MES
DE JUNIO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON SANTA TERESA
25
de junio
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
En el V centenario del nacimiento de Santa
Teresa de Jesús, contemplemos el Corazón de Cristo, su amor constante hacia
nosotros, y ofrezcámosle nuestro corazón con vivos deseos de hacer su voluntad.
Con las mismas palabras de la Santa decimos:
Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer
de mí?
Dadme
riqueza o pobreza, dad consuelo o
desconsuelo,
dadme
alegría o tristeza, dadme infierno o
dadme cielo,
vida
dulce, sol sin velo, pues del todo me
rendí: ¿qué mandáis hacer de mí?
Veis
aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra
palma,
mi
cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y
afición;
dulce
Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí. Amén.
MEDITACIÓN
PARA
VOS NACÍ, ¿QUÉ MANDÁIS HACER DE MÍ?
EL
Señor nos manda: Perdonar al que nos ofende.
La característica que diferencia la
moral cristiana de otras formas de comportamiento es el perdón a los enemigos,
a aquellos que nos han hecho daño o nos han ofendido.
En el Padrenuestro, Jesús nos enseñó a
pedir a Dios que nos perdone, reconociéndonos pecadores y necesitados de su
misericordia. Pero Jesús condiciona
nuestra petición: Dios nos perdona si nosotros, antes, hemos perdonado a quién
nos ha ofendido.
En la Cruz, Jesús no sólo perdona a sus
enemigos sino que los excusa ante Dios Padre rogando por ellos: “Padre,
perdónales porque no saben lo que hacen.”
Ante la pregunta de Pedro sobre cuántas
veces debía perdonar a su prójimo, el Señor responde “70 veces 7”, es decir,
siempre.
Cuando uno experimenta la bondad y
misericordia de Dios, -y lo experimentamos cada vez que acudimos al sacramento
de la Confesión-, el Espíritu Santo comienza a actuar en nosotros. Entonces, a
ejemplo de Cristo, se puede amar hasta
el extremo, cambiar la herida en compasión y transformar la ofensa en
intercesión.
Pidamos la gracia de ser compasivos
para hallar compasión en Dios.
Pidamos perdón a Dios por aquellos que
no perdonan, por aquellos que se dejan llevar por los deseos de venganza y de
rencor.
LETANÍAS FINALES AL CORAZÓN DE JESÚS