MES
DE JUNIO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON SANTA TERESA
21
de junio
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
En el V centenario del nacimiento de Santa
Teresa de Jesús, contemplemos el Corazón de Cristo, su amor constante hacia
nosotros, y ofrezcámosle nuestro corazón con vivos deseos de hacer su voluntad.
Con las mismas palabras de la Santa decimos:
Vuestra
soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?
Vuestra
soy, pues me criasteis, vuestra, pues me redimisteis,
vuestra,
pues que me sufristeis, vuestra pues que me llamasteis,
vuestra
porque me esperasteis, vuestra, pues no me perdí:
¿qué mandáis hacer de mí?
Veis
aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma,
mi
cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y
afición;
dulce
Esposo y redención, pues por vuestra me
ofrecí. Amén.
MEDITACIÓN
PARA VOS NACÍ, ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?
El Señor nos manda: Visitar a los enfermos y encarcelados.
La enfermedad es un momento de
debilidad de nuestra naturaleza en la que experimentamos la fragilidad de
nuestra propia vida. La enfermedad siempre implica un doble sufrimiento: el de
nuestro cuerpo pero también el de nuestra alma. El desánimo, la pena y la falta
de esperanza pueden invadir nuestro corazón.
En esos momentos, todos necesitamos el cariño, el afecto, los cuidados y
atención de nuestros familiares y amigos. Visitar a los enfermos y cuidarlos en
una obligación que nos hemos de olvidar. Y esto hemos de vivir también hacia
los ancianos que se ven limitados en sus fuerzas y capacidades para que se
sientan queridos y respetados.
Una situación parecida pasan aquellos
que por alguna razón se encuentran en la cárcel: unos por culpa de las
injusticias humanas, otros muchos por haber cometido algún delito de forma más
o menos culpable. Pero así como Dios se muestra misericordioso y nos perdona
siempre, también nosotros hemos de llevar a las cárceles el amor de Dios que
siempre da una nueva oportunidad.
Los cristianos podemos ayudar a esas
personas con nuestro afecto y nuestra atención. Ellos han de asumir la propia
responsabilidad sobre los hechos realizados y sus consecuencias, y, desde la
madurez, construir un futuro en paz con Dios y con los hombres.
Pidamos la gracia de corazón alegre y
animoso para poder infundir fe, esperanza y confianza a los enfermos y a los
encarcelados.
Pidamos perdón por aquellos que se
olvidan de los enfermos y ancianos, que los maltratan o desprecian, por
aquellos que promueven la eutanasia.
LETANÍAS FINALES AL CORAZÓN DE JESÚS