DÍA 7. LA PRESENTACIÓN Y PURIFICACIÓN. LLEVARON A JESÚS A JERUSALÉN PARA OFRECERLO AL SEÑOR
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
wPara comenzar todos los días
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)
ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén.
DÍA SÉPTIMO
LUEGO QUE SE CUMPLIERON LOS DÍAS DE SU PURGACIÓN, LLEVARON A JESÚS A JERUSALÉN PARA OFRECERLO AL SEÑOR. (Lc 2, 22)
PUNTO 1º- Atiende, alma mía, y considera los grandes ejemplos que te presentan Jesús y María en el cuarto misterio gozoso del Santísimo Rosario, que es la Purificación de nuestra Señora. No bastó a Jesús el abatimiento de. la Encarnación, ni el haber nacido en un establo en compañía de seres irracionales, sino que quiere también, en cumplimiento de la ley de Moisés ser presentado en el templo y ofrecido al Señor, como los demás hombres. Escrito estaba que todo primogénito fuese consagrado a Dios, como en agradecimiento a los grandes beneficios recibidos anteriormente por aquel pueblo. Y aunque Él era este mismo Dios no se excluye, sin embargo, de ello, da esta ley. Por esto con mucha razón más adelante pudo decir estas palabras: No he venido a quebrantar la ley ni los Profetas, sino a cumplirla. Tú, alma mía, te vales en muchas ocasiones de cualquier pretexto para dejar de cumplir esta ley. ¿Sabes si tienes siempre razón suficiente? ¿No será muchas veces el quebrantarla efecto de tu amor propio o del apego a tus comodidades y regalos? Mírate en este ejemplo, para no errar nunca el camino. Vale más, que alguna vez te mortifiques sin obligación, que no exponerte a quebrantar la ley sin justo motivo y cometer un pecado.
PUNTO 2º- Mas si Jesús se humilla nuevamente al ser presentado en el templo y rescatado como pecador, no menos se humilla su Madre Santísima, cumpliendo la ley de la Purificación. Tampoco ella estaba obligada al cumplimiento de esta ley, pues había concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. ¿Qué había en ella que purificar? ¿Había por ventura contraído alguna mancha concibiendo tan castamente al mismo Hijo de Dios? ¿No era ella Virgen antes del parto, en el parto y después del parto? ¿No estaba además exenta de toda mancha desde el primer instante de su inmaculado ser? A pesar de ello, imitando en todo la humildad de su divino Hijo, va al Templo a purificarse, confundiéndose en estos actos de humillación con las demás mujeres. Y hasta mortificaría su gran modestia el que Dios, revelando al mundo su santidad y pureza, la eximiera del cumplimiento de aquella ley tan odiosa acaso para las demás. Admira, pues, alma mía, a María y dale gracias por haberte enseñado este camino de humillación, que es el más seguro para salvarse.
PUNTO 3º- María no se desdeña tampoco de llevar al templo como ofrenda para rescatar a su divino Hijo, lo que llevaban las mujeres pobres que era un par de tórtolas o palomillas. La descendiente de la estirpe real de David se inquietaba poco, o, mejor dicho, nada absolutamente de las vanidades de este mundo. Sólo estaba atenta a cumplir, en todo, la voluntad de Dios, que es la única cosa que amaba su alma. ¿Y no aprenderás tú, alma mía, con este ejemplo a despreciar todas las grandezas de la tierra y amar sólo las del cielo y las del espíritu? Estas únicamente san las verdaderas, las útiles, las eternas e inmutables. Con ellas se enriqueció el espíritu de María y a sólo estas atendía con exclusión de todas las demás. No te dejes, pues, seducir con el oropel de las criaturas, porque todo él viene luego a disiparse como el humo, haciendo al que se deja engañar sumamente desgraciado.
ORACIÓN A JESÚS PRESENTADO
POR SU MADRE EN EL TEMPLO
¡Oh, Jesús del alma mía, apenas me siento con valor para levantar los ojos al cielo en demanda de tu misericordia, viendo la gran disparidad que existe entre mis obras y las que has practicado Tú en este mundo! Tú permites ser rescatado como los demás niños del pueblo hebreo, sin querer diferenciarte de ellos en la más accidental ceremonia, y yo no quiero, siendo culpable y pecador, darte la debida satisfacción por mis pecados. Todo lo que redunda en humillación para mi amor propio, o en mortificación para mi cuerpo, me desagrada, rehusándolo tal vez y cometiendo con esto la mayor injusticia. Apenas he sabido imitar hasta ahora tus ejemplos, efecto de mi soberbia y presunción. Ayúdame, pues, ¡oh, dulcísimo Jesús mío! a vencerlas siempre con la mayor energía, para que, de esta manera, por la intercesión de mi Madre benditísima del Rosario, logre ser ensalzado por Ti algún día, cuando me llames a tu reino, en las mansiones del cielo. Amén.
Obsequio a María: Visitar en su casa a algún pobre o desvalido con grandes muestras de caridad y amor.
w Oraciones para terminar cada día:
La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:
Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.
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