sábado, 10 de junio de 2017

MES DE JUNIO EN HONOR AL CORAZÓN DE JESÚS (8)



ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS:
A ti, Jesús, que vives y reinas con Dios Padre y el Espíritu Santo, elevamos este acto de fe, de esperanza, adoración y caridad porque en tu Sagrado Corazón reconocemos la manifestación plena de tu amor por nosotros. Acepta también nuestro deseo de reparar tu Corazón por tantas ofensas e indiferencias.
Con el Ángel de la Paz y todos los coros de los ángeles, con los santos Francisco y Jacinta Marto y todos los santos, unidos a tantas almas que te han amado dignamente, decimos:
Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. (tres veces)

Jesús, manso y humilde de corazón,
R/. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

10. DISCÍPULOS DE UN DIOS POBRE, HUMILDE, CRUCIFICADO
 De los escritos del beato Juan Bautista Scalabrini, obispo italiano
También en nuestro exterior debemos hacer notar que somos discípulos de un Dios pobre, humilde y crucificado. Sin esto, ¿de qué serviría declararnos y jactarnos de ser cristianos? Siempre será verdad, que cualquier cosa que nosotros hagamos tendrá como motivo o el espíritu del hombre viejo o el espíritu del hombre nuevo. Si conformamos nuestro exterior con los sentimientos del primero, somos culpables;  en cambio con el espíritu del segundo, todo es santo en nosotros, todo en nosotros es participación de la vida de Jesucristo, ya que Jesucristo solamente vive en nosotros mediante su espíritu. No basta por lo tanto obrar bien, ser honestos, vivir, como suele decirse, como caballeros, combatir y sufrir de cualquier manera, para que nuestra vida pueda decirse cristiana; no es suficiente. Es necesario hacer absolutamente todo esto con la mirada puesta en Dios, con la intención en Jesús, con el sometimiento, con el amor y con el espíritu de Jesucristo. Debe ser Jesucristo el principio y el fin de nuestras obras, el alma de nuestra alma, la vida de nuestra vida. 

PARA FINALIZAR:
Todos juntos recitamos el acto de reparación enseñando por el ángel a los pastorcitos de Fátima:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que El mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.

Sagrado Corazón de Jesús, R/. En vos confío.
Inmaculado Corazón de María, R/.  Sed la salvación mía.
Ave María Purísima, R/. Sin pecado concebida.