Textos para meditar ante el Sagrario
Textos para meditar ante el Sagrario
EL LEMA
DE NUESTROS APOSTOLADOS
SAN MANUEL GONZÁLEZ,
OBISPO DE LOS SAGRARIOS ABANDONADOS
Comulgantes de Jesús de cada mañana,
¡Sed los apóstoles de Jesús de cada hora!
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 29-39
Jesús, saliendo de allí, se fue a la orilla del lago de Galilea; luego subió al monte y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos; los ponían a los pies de Jesús y él los sanaba. De modo que la gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alababan al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino”. Sus discípulos le dijeron: “Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie?”. Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?”. “Siete y unos pocos peces” -le contestaron. Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes.
V. EL LEMA DE NUESTROS APOSTOLADOS
¡Todo por, con y para el Corazón de Jesús!
¡Guerra al pesimismo y al laicismo en las obras católicas!
Aunque Ésa no sea una frase sonora, creo que es clara y precisa.
La parte positiva del lema
Acá, en los trabajos de la tierra, toman éstos su clasificación, su intensidad, su eficacia y sus ganancias de estas tres cosas: la razón, los medios y los fines del trabajo.
A mayor razón, a mayores y más abundantes medios y a más levantados fines en el que trabaja, el trabajo es tanto más noble, más fácil y fecundo.
Apliquemos esto al trabajo por las almas y por el pueblo y concluyamos que aquél trabajará más y con menos riesgo y fatiga y sacará más de su trabajo, que se mueva a trabajar por razón más recta, que trabaje con los medios más aptos y que persiga el fin más elevado.
¿No es verdad?
Pues aquí de nuestro lema.
¿Por qué queremos trabajar en favor de las almas y del pueblo?
Porque el Corazón de Jesús lo quiere.
No queremos que sea la compasión meramente natural, ni el miedo al socialismo, ni el gusto de hacer el bien por el bien ni el afán de señalarnos en el ejército de los luchadores del bien, quienes muevan nuestras manos para trabajar y para escribir, sino que nos echamos a la calle y al trabajo, porque el Corazón de Jesús, que está vivo en el Sagrario de nuestra iglesia y que hemos recibido en comunión por la mañana, nos ha dicho con voz que no oyen los oídos de la carne, pero sí los oídos del alma: Ve y trabaja... que mi Corazón quiere hacer por medio de ti un poco de bien a esos necesitados...
Y gozosos en entrar al servicio de tan buen Amo y honradísimos en ser utilizados por Él, nos ponemos a trabajar en el estajo que Él nos señala. ¿Conocéis un motivo, una razón que empujen a trabajar más que esto?
Y como vamos por Él y sabemos lo poco que valemos y, sobre todo, lo improporcionados que somos para trabajos de orden sobrenatural, después de ofrecer la pobre red de nuestro ingenio, de nuestras fuerzas, de nuestro entusiasmo, le hemos dicho y le decimos cada día, después de comulgar, al reanudar el trabajo: «En tu nombre la echamos, Señor».
Sabemos muy bien que sin Él aunque se trabaje toda la noche y todo el día, no se saca nada, y que con Él nuestras redes vuelven a nuestra barca siempre llenas y rebosantes.
Y ¿si nuestro trabajo es fecundo y el fruto nos sonríe, y las gentes nos aplauden y los beneficiados por nuestra obras nos agradecen y nuestro trabajo y nuestra persona van a ser rodeados de la aureola de la gloria?
Entonces, con la ocultación de nuestras personas y con la profesión terminante de fe de nuestras obras, decimos
Para el Corazón de Jesús, que nos mandó trabajar y que nos sostuvo en el trabajo, toda la gloria, y toda la alabanza, y todo el agradecimiento y todo el amor.
Para nosotros, mientras más silencio, más contentos y más seguros.
Y ¿si nuestros trabajos no son entendidos, nuestras iniciativas no secundadas, nuestras intenciones falsificadas y nuestro fruto no aparece?
Entonces, cuando suene la hora de lo que llamarán fracaso, entonces la confusión, las burlas que vengan
para nosotros
Que en recibir eso no hay peligro alguno y sí grandes ventajas para la obra y para el operario...
Ésa es la parte positiva de nuestro lema y me parece que es bastante positiva.
Por Él, con Él, y para Él queremos trabajar e invitar a los que nos lean u oigan a trabajar. Ése es el único apostolado parroquial, benéfico, social, individual que queremos.
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OBISPO DE LOS SAGRARIOS ABANDONADOS
Comulgantes de Jesús de cada mañana,
¡Sed los apóstoles de Jesús de cada hora!
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 29-39
Jesús, saliendo de allí, se fue a la orilla del lago de Galilea; luego subió al monte y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos; los ponían a los pies de Jesús y él los sanaba. De modo que la gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alababan al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino”. Sus discípulos le dijeron: “Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie?”. Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?”. “Siete y unos pocos peces” -le contestaron. Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes.
V. EL LEMA DE NUESTROS APOSTOLADOS
¡Todo por, con y para el Corazón de Jesús!
¡Guerra al pesimismo y al laicismo en las obras católicas!
Aunque Ésa no sea una frase sonora, creo que es clara y precisa.
La parte positiva del lema
Acá, en los trabajos de la tierra, toman éstos su clasificación, su intensidad, su eficacia y sus ganancias de estas tres cosas: la razón, los medios y los fines del trabajo.
A mayor razón, a mayores y más abundantes medios y a más levantados fines en el que trabaja, el trabajo es tanto más noble, más fácil y fecundo.
Apliquemos esto al trabajo por las almas y por el pueblo y concluyamos que aquél trabajará más y con menos riesgo y fatiga y sacará más de su trabajo, que se mueva a trabajar por razón más recta, que trabaje con los medios más aptos y que persiga el fin más elevado.
¿No es verdad?
Pues aquí de nuestro lema.
¿Por qué queremos trabajar en favor de las almas y del pueblo?
Porque el Corazón de Jesús lo quiere.
No queremos que sea la compasión meramente natural, ni el miedo al socialismo, ni el gusto de hacer el bien por el bien ni el afán de señalarnos en el ejército de los luchadores del bien, quienes muevan nuestras manos para trabajar y para escribir, sino que nos echamos a la calle y al trabajo, porque el Corazón de Jesús, que está vivo en el Sagrario de nuestra iglesia y que hemos recibido en comunión por la mañana, nos ha dicho con voz que no oyen los oídos de la carne, pero sí los oídos del alma: Ve y trabaja... que mi Corazón quiere hacer por medio de ti un poco de bien a esos necesitados...
Y gozosos en entrar al servicio de tan buen Amo y honradísimos en ser utilizados por Él, nos ponemos a trabajar en el estajo que Él nos señala. ¿Conocéis un motivo, una razón que empujen a trabajar más que esto?
Y como vamos por Él y sabemos lo poco que valemos y, sobre todo, lo improporcionados que somos para trabajos de orden sobrenatural, después de ofrecer la pobre red de nuestro ingenio, de nuestras fuerzas, de nuestro entusiasmo, le hemos dicho y le decimos cada día, después de comulgar, al reanudar el trabajo: «En tu nombre la echamos, Señor».
Sabemos muy bien que sin Él aunque se trabaje toda la noche y todo el día, no se saca nada, y que con Él nuestras redes vuelven a nuestra barca siempre llenas y rebosantes.
Y ¿si nuestro trabajo es fecundo y el fruto nos sonríe, y las gentes nos aplauden y los beneficiados por nuestra obras nos agradecen y nuestro trabajo y nuestra persona van a ser rodeados de la aureola de la gloria?
Entonces, con la ocultación de nuestras personas y con la profesión terminante de fe de nuestras obras, decimos
Para el Corazón de Jesús, que nos mandó trabajar y que nos sostuvo en el trabajo, toda la gloria, y toda la alabanza, y todo el agradecimiento y todo el amor.
Para nosotros, mientras más silencio, más contentos y más seguros.
Y ¿si nuestros trabajos no son entendidos, nuestras iniciativas no secundadas, nuestras intenciones falsificadas y nuestro fruto no aparece?
Entonces, cuando suene la hora de lo que llamarán fracaso, entonces la confusión, las burlas que vengan
para nosotros
Que en recibir eso no hay peligro alguno y sí grandes ventajas para la obra y para el operario...
Ésa es la parte positiva de nuestro lema y me parece que es bastante positiva.
Por Él, con Él, y para Él queremos trabajar e invitar a los que nos lean u oigan a trabajar. Ése es el único apostolado parroquial, benéfico, social, individual que queremos.