, por lo contrario, con envidias, con iras y crueles amenazas. ¡Y te extrañarás tú, alma mía, de que en muchas ocasiones se interpreten torcidamente tus intenciones y de que te persigan con más o menos razón, cuando el Hijo de Dios viene expresamente al mundo con este fin, y por esta causa quiere habitar entre los hombres! Convéncete, pues, de que ese es el camino del cielo, y todo el que intenta ir por el camino del regalo yerra miserablemente. Los que viven en todos conformes con las opiniones del mundo, encarnizado enemigo de nuestra alma, no son de Dios, sino del mundo, y éstos con trabajo podrán conseguir su salvación eterna.
ORACIÓN A JESUS
EN EL PURÍSIMO SENO DE MARÍA
Verbo divino, hecho carne por amor a los hombres, y encerrado en las entrañas purísimas de la que has escogido para Madre tuya; a cuánto se humilla tu Majestad, uniéndote a la naturaleza humana, con la cual quisiste desposarte; pues de este modo todas sus miserias, exceptuando la ignorancia y el pecado, las haces tuyas; como haces también tuyos todos sus sufrimientos y tribulaciones. ¿Cómo agradeceré, Dios mío, tanta dignación y tanto abatimiento? Te olvidas de tus grandezas y de tu gloria para anonadarte, apareciendo, como dice Isaías, en forma de siervo. Suplícote, pues, bien mío, por los nueve meses que estuviste encerrado en las entrañas de María, que sea yo libre de las cadenas pesadas de los vicios, para que mi alma vuele a Ti con las alas de un ardiente y abrasado amor y pueda gozar en adelante de la libertad de los hijos de Dios, sirviéndote fielmente hasta la muerte.
Obsequio a María: Dar especiales muestras de aprecio a alguno de los que nos han ofendido.
w Oraciones para terminar cada día:
La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:
Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.
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