SÁBADO
DE TEMPORÁS EN LA OCTAVA DE PENTECOSTÉS
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Al
salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón
estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella. Él, inclinándose sobre ella,
increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a
servirles.
Al
ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los
llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos
de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de
Dios». Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el
Mesías.
Al
hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando
y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de
ellos. Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a
las otras ciudades, pues para esto he sido enviado» Y predicaba en las
sinagogas de Judea.
Lc 4,38-44COMENTARIO AL EVANGELIO
Homilía de maitines NUESTRA FIEBRE ES LA AVARICIA; NUESTRA FIEBRE ES LA LUJURIA; NUESTRA FIEBRE ES LA AMBICIÓN; NUESTRA FIEBRE ES LA IRA. San Ambrosio
Benedicto XVI LA CARIDAD DE LA IGLESIA COMO MANIFESTACIÓN DEL AMOR TRINITARIO