domingo, 25 de junio de 2017

LA PACIENCIA DEL PASTOR. San Buenaventura



Comentario al Evangelio

III DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano

DEBE EVITAR TODA IMPACIENCIA. “A estas y otras contrariedades con que de muchas maneras se ve combatido, procure oponerse el prelado, escudándose con triple general de paciencia. Escúdese, en primer lugar, contestando modesta, madura y benignamente a cada una de las cosas que se le oponen, y reprima los ímpetus del genio, sin mostrar impaciencia en la voz, en el rostro ni en los ademanes…En el capítulo 8 de libro de los Jueces y en el capítulo 15 de los Proverbios se lee: La respuesta suave quebranta la ira; la palabra dura aviva la saña. (Prov, 15,1). Y es que el furor no se calma con el furor, ni el vicio se cura con el vicio. En cuanto a la impaciencia del prelado, hase de decir que desbarata los bienes que pudiera promover, y es de diversas maneras. Primero, los desbarata en cuanto escandaliza a los demás…Segundo, los desbarata en cuanto hace al prelado despreciable respecto a los súbditos…El que es vano y sin cordura, estará expuesto al desprecio (Prov. 12,23). Tercero, los desbarata en cuanto hace al prelado aborrecible y temible: Terrible es en la ciudad el hombre lenguaraz, y el precipitado en hablar se hará aborrecer. (Eccli. 9,25). Cuarto, los desbarata en cuanto provoca la impaciencia a los demás. Se dice en el capítulo 15 de los Proverbios: El iracundo promueve contiendas; él que tarde se enoja aplaca las rencillas (Prov. 15,18). Quinto, los desbarata en cuanto hace al prelado inaccesible a la confianza de los súbditos, que no se atreven a manifestarle sus necesidades…Sexto, en cuanto llena la casa de murmuraciones y rencores…Séptimo, en cuanto ahuyenta a los tiernos de corazón, y los hace pusilánimes. Se lee en el capítulo 18 de los Proverbios: ¿Quién podrá aguantar un espíritu fácil de irritarse? (Prov. 18,14). Y por último, en cuanto lo aíslan, de suerte que no puede ser avisado respecto de las cosas que debieran corregirse”…

SEA PACIFICO. “En segundo lugar, escúdese siendo pacifico; y procure serlo, de modo que no se vengue de las injurias recibidas, ni aborrezca en su corazón a los ofensores, ni descuide su interés por ellos, ni trate de apartarlos de sí; antes bien, téngalos con más gusto, para edificar por este medio a ellos y a los otros, haciendo bien a los ingratos, y para que por ellos tenga ocasión de ejercicio de virtud…Porque, siendo propiamente el oficio de pastor enseñas las virtudes, si a los viciosos, ¿a quién enseñara?. Si el medico huye de los enfermos, ¿a quién curara? Si el soldado valiente huye de los que combaten, ¿Cómo conseguirá el triunfo de la gloria? Si el comerciante desprecia las mercancías en las que puede ganar mucho dinero, ¿Cómo se enriquecerá? De aquí es que, entre otros, se hayan santificado tantos obispos y prelados, porque, ya practicando obras venas, ya sufriendo adversidades, ya edificando a los demás con ocasión de su oficio, llegaron a las altas cumbres de la perfección”…

SEA SUFRIDO. “Y por último, debe escudarse siendo sufrido; y procure serlo de manera que ni el cansancio en el trabajo, ni la morosidad en el progreso, ni las impertinencias u otras molestias procedentes de los súbditos sean motivo para cumplir con menos decisión y empeño las cosas tocantes a la solicitud pastoral; y advierta que por este camino se llega a grandes méritos”.
 San Buenaventura
Por gentileza de Dña. Ana María Galvez