jueves, 27 de febrero de 2025

DÍA DE PREPARACIÓN. MES EN HONOR A SAN JOSÉ

DÍA DE PREPARACIÓN

(28 de febrero)

 

MES

EN HONOR

A SAN JOSÉ

Por un sacerdote

de la Congregación de la Misión

 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, (breve silencio)

pidiendo el auxilio de la Virgen María (breve silencio)

y del Ángel Custodio, (breve silencio)

acudamos a la presencia del Glorioso San José y supliquemos:

 

Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.

Entre tus brazos descansó El Salvador

y ante tus ojos creció.

Bendito eres entre todos los hombres,

y bendito es Jesús,

el hijo divino de tu Virginal Esposa.

San José, padre adoptivo de Jesús,

ayúdanos en nuestras necesidades familiares,

de salud y de  trabajo,

hasta el fin de nuestros días,

y socórrenos a la hora de nuestra muerte. Amén.”

 

DÍA DE PREPARACIÓN (28 de febrero)

 

Por admirable disposición de la divina providencia José, cuya vida fue tan oscura, interior y escondida a los ojos de los hombres, puede servir de modelo perfecto a todos aquellos cristianos que quieren en su estado servir fielmente a Jesucristo y caminar tras él por el camino de la perfección, y especialmente a los que están consagrados a Dios. La vida interior y recogida que supone el desprendimiento de las cosas creadas y sensibles, consiste en tener el alma continuamente ocupada en los grandes objetos de la fe, y el corazón en el amor del sumo Bien y en los goces continuos que son su consecuencia. Tal fue la vida que llevó San José, vida bendita, vida gozosa, vida que fue paraíso anticipado, y que hace decir a la Iglesia de tan gran santo: "Eras en la tierra semejante a los bienaventurados que están en el cielo.”

Nos adentramos estos días en el Corazón de San José, lleno de luz divina, y detengámonos a considerar cómo la vida de tan hermoso corazón fue una vida enteramente interior y escondida, una vida elevada a la más sublime contemplación, y un continuo ejercicio de amor que lo mantuvo siempre inmerso en la gozo de su Señor e inundado por el torrente de los placeres celestiales. Pero ¿cómo entrar en él, si tú, oh gran Dios, no te dignas a presentarnos y descubrirnos, a abrir su interior admirable, verdadera escuela de piedad y santo recogimiento, de oración y de amor? ¡Ay! concédenos esta gracia, para que asqueados y desprendidos de todo lo exterior, nos aburramos para siempre de todo lo que hay de encantador en las cosas vanas de esta tierra, propias para desligarnos de ti y privarnos de las inefables riquezas de tu reino eterno. Esperamos esta gracia. Almas piadosas, venid pues este mes, venid y entrad en este santuario del corazón de San José, para descubrir todas sus riquezas y todas sus maravillas; pero sobre todo venid vosotros que estáis consagrados a Dios en el estado religioso, vosotros que más que nadie podéis y debéis ocuparos en la santificación de vuestro estado, vosotros que debéis distinguiros con una piedad más tierna, más sincera, más viva hacia una santo a quien tienes por padre y modelo, y a quien por tu santa vocación te asemejas. La venerable fundadora de las monjas de la Visitación de María, la señora Rivier, muerta en olor de santidad, no pudo evitar penetrar en el interior de San José, meditando sobre su grandeza y sublimes virtudes, y presentó este modelo a toda su comunidad, exhortándola a estudiarlo y a imitarlo en todo. Y como sus monjas tenían la tarea de educar, les decía: «Pórtense con sus educandas como san José se comportó con el divino Infante: tened igual vigilancia, la misma atención y en cierto modo el mismo respeto, considerando con el ojo de fe de este Niño Divino en sus personas y especialmente en las niñas pobres." Imitemos tan hermoso ejemplo, y pasemos este mes y toda nuestra vida en la devoción y unión de un santo que, dada la poderosa influencia que tiene con Jesús y con María, puede hacernos felices en el tiempo y en la eternidad.

 

JACULATORIA

San José, que fuiste elegido desde la eternidad entre mil, ruega por nosotros.

 

AFECTOS

Te felicito San José, por haber sido elegido por Dios desde la eternidad con preferencia a cualquier otro para ocupar los primeros y más sublimes lugares de su reino; y por las gracias, dones y privilegios que os fueron preparados para cumplir dignamente vuestros deberes: ¡ah! por tanta condescendencia que Dios tuvo por vos, y por la predilección que os mostró, obtened para mí ser siempre mirado por Él con ojos de misericordia, y favorecido con aquellas gracias que son necesarias para mi santificación y eterna salvación. Amén.

 

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Indulgencia de 5 años, cada vez que se recitan. Indulgencia plenaria si diariamente se recitan devotamente durante un mes. Pio XI, 25 de marzo de 1935

 

Señor, ten misericordia de nosotros

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

 

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

 

Dios Padre celestial,

ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo.

Dios Espíritu Santo.

Santa Trinidad, un solo Dios.

 

Santa María,

ruega por nosotros.

San José,

ruega por nosotros.

Ilustre descendiente de David.

Luz de los Patriarcas.

Esposo de la Madre de Dios.

Casto guardián de la Virgen.

Padre nutricio del Hijo de Dios.

Celoso defensor de Cristo.

Jefe de la Sagrada Familia.

José, justísimo.

José, castísimo.

José, prudentísimo.

José, valentísimo.

José, fidelísimo.

Espejo de paciencia.

Amante de la pobreza.

Modelo de trabajadores.

Gloria de la vida doméstica.

Custodio de Vírgenes.

Sostén de las familias.

Consuelo de los desgraciados.

Esperanza de los enfermos.

Patrón de los moribundos.

Terror de los demonios.

Protector de la Santa Iglesia.

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

escúchanos, Señor,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

ten misericordia de nosotros.

 

V.- Le estableció señor de su casa.

R.- Y jefe de toda su hacienda.

 

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

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Querido hermano: si te ha gustado esta meditación del mes de san José, compártela con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.