sábado, 13 de junio de 2015

EL ROSARIO DE HOY CON SAN ANTONIO DE PADUA


Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial: Se hace memoria de san Antonio, sacerdote y doctor de la Iglesia, que, nacido en Portugal, siendo canónigo regular, ingresó en la Orden de los Menores fundada desde hacía poco tiempo, para procurar la difusión de la fe entre las poblaciones de África, pero ejerció con mucho fruto el ministerio de la predicación en Italia y Francia, atrayendo a muchos a la verdadera doctrina; escribió sermones embebidos de doctrina y de finura de estilo y por mandato del mismo san Francisco enseñó la teología a sus cohermanos, hasta que en Padua regresó al Señor. (1195-1231). Con algunos de sus sermones meditamos el rosario de hoy:
Señor mío Jesucristo... 

MISTERIOS GOZOSOS
1.- La encarnación del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de la Virgen María.
“Dijo María: “He aquí la sierva del Señor”. No se ensoberbece por la singularidad del privilegio, sino que, recordando en todo su condición y la dignación divina, proclama ser la sierva del Señor, del cual es elegida como Madre; y con gran devoción aspira a que la promesa del ángel se realice.
“Hágase en mí según tu palabra”. Y en aquel momento fue concebido Cristo de la Virgen, hombre perfecto en el alma y en la carne, aunque todavía no se pudiera distinguir con la mirada las formas del cuerpo y de los miembros.”
2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa Isabel.
“Verdaderamente bendita sea entre las mujeres la Virgen, que esperó a aquel que es la bendición y, esperando, lo acogió. Verdaderamente sea bendita aquella que no fue ni estéril ni violada; fue “fecunda sin rubor, grávida sin gravamen y puérpera sin dolor” (Bernardo); ella, única entre todas las mujeres, fue virgen y madre, y engendró a Dios.”
3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén
“Este Dios se hizo por nosotros niño y hoy por nosotros nació. Cristo quiso ser llamado “niño” por muchas razones; pero, por amor a la brevedad, voy a exponer una sola. Si haces una injuria a un niño, si lo provocas con un insulto, si lo golpeas; pero si después le muestras una flor o una rosa o algo semejante, y mientras se la muestras se la entregas, ya no se acuerda de la injuria sufrida, se le pasa la ira y corre a tu encuentro para abrazarte. Asimismo, si ofendes a Cristo con un pecado mortal y si le haces cualquier otra injuria, pero después le ofreces la flor de la contrición o la rosa de una confesión bañada en lágrimas “las lágrimas son la sangre del alma” (Agustín), El no se acuerda más de tu ofensa, perdona la culpa y corre a tu encuentro para abrazarte y besarte.”
4.-La purificación de Nuestra Señora y presentación del Niño Jesús en el templo
"Te suplicamos, oh Señora nuestra y escogida Madre de Dios, que nos purifiques de la sangre de los pecados y que nos guíes al fuego esplendente de la contrición, a la cera de la confesión y a la estopa de la satisfacción, para que así podamos llegar a la luz y a la gloria de la Jerusalén celestial. Dígnese concedérnoslo aquel Jesús, a quien hoy ofreciste en el templo. A El sean honor y gloria por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Así sea!"
5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Una víctima agradable a Dios”. El hombre perfecto ofrece la tercera oblación, que, como se lee en el mismo Levítico, consistía “en flor de harina, amasada con aceite”.
La flor de harina, refinadísima y blanquísima, es la vida del hombre perfecto, que carece del afrecho de las vanidades del mundo, resplandece con la blancura de la castidad y está impregnada con el aceite de la piedad. Esta vida perfecta se cocina en el horno de la pobreza, se fríe en la sartén de las necesidades y de las enfermedades del prójimo y se asa en la parrilla de la pasión del Señor. ¡De veras, muy de veras, esta víctima agrada a Dios! Estas tres cualidades de la víctima constituyen “el culto razonable”, espiritual, sincero, excelente, íntegro y santo. Roguemos, pues, hermanos queridísimos, a Jesucristo, que, como subió a Jerusalén con sus padres, nos haga subir también a nosotros, con la práctica de las doce virtudes sobredichas, unidas a la esperanza y al temor, a la Jerusalén moral, para que podamos ofrecerle, en las tres solemnidades, la víctima viva, santa y a El agradable.”