domingo, 11 de junio de 2023

DÍA 12. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN SU PREDICACIÓN Y VIDA PÚBLICA. SAN ENRIQUE DE OSSÓ

DÍA 12

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN SU PREDICACIÓN Y VIDA PÚBLICA

 

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA DUODÉCIMO

Sentimientos del Corazón de Jesús en su predicación y vida pública

 

Composición de lugar. Contempla lo que dice y hace Jesús, recorriendo las ciudades, villas y aldeas de Palestina.

 

Petición. Dame, Jesús mío, sentir y obrar como tu corazón al pasar por el mundo, haciendo bien a todos.

 

Punto primero. Oye, alma mía, con la más profunda reverencia y amor, las palabras de Cristo al pasar por el mundo enseñando y haciendo bien a todos. Porque si de la abundancia del corazón habla la boca, claro está que oyendo sus palabras oyes, ves, sientes los latidos de su corazón adorable. Primeras palabras: haced penitencia, porque está cerca de vosotros el reino de Dios. - Mi comida es hacer la voluntad de mi Padre celestial, pues yo siempre la hago y busco su gloria. - Tengo compasión de las turbas. Venid a mí todos los que andáis trabajados y agobiados, yo os confortaré... tomad mi yugo, que es suave y ligero el peso mío, porque toda la ley está incluida en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. - Aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis paz para vuestras almas. - En vuestra paciencia poseeréis vuestra alma. - Bienaventurados los pobres, los mansos, los que lloran, los puros de corazón, los que padecen por la justicia; amad a vuestros enemigos y haced bien a vuestros perseguidores. - Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas. - El reino de los cielos padece violencia y solo los que se la hacen lo arrebatan. - Yo he venido a meter fuego en la tierra, y no deseo más sino que arda. - No he venido a buscar a los justos, sino a los pecadores. - De toda palabra ociosa han de dar cuenta los hombres en el día del juicio. El que quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.

- No puede ser el discípulo más que el maestro. No temáis a los que solo pueden matar el cuerpo y no pueden matar el alma. - Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes y dalo a los pobres, y sígueme. - Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos. - Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. - ¿De qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? - No todo aquel que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino aquel que hace la voluntad de mi Padre celestial... Con estas y otras palabras de vida eterna salidas de su corazón adorable enseñaba Cristo el camino del cielo a todos, anunciando tan divinas enseñanzas con parábolas y ejemplos y acompañándolas con milagros y curaciones y beneficios estupendos. Tantos fueron y tan grandes, que el pueblo, dejándose llevar de los impulsos de su noble corazón, exclamaba fuera de sí alborozado: "Jamás hombre alguno habló así. Todo lo hizo bien Jesús, grande profeta," y quería proclamarlo rey, si Cristo no se hubiese escondido... ¡Oh alma mía! con más razón que el pueblo judío, pues tú eres iluminada por la luz de la fe y has experimentado los beneficios de su redención copiosa, debes exclamar al meditar la doctrina de Cristo: Jamás hombre alguno habló tan celestial, tan divinamente como Jesús, porque ninguno tuvo un corazón tan divino, tan celestial, tan endiosado, tan unido a Dios, porque es el corazón de Hombre Dios. Dame gracia, Jesús mío, por tu corazón, no solo de oír tus enseñanzas, sino de practicarlas, porque dicho por ti está: Solo el que hace la voluntad de mi Padre celestial entrará en el reino de los cielos.

 

Punto segundo. Haz un firme propósito, alma mía, de no pasar día sin leer, recordar o meditar las palabras de Cristo, porque recordándolas oirás los latidos de su corazón adorable y lo conocerás mejor, y mejor le podrás amar e imitar. Estas palabras de vida eterna, que son espíritu y vida de las almas, han de ser el alimento de tu corazón, si quieres tener salud espiritual robusta, perfecta, porque son palabras de Dios, pan todo celestial y divino. No vayas a buscar los charquillos, turbios siempre, de las verdades del hombre. Dile a Cristo con toda humildad y confianza: Señor mío Jesucristo, camino, verdad y vida de mi alma, no me hablen los doctores, los sabios, ni los Profetas: háblame Tú, verdad eterna, que abriste la boca de los profetas e iluminaste e iluminas a todo hombre que viene a este mundo. Callen en tu presencia todas las criaturas, y háblame tú, criador de ellas, que más provecho hace al alma una palabra salida de tu boca, que los más sublimes y bien compuestos discursos de los hombres. Tus manos me hicieron y me formaron: completa, pues, tu obra con tus instrucciones. Tú conoces mejor que nadie lo que falta de luz a mi inteligencia y de amor a mi corazón, para ser lo que tú quieres y en el grado que tú quieres y estos son, bien lo sabes, dueño mío, los únicos deseos de mi corazón, sediento de palabras, de vida eterna y de salud. En tu presencia está mi corazón y mi silencio te habla. Cansado estoy y fastidiado de los vanos discursos de los hombres, y desengañado por haber andado tras la mentira y por haber amado la vanidad. De tu corazón divino, del que salen todos los amores, salen también todas las verdades. Ame, pues, yo sobre todas las cosas tu corazón adorable, para que amando la fuente de toda bondad, ame la fuente de toda verdad y no sólo seas luz y vida eterna para mi entendimiento, sino amor y gozo cumplido para mi corazón, acá por gracia, y allá por lumbre de gloria abismada en tu amor. Despierta y aviva en mi corazón el amor a la verdad para que viva en él el amor a tu bondad. Amén

 

Afectos. Señor mío Jesucristo, que bajaste del cielo para enseñarnos con tu palabra y ejemplo el camino de la vida eterna; solo tus palabras sacian el alma. Al considerar tus divinas enseñanzas, mejor que Pedro me veo forzado a exclamar: Si te dejamos a ti, maestro infalible, ¿a quién iremos? Tú solo tienes palabras de vida eterna. Sí, tú solo, Jesús mío, porque los otros hombres solo tienen palabras de vanidad y mentira. Todo hombre es mentiroso, y si alguna verdad enseñan, de ti la reciben como de su fuente, pues das a todos de las riquezas de tu corazón adorable. Por esto te pido, maestro único de la verdad, que me des un corazón dócil, para oír tu voz y tus enseñanzas, y sobre todo para ponerlas en práctica. Porque ¿de qué me aprovechará la verdad conocida y no amada, oída y no practicada? Solo me serviría de mayor condenación en el día del juicio. ¡Oh buen Jesús! dame un entendimiento lleno de tus máximas y doctrina evangélica, porque conocerte a ti es la vida eterna, mi mayor felicidad. Y dame sobre todo un corazón enamorado de estas verdades, de suerte que no solo me arrastre a su seguimiento fiel, sino que mueva a otros corazones a conocerte y amarte, corazones que están sentados en las tinieblas y sombras del error y del pecado, de la ignorancia y de la malicia. Envía un rayo de tu luz y renovarás la faz de la tierra deformada por el pecado. ¡Oh Corazón de Jesús, verdad, amor y vida de las almas! haz que no haya en todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma. Amén.

 

Jaculatoria. ¡Cuán dulces son tus palabras, Corazón de Jesús, a mi corazón! Más que la miel a mi boca.

 

Obsequio. No pasaré día de mi vida sin recordar algunas palabras salidas del Corazón de Jesús.

 

EJEMPLO

 

De santa Gertrudis leemos, que jamás pudieron oscurecer la constancia y segura confianza que tenía en la benignísima misericordia de Dios, ningún peligro ni tribulación, ni la pérdida de sus casas, ni otros impedimentos, ni aun los pecados y defectos propios; porque confiaba ciertísimamente que todas las cosas así prósperas como adversas, la Divina Providencia las convertía en su bien. Y una vez le dijo el Señor a esta santa virgen: "Aquella segura confianza que el hombre tiene en mí, creyendo que realmente puedo, sé y quiero fielmente ayudarle en todas las cosas, me atraviesa el corazón, y hace tanta fuerza a mi piedad que a semejante hombre, en cierta manera, ni le puedo favorecer por el contento que recibo en verle colgado de mí y por aumentarle el merecimiento, ni dejarle de favorecer por acudir a quien yo soy y a lo mucho que le quiero": habla a nuestro modo, como que el amor le suspende. De santa Matilde se cuenta que le dijo el Señor: "Mucho contento me da que los hombres confíen en mi bondad y presuman de mí, porque cualquiera que humildemente estuviere muy confiado y se fiare bien de mí, yo le favoreceré en esta vida, y en la otra le haré más bien que él merece. Cuando uno más fiare y presumiere de mi bondad, tanto más alcanzará, porque es imposible que el hombre no alcance lo que santamente creyó y esperó que alcanzaría, habiéndolo yo prometido; y por esta razón le es provechoso al hombre que, esperando de mí cosas grandes se fíe bien de mí" ¿Y qué era lo que principalmente era razón se creyese de su inefable bondad? Le respondió: "Cree con fe cierta que yo te recibiré después de tu muerte como el padre recibe a su muy querido hijo y que jamás hubo padre que con tanta fidelidad repartiese su hacienda, como yo comunicaré contigo todos mis bienes y a mí mismo. Cualquiera que firmemente y con caridad humilde creyere esto de mi bondad será bienaventurado".

¿Quién no se anima con estas regaladas palabras a confiar en el Señor?

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.