domingo, 18 de junio de 2023

DÍA 19. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN GETSEMANÍ. San Enrique de Ossó

DÍA 19

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN GETSEMANÍ

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

 

DIA DECIMONOVENO

Sentimientos del Corazón de Jesús en Getsemaní

 

Composición de lugar. Contempla al Corazón de Jesús solo, agonizando por tu amor en el huerto de Getsemaní.

 

Petición. Dame a conocer, oh corazón de Cristo, la grandeza de tu amor, y la profundidad de tu dolor en este paso.

 

Punto primero. "Después del sermón Jesús salió de Jerusalén, e iba según la costumbre al monte de los Olivos pasado el torrente de Cedrón, a donde había un huerto, Getsemaní, y entró en él Jesús y sus discípulos. Judas sabía este lugar, porque con frecuencia Jesús iba allá con sus discípulos. Al llegar allí, Jesús les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy allí a orar. - Y tomó a Pedro, Juan y Santiago y empezó a atemorizarse y tener tristeza, pavor y tedio. Y les dice: Mi alma está llena de una tristeza mortal. Teneos aquí y vigilad conmigo. Orad, para que no entréis en la tentación. - Y se apartó Jesús de ellos como de un tiro de piedra, y arrodillado oraba... Cayó sobre la tierra, sobre su rostro orando, para que si pudiese ser pasase esta hora de él. Y dijo así: Padre, Padre, todas las cosas te son posibles; traspasa este cáliz de mí... Padre mío, si es posible, traspasa este cáliz de mí... Padre, si quieres, traspasa de mí este cáliz: mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. Mas no como yo quiero, sino como tú. Mas no se haga mi voluntad, sino la tuya. - Jesús va a sus discípulos, y los encuentra dormidos, y dice a Pedro: Simón, ¿duermes?, ¿aún no has podido velar una hora conmigo? Vigilad y orad, para no caer en la tentación, porque el espíritu está pronto, mas la carne es flaca. - Vuelve Jesús otra vez y ora diciendo: Padre mío, si no puede este cáliz pasar sin que yo le beba, hágase tu voluntad. - Y volvió de nuevo y los halló dormidos, y dejándolos volvió otra vez, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras" Estas idas y venidas de Jesús, alma mía, en este paso, te demuestran mejor que todos los discursos, la acerbidad del dolor de su corazón. Aprende del corazón de Cristo a orar con constancia, a orar con reverencia, a orar con fervor, repitiendo la misma plegaria en tus trabajos: Padre, Padre mío, no se haga mi voluntad, sino la tuya: no lo que yo quiero, sino lo que quieres y como lo quieres, porque, como Padre mío que me amas, sabes lo que más conviene a mi corazón. Esta será siempre mi súplica, la súplica única de mi corazón porque tú me la enseñaste, y fue la de tu Corazón Divino toda tu vida, y más en este paso solemne: Padre mío, Padre mío, enséñame a hacer tu voluntad, para agradarte siempre y en todas las cosas, y ser feliz en el tiempo y en la eternidad. Amén.

 

Punto segundo. "Jesús, puesto en agonía, oraba con más prolijidad, y comenzó a sudar gotas de sangre, que corrían por todo su cuerpo sacratísimo hilo a hilo hasta caer en tierra". ¡Oh corazón de mi amado Jesús! ¿Qué es lo que veo? Después de la tristeza, pavor, tedio de vuestra alma, ¿sudáis ahora gotas de sangre? ¿Qué tempestades pasa en este momento vuestro Sagrado Corazón, bien mío?... Decídmelo por si acaso puedo calmar vuestro dolor. Estáis solo, Jesús mío, tristísimo, afligidísimo, desconsoladísimo;

¿admitiréis, mi ruin compañía? Dadme permiso, Señor mío Jesucristo, amado de mi alma, para acompañaros, porque aunque ruin, siempre os será compañía, y compasión habré de vuestra pena, agonía y dolor. Yo no veo verdugos que os azoten, ni soldados que os coronen de espinas, ni clavos ni lanzas que traspasen vuestras carnes; pues

¿cómo es este sudor, mi Señor Jesucristo?... - ¡Oh hija mía de mi corazón! alma cristiana, que te asocias a mi dolor en este paso, sábete que tus pecados y los de todo el mundo que tengo presentes todos, todos son los que punzan mi amantísimo corazón, porque he salido fiador por todos ellos, para que sean borrados y perdonados. La traición de Judas, la negación de Pedro, la reprobación de mi pueblo escogido, la condenación eterna de tantas almas a pesar de mi pasión, y sobre todo el olvido y desagradecimiento de tantas almas que no habían de reconocer ni querer aprovecharse de este beneficio de tan costoso remedio, éstas son las fuentes principales de mi tristeza de mi agonía, de mi sudor de sangre.

 

Se puede evitar, hija mía, con tus oraciones, con tus enseñanzas, con tus buenos ejemplos y sacrificios, estos pecados, si logras convertir, santificar algunas almas, aliviarás mis dolores, consolarás mi corazón, y le confortarás mejor que el ángel en este paso de dolor. Trabaja con todo ahínco según tus fuerzas en conocerme y amarme con todo tu corazón, en evitar pecados tú y cuantas almas puedas: procura hacerme conocer y amar y desagraviar y quedará consolado mi corazón que tanto te ama, como lo muestra derramando su sangre y que tan poco amado, tan mal correspondido se ha visto y se ve de todos los hombres.

 

Afectos. Contempla, alma mía, el rostro de tu amado Jesús en este paso... Aquella frente serena que esclarece la lumbre del cielo... aquella cara tan reverenciada de los ángeles, ¡cuán demudada está!... ¡goteada y cubierta toda de sudor de sangre!... aquellos ojos tan hermosos y piadosos, ¡cuán desfigurados!... Mira a Jesús, alma mía, en este paso y tórnale a mirar... mirarte a él con unos ojos tan hermosos y piadosos, que al cruzarse su mirada con la tuya te hará mucho bien... Dile: ¿Qué puedo hacer para consolaros, Salvador mío? ¿Qué debo hacer?... ¡Estáis solo!... ¿admitiréis mi ruin compañía?... Sí, la admitirá Jesús, hija mía, si procuras secar las fuentes de su tribulación y de su dolor. Tus pecados y los de todo el mundo... el olvido y desagradecimiento de tantas almas, que no habían de reconocer este beneficio, ni querer aprovecharse de tan costoso remedio: he ahí las causas de la agonía de Jesús... ¿Puedes tú hacer conocer y amar a Jesús, salvar muchas almas? Pues con esto complacerás y consolarás a su Divino Corazón.

 

¡Oh Jesús mío! quiero de veras enjugar vuestro sudor, aliviar vuestros dolores, trabajando con mis oraciones y buen ejemplo en la salvación y santificación de las almas... No quiero que vuestra sangre caiga en el suelo; caiga mejor en la tierra de nuestros corazones, para con ella ablandar su dureza y convertirlos a vos. Amén.

 

Jaculatoria. Corazón de Jesús puesto en agonía, apiadaos de los que mueren en este día.

 

Obsequio. Todas las noches al acostarme, antes de dormir, acompañaré unos momentos a Jesús agonizante, rogando por los agonizantes.

 

EJEMPLO

 

Santa Lutgarda, que desde niña había abrazado el instituto religioso de las Benedictinas, hallose al principio fuertemente tentada de volverse al siglo. Pronto, sin embargo, le vino ayuda del cielo: apareciósele el Redentor, y mostrándole su costado abierto le dijo: "Rechaza con horror los llamamientos del mundo, y pospón a mí tu enemigo. Fija los ojos en este corazón mío, y aprenderás lo que debes amar y lo que te ha de hacer eternamente feliz. Aquí están las verdaderas delicias y las consolaciones sempiternas". Recobrando ánimo a estas voces divinas, estuvo siempre firme en su vocación, llegando a ser tan amante de Jesús Crucificado que quedaba extasiada con solo mirar su imagen y contemplaba con tal afecto la pasión del Salvador, que llegaba hasta derramar lágrimas de sangre.

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.