viernes, 13 de diciembre de 2024

DÍA 14. EL CONGRESO INMACULADO. MES DE MARÍA INMACULADA

14.

EL CONGRESO INMACULADO

 

EL MES DE LA  INMACULADA CONCEPCIÓN

 DE MARÍA SANTÍSIMA

EXCELSA PATRONA DE ESPAÑA E INDIAS

Padre Luis Ángel Torcelli

 

ORACIONES INICIALES

 

Abrid, Señor, mis labios y desatad mi lengua

para anunciar las grandezas de la Virgen Inmaculada,

y cantaré las alabanzas de vuestra misericordia.

 

Venid en mi auxilio, oh Reina inmaculada

y defendedme de los enemigos de mi alma.

 

Gloria al Padre, gloria al Hijo y al Espíritu Santo,

que preservó inmaculada a María

por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

HIMNO

Oh Madre dulce y tierna

Oye la triste voz,

La triste voz del mundo,

Que te demanda amor.

 

Salve, salve, Inmaculada,

Clara estrella matutina,

Que los cielos ilumina

Y este valle de dolor;

Tú, con fuerza misteriosa

Por salvar la humana gente,

Quebrantaste la serpiente

Que el infierno suscitó.

 

Salve, salve, Madre mía,

Tú bendita por Dios eres

Entre todas las mujeres

Y sin culpa original.

Salve, oh Virgen! esperanza

Y remedio apetecido

Del enfermo y desvalido,

Y del huérfano sin pan.

 

Tú del nuevo eterno pacto

Eres arca y eres sello;

Luz espléndida, iris bello

De la humana redención.

Tú llevaste en tus entrañas

El que dio á la pobre tierra

Paz y amor, en vez de guerra,

Ya sus crímenes perdón.

 

Eres bella entre las bellas,

Eres santa entre las santas,

Alabándote a tus plantas

Coros de ángeles están.

Resplandece tu pureza

Más que el campo de la nieve,

Y de ti la gracia llueve

Sobre el mísero mortal.

 

Virgen cándida, cual lirio,

Eres fuente cristalina

Donde el triste que camina

Va a calmar la ardiente sed.

Gentil palma del desierto,

Que da sombra protectora

Al que su piedad implora

Consagrándole su fe.

 

¡Gloria al Padre, Gloria al Hijo,

¡En la tierra y en el cielo!

¡Gloria al que es nuestro consuelo,

Al Espíritu de Amor.

Y la Virgen sin mancilla

Siempre viva en la memoria,

Y en su honor repita Gloria

Nuestro amante corazón. Amén.

 

Se lee la meditación de cada día.

14.

EL CONGRESO INMACULADO

Cuando Dios abrió sus eternos labios para pronunciar aquel Fiat (hágase) que fui una ley para que el universo saliese de la nada, no llamó a Su consejo a nadie fuera de sí mismo. Crió al hombre inmaculado, le condujo a un jardín de delicias, y le hizo partícipe de la sociedad de las angélicas criaturas. En una palabra, le colmó de gloria y de honor, y le estableció sobre todas las obras de la creación terrestre. Mas a pesar de todo eso, no le concedió el decidir de ninguna manera de sus presentes grandezas ni de sus futuros destinos. De ese modo gozaba la humanidad en el paraíso terrenal una felicidad indescriptible, pero a la que no tenía la gloria de haber contribuido con su consejo; recibía los mensajes llevados por los espíritus más puros del cielo, pero como de seres que la eran muy superiores; gustaba las caricias de Dios como de un padre amoroso, pero como de un padre que dispensa los dones y la gracia sin dividir su poder. Y así fue perfecta la primera gloria verdaderamente propia de la humanidad, gloria de inocente sujeción a un Padre divino. Pero pasó... pasó como el humo del incienso, que después de algunos breves giros se disipa y desaparece: el hombre, constituido rey de la creación, pretendió hacerse igual al Criador, y se encontró en la miseria, las tinieblas y la muerte. Dios tenía un corazón piadoso, y no pudo ver tan deprimida a su criatura; mas no siendo posible que aquella llegase a ser infinita, pensó en revestirse el mismo de lo finito; por manera, que, si el hombre no era como Dios, Dios seria semejante al hombre, y he ahí la segunda gloria de la humanidad, gloria no ya humana sino divina. El antiguo pasado debía refundirse en una nueva obra, y al efecto formó un nuevo Adán, puro é inmaculado, como que al mismo tiempo era Dios, destinado a destruir el edificio de muerte, fabricado en el paraíso terrenal; y la humanidad, que en el principio del tiempo fue criada la última, para denotar que Dios no necesitaba ningún consejo suyo, en la plenitud de la edad seria llamada a pronunciar su palabra y a decidir como árbitra de una obra, la más grande del poder infinito de un Dios. Mas ¿cómo podrá presentarse ante el Señor, que no comunica con el pecado, esa humanidad envilecida, abatida y postrada por la culpa? La providencia de un Dios de amor había preservado pura e inmaculada a la Virgen más bella, más dulce y más amable de toda la creación, la inocente María, y María fue llamada en lugar de toda la naturaleza humana al congreso más sublime de los siglos. Congreso en que por primera vez se vió a la humanidad suplicante ante un ángel de inmaculado candor: congreso en que uno de los espíritus más excelsos del paraíso anunciaba a la Virgen más pura de la tierra los deseos del inmaculado Esposo divino... Congreso verdaderamente inmaculado, en el que, no las humanas pasiones, sino el espíritu de inmaculado amor, con el más amable de sus misterios, lo dirigía todo para volvernos a colmar otra vez de gloria y de honor: congreso inmaculado, en que la humanidad era realzada, porque debía tener en Dios, no solamente un padre, sino un hijo y un súbdito: congreso inmaculado, en fin, en que un nuevo Fiat debía ser pronunciado por los labios inmaculados de María, no para sacar un mundo de la nada, sino para hacer bajará la nada un Dios.

 

CÁNTICO

Por fin, Dios mío, bendecisteis la tierra: vuestra sonrisa hizo nacer a la dulce Hija do

Sion.

Pusisteis en poder de su virginal candor la

misericordia de los siglos de los siglos, y pusisteis nuestra salud en sus labios.

Y yo escucharé las palabras de esos labios

inmaculados, pues que llevará la paz a todos

los pueblos.

Paz, paz, paz, pronunciarán sus acentos:

paz, paz, paz, repetirán las mansiones celestiales.

Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad, y gloria en las alturas al Dios de las

misericordias.

Abríos, puertas del cielo, y recibid la palabra inmaculada, la palabra pronunciada por la

Reina de la gloria.

¿Quién es esa Reina de la gloria? Es la que

aparece a manera de aurora, hermosa como la

luna y pura como el Sol.

Es la paloma elegida por las celestiales delicias: es la azucena de los valles, la rosa del paraíso.

Abríos, puertas de los cielos, y recibid la

palabra inmaculada, la palabra de la Reina de

la gloria.

¿Quién es esa Reina de la gloria? Es una Virgen inocente desposada con el Criador de la inocencia.

Es la inmaculada María, que profiere el bien

aventurado consentimiento: el consentimiento

de encarnarse el Verbo de Dios.

Para iluminará los que se hallan entre las

tinieblas y las sombras de la muerte; para dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que preservó inmaculada a María, por los siglos de los siglos. Amén.

 

ORACION

¡Ah! ¿quién me dará frases convenientes para alabaros y bendeciros, por tantos beneficios como nos ha proporcionado una sola palabra vuestra, oh inmaculada María? La sentencia de la condenación eterna pesaba sobre la cabeza de todos los hijos de Adán, el imperio de las tinieblas y de la muerte se había establecido sobre las generaciones de la tierra, pero con Vuestra palabra todo ha cambiado, todo ha recibido un nuevo órden. Los rayos del sol de misericordia han brillado desde lo alto de los cielos, y han trasformado la palidez de la tierra son la sonrisa de la gracia; las puertas de la vida se han abierto ante el Redentor de la culpa, y en lugar del terror de la divina venganza ha aparecido el reino de la clemencia y de la paz. Y memorias y esperanzas nuevas han venido a consolarnos el corazón: memorias de vos, oh Virgen bendita, escogida para producir nuestra salvación y protegernos delante del trono del Señor, y para hacernos sobrellevar las aflicciones en el piélago de las tribulaciones: esperanzas no engañosas en la misericordia de un Dios niño, que nos mostráis en vuestros purísimos brazos, estrechándole contra vuestro pecho, para invitarle a que tenga compasión de nosotros. ¡Ah! proferid siempre una palabra en favor mío, oh Virgen predilecta de mi amor, proferidla de continuo entre los inmaculados abrazos de ese Hijo amoroso, que forma vuestra eterna bienaventuranza; vuestra palabra fue la que devolvió la salud a la tierra, santificará también mi alma con la gracia de un Dios que debe ser mi herencia por los siglos de los siglos.

 

Tres Ave Marías.

 

CONCLUSIÓN

PARA CADA UNO DE LOS DIAS.

 

Tota pulchra es, Maria,

et macula originalis non est in te.

Tu gloria Jerusalem, tu laetitia Israel, tu honorificentia populi nostri.

O María, virgo prudentissima, mater clementissima,

ora pro nobis, intercede pro nobis ad Dominum Jesu Christum.

 

 

V. In conceptione tua, O Virgo, immaculata fuisti.

R. Ora pro nobis Patrem, cuius Filium peperisti.

 

 

 

OREMUS.

DEUS, qui per immaculatam Virginis Conceptionem dignum Filio tuo habitaculum praeparasti, quaesumus, ut qui ex morte eiusdem Filii tui praevisa eam ab omni labe praeservasti, nos quoque mundos, eius intercessione, ad te pervenire concedas. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.

 

 

Ave Maria Purissima,

Sine labe originali concepta.

Sois toda hermosa , María,

y no hay en vos mancha

original;

Sois la gloria de Jerusalén.

Sois la alegría de Israel.

Sois la honra de los pueblos.

Oh María,

Virgen prudentísima ,

Madre de toda clemencia,

Rogad por nosotros,

Interceded por nosotros

 ante Jesucristo, nuestro

Señor.

V. En vuestra concepción ,

Virgen Santísima , fuisteis inmaculada.

R. Rogad por nosotros al Padre, cuyo hijo disteis a luz.

 

OREMOS.

Dios, que por medio

de la inmaculada concepción

de la Virgen preparasteis

una habitación digna

para vuestro Hijo, preservándola de toda mancha, concedednos

por su intercesión

que conservemos fielmente

inmaculado nuestro corazón

y nuestro cuerpo. Por el

mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén

 

Ave María Purísima, sin pecado concebida.