martes, 27 de junio de 2023

DÍA 28. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA CRUZ. San Enrique de Ossó


 

DÍA 28

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA CRUZ

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

 

DIA VIGESIMOCTAVO

Sentimientos del Corazón de Jesús en la cruz.

 

Composición de lugar. Mira a Jesús enclavado en la cruz, y oye sus palabras.

 

Petición. Dame, Jesús mío, que las palabras de tu corazón conviertan el mío.

 

Punto primero. "Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su Madre, María Cleofé y María Magdalena y el Discípulo amado. Habiendo , pues, visto Jesús a la madre y al discípulo que estaba en pie, a quien amaba, dice a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Después dice al Discípulo: He ahí a tu Madre. Y desde aquella hora el Discípulo tomó a la madre de Jesús a su cuidado". ¡Qué honra para san Juan! ¡Qué consuelo para todos los cristianos! Desde hoy no estaremos huérfanos. La madre de Dios es nuestra madre. ¡Qué honra, y qué consuelo es el poder decir con verdad: La madre de Dios es mi madre! ¿Qué puedo temer? ¿Qué me puede faltar teniendo por madre a la misma madre de Dios? ¡Oh bondad del Corazón de Cristo! ¡Oh generosidad inmensa de tu amor! todo nos lo das, Jesús mío, en el exceso de tu dolor y de tu amor. Bendito seas, y gracias infinitas te doy por ello, pues aunque otra gracia no nos hubieses dado, este don bastaba para acreditar la grandeza y dignación infinita de tu amantísimo corazón. Tu madre es mi madre, madre mía de mi alma, madre mía de mi corazón. ¡Ojalá sepa aprovecharme de esta tu fineza inestimable, oh Corazón de Jesús mío, honrando, invocando, amando e imitando a tan dulce madre, para que ella sea mi vida, dulzura y esperanza en vida, en muerte y por toda la eternidad! ¡Oh María, madre mía! ved ahí a vuestro hijo, pobre pecador; guardadme como a la niña de vuestros ojos; salvadme, y rogad a Jesús, por mí, el más necesitado de vuestros hijitos. Amén.

 

Punto segundo. ¿Cómo has agradecido esta fineza incomparable del corazón de Cristo agonizante? ¿Cómo has cumplido su testamento solemne? ¿Has recibido como el Discípulo amado a tus cuidados la honra de tu Madre Santísima, María Inmaculada, Madre de Dios? ¿Qué has hecho por María Inmaculada, tu mejor madre? ¿Qué haces? ¿Qué piensas hacer?... Medítalo seriamente, porque te va en ello la vida o muerte eterna. Ningún devoto de María se condena, ni ningún hijo fiel de María se pierde. No lo olvides: Si quieres ir al cielo, María es la puerta, es la escala. Si quieres vivir, María es la respiración del alma cristiana. Si quieres verte libre de toda tentación y peligro, María es la torre de David inexpugnable. Si estás triste, María es la causa de nuestra alegría. Si estás enfermo, María es la salud de los enfermos. Si te sientes débil, María es la auxiliadora de los cristianos. En una palabra, todas las cosas hallarás en María, con María y por María, porque por María hallarás a Jesús fruto bendito de su vientre. A Jesús por María, porque es voluntad de Cristo que no descienda ninguna gracia a la tierra, sino por manos de María. Si Jesús es la fuente y plenitud de todas las gracias, de quien las recibimos todos, María es el canal, es la llave que abre esta fuente, es el acueducto de estas gracias que reparte a su voluntad. ¡Oh María, vida, dulzura y esperanza mía! Monstra te esse Matrem: Mostrad que sois mi Madre, y nada tendré que temer. ¡Viva María Inmaculada, Virgen y Madre de Dios y Madre mía! Amén.

 

Afectos. ¡Oh María Inmaculada! Acordaos que sois madre de todos los hombres, pero de un modo especial madre mía, porque sois madre de los pecadores. Y ¿quién más pecador que yo? Luego, ¿de quién debéis ser madre y más madre que de mí? No os olvidéis, pues, jamás, oh María, de este pobrecito hijo vuestro y esclavito de vuestras entrañas y cuanto mayor es mi ruin miseria, resplandezca mejor vuestra inmensa misericordia. Mostrad que sois mi madre, alcanzándome el perdón de mis pecados y la perseverancia y el aumento en vuestro amor y en el amor de vuestro hijo Jesús. Estos tus ojos tan misericordiosos vuélvelos, oh María, a nosotros tus hijos, que gemimos y suspiramos desterrados en este valle de lágrimas y de dolor. Vuélvelos, oh María, a nosotros, que solo con mirarnos ya nos haces felices. ¡Tiene tanta fuerza la mirada piadosa de una madre amorosa! ¡Ay! no hay corazón humano que la pueda resistir. Pues mucho menos podrán resistir los corazones cristianos tu mirada con piedad, oh madre nuestra María. Míranos, pues, con compasión, y no nos dejes, madre mía, hasta que formemos tu gozo y tu corona en el reino de la gloria. No permitas que ninguno de tus hijos se pierda. ¿Cómo lo había de poder sufrir tu maternal corazón? ¿Para qué quieres el cielo, tu herencia, oh madrecita querida, si no has de hacernos participar de él, a tus hijos, los pobrecitos pecadores? Vuelve, vuelve, pues, esos tus ojos tan misericordiosos a nosotros, María madre nuestra, y conviértenos y sálvanos.

 

Jaculatoria. ¡Oh María madre mía! ¡Tú eres la vida, dulzura y esperanza mía! ¡Sálvame!

 

Obsequio. No pasaré día sin invocar a María, rezándole el santo rosario.

 

EJEMPLO.

 

La bienaventurada Dorotea, de nacionalidad polaca, consumió su vida en el amor de Jesús y en la adoración de la santa Eucaristía. Levantábase de la cama al amanecer, dirigiendo todos los días sus primeros pasos a la casa del Señor para oír gran número de misas y hacer la corte a Jesús Sacramentado, de cuya presencia parecía no poderse separar; y no hallando reposo ausente de su amada compañía, pasó de la casa paterna a habitar en una estancia contigua a la iglesia, desde donde por una ventana que correspondía al altar del Santísimo Sacramento, día y noche adoraba a su dulcísimo esposo y señor. No pasó sin ser recompensado con singulares beneficios un obsequio tan constante y tan devoto.

Un día, después de haber recibido la Sagrada Comunión, apareciósele Jesús con su divina madre, dejándole en prenda de su amor, como esposa fiel, sus cinco llagas impresas en sus manos, pies y costado; otras muchas veces se le apareció el Divino Jesús, y al acercarse los últimos momentos de su vida, y después de haber recibido al Dios de amor como Viático, volviósele a aparecer con su Santísima Madre por la misma ventana que la sierva de Dios le adoraba continuamente, y confortándola en aquellos supremos instantes, la asistieron en la agonía, volando su alma a los cielos en compañía de Jesús y María.

 

Los labios de la difunta, que tantas alabanzas habían cantado a su Dios y Señor, quedaron humedecidos con tan suave y oloroso licor, que a su contacto muchos enfermos recobraban instantáneamente su salud perdida.

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.