13 de junio. San Antonio de Padua, confesor y doctor de la Iglesia
Antonio, natural de Lisboa, Portugal, nació de padres nobles, que lo educaron piadosamente. De joven, abrazó la vida de los Canónigos regulares. Pero trasladados a Coimbra los cuerpos de cinco mártires, Frailes Menores, que habían sido martirizados por la fe en Marruecos, su vista abrasó a Antonio de deseos de ser martirizado e ingresó en la Orden Franciscana. Movido por este impulso, se dirigió al país de los sarracenos, pero una enfermedad lo redujo a la impotencia y tuvo que regresar. Sucedió, que a pesar de navegar con rumbo a España, los vientos llevaron el navío en que viajaba a Sicilia.
De Sicilia pasó al Capítulo General en Asís; luego se retiró a la ermita del monte San Pablo, Toscana; allí pasó mucho tiempo entregado a la contemplación divina, a los ayunos y a las vigilias. Recibidas las sagradas Ordenes, se le mandó de predicar el Evangelio. Su sabiduría y facilidad de palabra le dieron tantos triunfos y excitaron tanta admiración, que, predicando un día ante el Papa, fue llamado por él Arca del Testamento. Persiguió con rigor las herejías, y por los golpes que les asestó fue llamado martillo perpetuo de los herejes.
Siendo el primero de su Orden por el esplendor de su ciencia, explicó las sagradas Letras en Bolonia y en otras partes, y dirigió los estudios de sus hermanos. Después de recorrer muchas provincias, llegó un año antes de su muerte a Padua, en donde dejó insignes monumentos de su santidad. Finalmente, habiendo llevado a feliz término grandes trabajos por la gloria de Dios, cargado de méritos e ilustre por sus milagros, durmiose en el Señor el día 13 de junio, del año de gracia 1231. El Sumo Pontífice Gregorio IX le inscribió en el número de los santos Confesores. Fue declarado Doctor de la Iglesia por Pío XII.
Oremos.
Haz, oh Dios, que la solemne festividad de tu Confesor y Doctor Antonio regocije tu Iglesia, de suerte que siempre sea fortificada con espirituales auxilios y merezca disfrutar de goces eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.