miércoles, 21 de julio de 2021

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS. DIA 22

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS

Día 22

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA

Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras

que durante este mes me inspires;

en reparación por tantos desprecios,

ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,

y para que la acción del maligno enemigo

no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor

por parte de tus hijos.

Que la Devoción a la Divina Sangre

acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.

 

DÍA 22

LA SANGRE DE CRISTO Y LA SOCIEDAD

La sociedad humana, si realmente quiere el bienestar de sus miembros, no puede prescindir de la sangre de Cristo pues es la primera y verdadera fuente de donde ha de beber. “Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en sí mismo muerte a la Enemistad” (Efesios 2, 13-16) La sangre de Cristo elimina las diferencias entre los hombres, rompe las barreras y compone un organismo armonioso, humano y divino. Cuando comprendamos en verdad que, por la gracia, todos hemos sido llamados a esta redención por la sangre de Jesús, el odio entre nosotros cesará, dando lugar al verdadero amor fraterno que triunfará sobre todo egoísmo humano. Tras el inicio de la segunda guerra mundial, Pío XII recordó que el Salvador había derramado su sangre para reconciliar a todos los hombres con Dios y unirlos, aunque fueran de diferentes naciones y razas. Pero los hombres no lo escucharon y todos sus esfuerzos por evitar aquella catástrofe fueron en vano. Todos pertenecemos a esta gran sociedad humana y debemos cooperar para un progreso justo y digno en connivencia con la ley divina. Tenemos el deber de amar la patria y poner a disposición de la sociedad todos aquellos dones con los que hemos sido bendecidos.

 

EJEMPLO

A finales del siglo XVIII la revolución francesa hizo estragos con la quema de iglesias y con la ejecución de gran número de sacerdotes. Como ejemplo citaremos el de una iglesia de París; una de las más numerosas que, en plena revolución, fue sorprendida por un malhechor, el cual, entrando en su interior, cogió el crucifijo del altar y, seguido por una multitud, fue a arrojarlo al Sena al grito de: - ¡Cristo se ha ahogado y no volverá jamás!

Este gesto nos recuerda que cuando se expulsa a Dios de la sociedad, el hombre se ciega por sus pasiones, intereses personales y envidias, dejando paso al odio entre iguales y entre clases. Así se vivió en Francia durante la revolución, que invadida por el terror y la ferocidad, vio cómo en todas sus ciudades se izó la guillotina que no dejó de funcionar día y noche. En apenas tres meses, más de cien mil cabezas fueron cortadas sólo en la capital. Fue la sangre de aquellos hombres que, derramándose en las calles y plazas, tiñó de rojo el paisaje, mientras que la sangre de Cristo dejó de enrojecer aquellos altares que fueron destruidos.

 

INTENCIÓN: Oremos por una nueva sociedad fundada en el amor a Cristo y a los hermanos.

 

JACULATORIA: Padre eterno, te ofrezco la preciosa sangre de Jesucristo, para la gloria de tu santo nombre y para la paz de todos los pueblos.

 

ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA

Oración de San Gáspar de Búfalo

Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre

en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,

derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,

horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos

y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.

 

V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.

R/. Sea por siempre bendita y alabada.