8 de mayo
LA APARICIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
La autoridad de los sagrados libros y la tradición de los Santos nos demuestran que el bienaventurado Arcángel Miguel se manifestó muchas veces. Por este motivo en muchos lugares se celebra el recuerdo de estas apariciones. Como antaño la sinagoga de los judíos, así ahora la Iglesia de Dios le venera como su custodio y patrono. Hubo una célebre aparición de este Arcángel en tiempo del papa Gelasio I, en Apulia, en la cima del monte Gárgano, a cuyo pie está situada la ciudad de Siponto.
Sucedió que uno de los toros que pacían en el monte Gárgano se alejó del rebaño; y tras haberle buscado le hallaron detenido en la entrada de una gruta. Y uno de los presentes, para herirle, le disparó una saeta, que, de rechazo se clavó en el mismo que la había disparado. Lo cual llenó de temor a todos y a los que lo oyeron referir, por lo que nadie se acercaba a la cueva. Entonces los de Siponto consultaron al obispo, el cual les respondió que pidiesen a Dios el significado de lo acontecido, mediante un triduo de ayunos y oraciones.
Pasados tres días, el Arcángel Miguel avisó al obispo que aquel lugar estaba bajo su tutela, queriendo así que supiera su voluntad de dar culto a Dios en memoria suya y de todos los Ángeles. Así pues, el obispo junto con el pueblo se dirigió a la gruta. Y viendo que tenía la forma de templo, empezaron a celebrar en ella los divinos oficios; llegó a ser célebre por los muchos milagros que allí tuvieron lugar. Poco después el Papa Bonifacio consagró en el Circo Máximo una iglesia a San Miguel el día 29 de septiembre, en el cual la Iglesia también celebra la fiesta de todos los Ángeles. Mas el presente día está consagrado a la aparición de San Miguel Arcángel.
Oremos.
Oh Dios, que con maravilloso orden dispones el servicio de los Ángeles y los hombres: concede propicio que por medio de aquellos que siempre te sirven en el cielo, defiendan nuestra vida en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.