lunes, 26 de julio de 2021

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS. DÍA 27

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS

Día 27

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA

Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras

que durante este mes me inspires;

en reparación por tantos desprecios,

ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,

y para que la acción del maligno enemigo

no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor

por parte de tus hijos.

Que la Devoción a la Divina Sangre

acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.

DÍA 27

LA OFERTA DE REPARACIÓN DE SANGRE

Jesús quiere almas reparadoras que se ofrezcan por su preciosa sangre tan indignamente profanada y blasfemada. Pareciese escucharse el lamento del divino maestro diciendo: “¿En vano he derramado mi sangre?” Así como en Getsemaní no hubo nadie que velara con Jesús, hoy también contemplamos los Tabernáculos abandonados.

Jesús le dijo a un alma piadosa: “Busco consoladores y no los encuentro. No soy amado. Las oleadas de crímenes humanos se elevan hasta el Padre, mi Vicario en la tierra es calumniado, el placer y el orgullo triunfan, la ley de la caridad es violada escandalosamente, algunos son generosos en palabras, pero cuando se les presenta la cruz, huyen. Quiero almas reparadoras dispuestas a sufrir con valentía, llenas de caridad por los pecadores, almas que ofrezcan mi sangre al Padre sin desfallecer jamás en expiación de los pecados. El mundo puede salvarse con mi sangre. Encuéntrame una legión de almas restauradoras, diles a mis sacerdotes que celebrando el santo sacrificio me ofrecen como víctima de reparación a mi Padre celestial y que, cuando la liturgia lo permita, celebren la misa votiva de la preciosísima sangre”.

Esta llamada de Jesús está dirigida también a nosotros, ¿cómo permanecer indiferentes? Unámonos a esa multitud de almas que se ofrecen a sí mismas con sus dolores, en unión con la preciosa sangre de Jesús, para que su reino triunfe en el mundo. ¡Que nuestra alma sea también un alma reparadora!

 

EJEMPLO

En una ocasión Santa Teresita de Lisieux, después de haber escuchado la santa misa, se encontraba haciendo sus oraciones cuando vio el brazo de Jesús crucificado sobresalir en una imagen. En ese instante, el pensamiento de la pasión la tomó tan vívidamente que esa mano, el clavo y la sangre le parecieron cosas vivas y reales. Se enardeció aún más por el sufrimiento del Señor y se dispuso a dar a conocer todo el amor y el dolor que Jesús sintió en la cruz. En esos momentos se le vino a la cabeza un tal Pranzini, que estaba a punto de ser ejecutado y no mostraba signos de arrepentimiento pues había rechazado la asistencia de un sacerdote. Estando el réprobo con la cabeza bajo el cuchillo, Santa Teresita sintió la necesidad de orar por él. Así lo hizo y rogó al Señor con muchísima intensidad. De repente, el condenado pidió confesarse y el sacerdote pudo darle la absolución que la recibió con abundantes lágrimas de arrepentimiento. El Señor, a través de la oración de Santa Teresita, abrió las puertas del cielo a ese pobre pecador que había sido restaurado en su sangre. Cuando sintamos sequedad en nuestros corazones y nos demos cuenta de que el arrepentimiento por nuestros pecados tarda en llegar, pensamos en la sangre de Jesús que tiene el poder de ablandar incluso los corazones más duros.

 

INTENCIÓN: A menudo haré la ofrenda de la sangre de Jesús al Padre eterno en reparación por mis pecados y los del mundo entero.

 

JACULATORIA: Corazón de Jesús, consolado en tu agonía por un ángel, consuélame en mi agonía.

 

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA

Oración de San Gáspar de Búfalo

Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre

en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,

derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,

horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos

y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.

 

V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.

R/. Sea por siempre bendita y alabada.