TERCER DOMINGO
LOS 7 DOMINGOS DE SAN JOSÉ
CON EL REZO
DE SUS DOLORES Y GOZOS
Por la señal...
Salutación al Santo Patriarca
¡Dios te salve, oh José, esposo de María, lleno de gracia!
Jesús y su Madre están contigo:
bendito tú eres entre todos los hombres
y bendito es Jesús, el Hijo de María.
San José, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
***
Puede leerse la meditación propuesta para cada uno de los domingos. Y se termina con el ejercicio de los Dolores y Gozos de san José.
TERCER DOMINGO
Santificación de San José. Su juventud.
De la obra "VIDA DEL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ" de d. Antonio Casimiro Magnat
¿Es cierto que San José fue santificado en el vientre de su madre?
La Iglesia nada ha decidido respecto de esta cuestión, pero si nos referimos al dictamen de muchos teólogos distinguidos como Gerson, Canisio, Salmeron y otros santos teólogos, diremos que , San José fue santificado de la mancha original en el vientre de su madre, además todo nos guía a creer que esta opinión es verosímil, porque si San Juan Bautista obtuvo esta gracia, como conveniente a su cualidad de precursor del Mesías, no lo era menos para el que debía tener cargos más importantes y más privilegiados con el divino Salvador y su Santa y Augusta Madre, no lo era menos también para el que había merecido ser a la vez el esposo de la más pura de las vírgenes, y el padre custodio y nutricio del hombre Dios. Es muy creíble, pues, que salió del vientre de su madre enteramente libre de la mancha del pecado, adornado de la vestidura santa de la inocencia y enriquecido de las más raras virtudes.
¿Cuál fue la juventud de San José?
Aunque la escritura nada nos dice de la juventud de San José, nos es fácil, sin embargo, formarnos una idea de la vida de este Santo Patriarca, durante sus más bellos años. Basta para esto considerar las expresiones de que se sirve el Espíritu Santo, respecto de San José, y la misión que le ha sido confiada por el cielo. Y en efecto, el título por excelencia de la Escritura da a San José es el de Justo; y si, como observa San Basilio, la justicia es la reunión de todas las virtudes, se debe concluir que la juventud de San José fue la de un Santo. Fue escogido entre mil para servir de cooperador al gran misterio del amor de Dios, por ser el custodio del sagrado depósito de un Dios encarnado, y guarda de la santa virginidad de María, ¿cómo se puede dudar, pues, un solo momento de su fe viva, de su gran piedad, de su ardiente caridad durante su juventud? Y si es de creer ahora algunas tradiciones muy respetables, veremos que San José pertenecía a la secta de los Esenios, secta religiosa que existía en la Judea en la época de la dominación romana. Los Esenios hacían profesión de más austeridad en las prácticas legales que los otros judíos y hacían su principal ejercicio del estudio de la ley santa, del trabajo corporal y de las obras de caridad. Viendo San José los instintos virtuosos que animaban su alma, entró en ese secta que tan bien secundaba sus deseos, pues que según refiere el venerable Beda, había hecho voto de castidad perpetua. Nos confirma en esa opinión el parecer de San Gerónimo, que afirma que San José no fue nunca casado antes que fuera el esposo de la virgen María.
¿Cuál fue la profesión de San José?
El evangelio nos enseña que San José fue artesano, más no nos dice su género de trabajo; debemos por consiguiente buscar el auxilio de la tradición para dirigirnos en nuestras indagaciones. Algunos autores graves, como el venerable Beda y San Anselmo, piensan que San José trabajaba en hierro. “Que hubiese conocido el arte de fraguar, dice San Ambrosio, esto no cabe duda; luego podemos presumir que todos los trabajos en este género de oficio, que fueron necesarios para su casa, salieron de sus manos, y que él las fundió en alguna fragua de las cercanías. Aunque esto parece probable, no era sin embargo, el verdadero oficio del Santo Patriarca. San Justino, que fue muy cercano de las primitivas tradiciones, refiere que San José fabricaba yugos y arados; la opinión generalmente recibida es la de atribuir a San José el oficio de carpintero. Hizo los muebles de la casa, el pobre tablado donde María tomaba algunas horas de descanso y más tarde la cuna que debió servir al divino infante.
¿Cuál fue el genio y exterior de San José?
Los Santos nos pintan a José como a un ser superior por sus elevadas prendas; desde su más tierna infancia se notaba en él un bello carácter, un elevado ingenio, un corazón noble y generoso, en fin, un ser apto para todo género de bien y capaz de las más sublimes virtudes. En su exterior había, según los Santos, un no sé qué que inspiraba admiración y respeto, su cuerpo era robusto, de bellas y acertadas proporciones, no se vieron más nobles facciones a causa de la serenidad celeste que no le abandonaba. San Bernardino de Siena, asegura que se parecía algo a la Virgen, a aquella a quien el sol y la luna envidian su belleza. El piadoso Gerson nos dice que se parecía a Jesús, y Jesús era el más bello de los hijos de los hombres. Eusebio de Cesáreo asegura que san José llamaba la atención por su extraordinaria belleza, San Agustín y San Ambrosio nos le presentan como el sol sobre la tierra, y dicen que sus virtudes resplandecían como los astros en el firmamento. Parece fuera de duda que algo de divino se encontraba en toda su persona.
DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ
1° DOLOR Y GOZO.
Ignorando el misterio de la encarnación, quiere José abandonar a María su
esposa embarazada: ¡qué dolor! Mas un ángel le revela que María ha concebido
por obra del Espíritu Santo: ¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
2° DOLOR Y GOZO.
Nace Jesús en suma pobreza: ¡qué dolor! Mas le ve adorado de los ángeles,
pastores y reyes: ¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
3° DOLOR Y GOZO.
Derrama Jesús sangre en su circuncisión: ¡qué dolor! Mas oye de boca del ángel
que se llamará Jesús y salvará a su pueblo: ¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
4° DOLOR Y GOZO.
Profetiza Simeón la Pasión de Jesús: ¡qué dolor! Pero anuncia sus frutos y su
gloria: ¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
5° DOLOR Y GOZO.
Huye de noche precipitadamente a Egipto por salvar a Jesús y María: ¡qué dolor!
Mas caen los ídolos de Egipto y Jesús queda libre del furor de Herodes:
¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
6° DOLOR Y GOZO
Ha de volver a Judea, donde reina Arquelao, no menos cruel que su padre Herodes: ¡qué dolor! Mas el ángel le disipa toda inquietud: ¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
7° DOLOR Y GOZO
Pierde tres
días a Jesús: ¡qué dolor! Mas le halla en el templo asombrando a los doctores
con la sabiduría de sus preguntas y respuestas: ¡qué gozo!
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Para finalizar, añádase:
ANTÍFONA. Este es el
siervo fiel y prudente a quien el Señor constituyó sobre su familia.
V/. Ruega por nosotros, glorioso san José.
R/. Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo
Oremos: OH Dios, que en tu inefable providencia, te has dignado elegir a san
José por esposo de tu santísima Madre; te pedimos nos concedas que, venerándolo
como protector en la tierra, merezcamos tenerle como intercesor en el cielo.
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Por el santo Padre, por su persona e intenciones para ganar las indulgencias concedidas a esta devoción.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
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Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, en vos descanse en paz el alma mía.
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Ave María purísima, sin pecado concebida.
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¿En qué consiste esta devoción y que indulgencias tiene? Consiste en hacer memoria de los 7 dolores y gozos de san José, con su Padrenuestro, avemaría y gloria en cada uno de ellos, durante 7 domingos consecutivos. Puede hacerse en cualquier época del año, pero habitualmente se realiza como preparación a la fiesta del Santo del 19 de marzo, comenzando 7 domingos antes de la fiesta.
La Iglesia ha concedido Indulgencias a esta devoción:
¾ 1ª 300 días de indulgencia cada domingo, rezando durante siete domingos consecutivos en el curso del año, a elección de los fieles, los siete gozos y siete dolores de san José, y el séptimo domingo se puede ganar además una indulgencia plenaria. (Gregorio XVI, 22 de enero de 1836).
¾ 2ª Indulgencia plenaria en cada domingo, aplicable a las almas del purgatorio. Los que no saben leer o no tienen la deprecación de los siete dolores y gozos, pueden ganar esta indulgencia rezando en los siete domingos siete Padrenuestros con Avemaría y Glorias. (Pio IX, 1 de febrero y 22 de marzo de 1847).
Para ganar tan preciosas indulgencias, son condiciones precisas para cada domingo:
1. Confesar, comulgar y orar un rato a la intención del Papa. Una confesión sirve para lucrar varias indulgencias plenarias en días distintos en el margen de 8 días antes o después de la confesión. Por cada una de indulgencia plenarias que se quieran lucrar es necesario cumplir la obra prescrita, la comunión y el rezo por el Papa.
2. Rezar o hacer el ejercicio de los siete dolores y gozos de san José. Al menos, 7 padrenuestros, avemarías y glorias, en honor de ellos.
3. Que los siete domingos sean consecutivos, porque si hubiese interrupción, aunque fuera involuntaria, debería empezarse de nuevo.
Aunque no se requiere para ganar las indulgencias la meditación o consideración detenida y amplia acerca de la vida, virtudes, dolores y gozos del Santo Patriarca, es buena ocasión para para conocerle mejor y así amarle más, detenerse en la contemplación de los misterios de la vida de san José.
No dudes, devoto josefino, que según sea tu confianza, será el despacho de tus ruegos. Espera mucho, espéralo todo de la intercesión poderosa de san José, y verás grandes cosas.
Pruébalo y lo verás por experiencia.