jueves, 5 de diciembre de 2024

6 DE DICIEMBRE. SAN PEDRO PASCUAL, OBISPO MÁRTIR (1227-1300)

 


06 DE DICIEMBRE

SAN PEDRO PASCUAL

OBISPO MÁRTIR (1227-1300)

LAS órdenes Trinitaria y Mercedaria se han disputado durante siglos a este insigne florón de la Iglesia española, que muy pocos españoles conocen. La conclusión definitiva de estos debates fue —tras largo proceso proseguido durante ciento ocho años— un decreto de la Santa Sede —1734—, en el cual se demuestra y afirma solemnemente que Pedro Pascual perteneció a fa Orden de la Merced, ex sacro Órdine B. M. V. de Mercede Redemptionis Captivorum...

Recién llegado Pedro Nolasco a Valencia, un noble caballero vino a postrarse a los pies del Santo Fundador:

— Padre mío, soy de ilustre familia; en mi escudo figuran un cordero pascual y dos torres de oro juntas, sobre dos colinas igualmente de oro. No tengo hijos, y como mi anhelo y mi blasón me hablan de virtud, de acuerdo con mi esposa, he decidido consagrarme a Dios, y por eso vengo a rogaros me admitáis en vuestra Orden.

— El Señor te concederá un hijo —dijo el Santo—. Será religioso mercedario y, por la santidad de su vida y admirable doctrina, dará mucha gloria a Dios y será honra y prez de la Iglesia y de la Virgen María.

El niño predestinado nació el 6 de diciembre de 1227, y se llamó Pedro, en grato recuerdo de su Protector. Hoy Se llama San Pedro Pascual.

De su infancia se cuenta una anécdota deliciosa. Los moros de Valencia. habían martirizado a seis mercedarios. Al día siguiente, como si con un juego infantil profetizase el glorioso fin de su vida, el niño juega a ser mártir con algunos moritos de su edad; ellos hacen de verdugos; él de víctima. De no acudir a tiempo sus padres, Pedro hubiera muerto sin quejarse. Y cuando se trató de castigar a los culpables, el santo niño lo impidió, diciendo: «No les hagan daño; me martirizaban porque yo quería».

No sabemos dónde cursa los prime ros estudios. Comienza la carrera eclesiástica, llamando de tal manera la atención por su talento y santidad, que el rey don Jaime I de Aragón, a petición del Prelado valenciano, lo nombra canónigo de la Catedral, siendo aún adolescente. En 1241, por consejo de San Pedro Nolasco, es enviado a ampliar estudios a París. En la célebre Universidad alterna con Santo Tomás y San Buenaventura. Hacia el 1249 recibe el grado de Doctor en Teología, y se ordena de sacerdote. De París pasa a Roma, donde visita al Papa. Y de Roma a Valencia. Sus padres han muerto ya, dejando a Pedro Nolasco como ejecutor testamentario. Tres partes se hacen de la hacienda: una para redimir cautivos; otra para los presos, y la tercera para los huérfanos. Pedro no se guarda ni un céntimo. «No quiero otra herencia fuera de Nuestro Señor Jesucristo». Y para satisfacer cumplidamente tan ardiente anhelo, renuncia al canonicato y profesa en la Orden de la Merced. Al año siguiente —1251—, el santo Fundador le encomienda una cátedra de Filosofía en Barcelona, y luego la de Ciencias Sagradas en Zaragoza. El 52 lo pasa —altas vibraciones redentoras— rescatando cautivos en Granada. Y el 53 —en este viaje hace brotar una fuente en las arideces castellanas— vuelve a la Capital aragonesa, como preceptor del infante Don Sancho, del que hace un mercedario, un obispo y un mártir. La Liturgia mozárabe lo honra como Santo y lo menciona en el Canon de la Misa.

A Pedro le faltaba aún mucho por hacer en la vida. No era la suya antorcha que se pudiese ocultar fácilmente debajo del celemín de la humildad. Desde 1291 a 1294, peregrina por Francia e Italia, popularizando doquiera los argumentos que por entonces aducían los doctores de la Sorbona para probar el dogma de la Inmaculada Concepción. El 20 de febrero de 1296, siendo a la sazón Abad de Trasmaris —en la diócesis de Braga— es consagrado Obispo de Jaén por el cardenal Acquasparta. La sede jiennense, arruinada por las continuas incursiones, robos y saqueos de los sarracenos, no necesitaba menos que el celo de un Santo. A Pedro le bastó un año para demostrar que lo era, para realizar una labor patriótica, religiosa y social humanamente insuperable. Un día, al regresar de su visita pastoral —que hacía invariablemente a pie— fue sorprendido por una cuadrilla de moros que lo llevaron preso a Granada. Tres años de cautiverio y una muerte heroica iban a coronar aquella vida consagrada desde la cuna a los más puros ideales: el amor a Dios y al prójimo. Muley Mohamed Abu Abdalah, con la esperanza de un subido rescate, le concedió relativa libertad, que el Santo aprovechó para quemar sus últimas energías de apóstol legítimo, enseñando la doctrina, disputando con mahometanos y judíos y celebrando los divinos Oficios con tal fervor que, una vez, el mismo Niño Jesús le ayudó de monaguillo. La pluma fue también en sus manos un arma de apostolado. Los diversos libros doctrinales y de controversia que escribió, sin tener a mano ninguna obra de consulta, revelan una preparación teológica, bíblica y patrística verdaderamente extraordinaria. Dos veces le enviaron la cuantiosa suma de su rescate; pero Pedro la empleó para redimir un buen número de niños y doncellas, ofreciendo heroicamente a Dios el sacrificio de su libertad y de su vida. Decapitado el 6 de diciembre de 1300, murió como la rosa que, habiendo exhalado ya todo su aroma, no tiene más que dar...