sábado, 17 de junio de 2023

DÍA 18. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN EL ÚLTIMO SERMÓN. San Enrique de Ossó

DÍA 18

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN EL ÚLTIMO SERMÓN DESPUÉS DE LA CENA

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

 

DIA DECIMOCTAVO

Sentimientos del Corazón de Jesús en el último sermón después de la cena

 

Composición de lugar. Pide permiso a Jesús para asociarte a sus Apóstoles y oír su último sermón.

 

Petición. Dame a sentir tus últimos latidos, los más amorosos, oh Corazón de Jesús, para inflamarme en tu amor.

 

Punto primero. Considera al buen Jesús en el sermón último de despedida, haciendo los oficios de maestro sapientísimo, de consolador piísimo, de abogado perfectísimo, de padre amorosísimo... "Hijitos míos, les dice, aún estoy con vosotros un poco... donde yo voy, vosotros no podéis venir ahora... Voy a aparejaros el lugar... No se turbe vuestro corazón... Creed y confiad en Dios y en mí... No os dejaré huérfanos... Yo volveré a vosotros... En el mundo tendréis apretura; mas tened confianza, que yo vencí al mundo... Si el mundo os aborrece, sabed que primero me aborreció a mí, y no puede ser el siervo más privilegiado que su señor, ni el discípulo más que su maestro. Sabed que el Padre os ama, porque me amasteis y creísteis en mí, que salí de Dios". ¡Oh que padre tan padre, alma mía, es tu buen Jesús! ¡Qué amigo tan fiel! ¡Qué consolador tan eficaz! ¡Qué maestro tan sabio! ¡Qué Dios!... ¡Oh Padre mío amantísimo! No quiero otro consuelo, ni saber otra cosa en este mundo, sino saber que tu corazón me ama, porque si me amas nada me puede faltar, pues no sabes amar y desamparar a tus hijos... Ámete, pues, como tú me amas, corazón adorable de mi Jesús, y aunque lluevan trabajos y contradicciones, no podrán apagar el fuego de tu divino amor... Ámete, oh Dios de mi corazón y corazón de mi Dios, siempre y en todas las cosas con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente, con todas mis fuerzas y haz de mí tu siervo, tu hijo, tu amado, lo que quisieres... Dame tu amor y solo esto me basta, porque solo Dios basta a mi corazón, que lo criaste expresamente para amarte. Ámete yo siempre y sobre todas las cosas, oh corazón de mi Jesús, y haz de mí lo que quisieres.

 

Punto segundo. Oigamos otra vez los latidos amorosos del corazón adorable de Jesús."Hijitos míos, prosigue, como el Padre me amó, así yo os he amado: permaneced en mi amor... Si me amáis guardad mis mandamientos... Un nuevo mandamiento os doy y es que os améis unos a otros como yo os he amado... Éste es mi precepto, que os améis unos a otros como yo os amé... Estas cosas os mando, que os améis unos a otros; con esto conocerán si sois mis discípulos, si tuviereis amor unos con otros... El que guarda mis mandamientos, ése es el que me ama, y el que me ama será amado de mi Padre, y yo le amaré y le manifestaré a mí mismo... Si alguno me ama, guardará mis palabras, y mi Padre le amará, y ambos vendremos a él, y haremos morada en él... Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. Cualquier cosa que pidiereis al Padre en mi nombre él os la dará; y cualquier cosa que me pidiereis a mí, en mi nombre, también la haré. Todo lo que quisiereis pediréis, y dárseos ha. Tened fe en Dios, pues todo lo que pidiereis con esta fe, lo recibiréis. Yo os dejo mi paz. Yo os doy mi paz. El que permanece en mí, y en quien yo permanezco, da mucho fruto, porque sin mí nada podéis hacer. Si alguno no permanece en mí, será echado fuera como el sarmiento, y se secará, y le echarán al fuego y arderá. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis mis discípulos. Vosotros sois mis discípulos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; mas a vosotros os llamaré amigos, porque os he manifestado cuanto sé de mi Padre. No me escogisteis vosotros, sino yo a vosotros; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, a fin de que mi Padre os conceda todo lo que le pidiereis en mi nombre. Como mi Padre me ha amado, así yo os he amado: permaneced en mi amor". ¡Qué palabras de corazón de padre, de amigo, de esposo, de Dios!... Meditémoslas en silencio, y amemos, adoremos y sirvamos a tan divino amador.

 

Afectos. ¡Oh Jesús mío! No puedo repetiros más divinos afectos y súplicas a las puertas de vuestro adorable corazón, que los mismos que vos manifestasteis a vuestro Padre celestial en este paso. Dame permiso para que yo los repita con todo respeto y amor, con el mismo regalo, afecto y sentimiento que vos, y alcanzadme hoy por vuestras misericordias cuanto por mí entonces pedisteis. Amén.

 

"Padre, llegada es la hora; clarifica a tu Hijo, para que tu Hijo te clarifique a Ti... Esta es la vida eterna, que te conozcan por el solo verdadero Dios y a quien enviaste, Jesucristo... Yo te he clarificado en la tierra, y acabado la obra que me encomendaste... Clarifícame, pues, oh Padre, cerca de ti mismo, con la claridad que tuve cerca de ti, antes que el mundo se hiciese. No ruego por el mundo, sino por estos que me diste, porque son tuyos... Padre santo, en tu nombre y por tu gloria guarda éstos que me diste, para que sean una sola cosa, como yo y tú lo somos... el mundo los aborrece, porque no son del mundo... no te ruego que los saques del mundo, sino que los libres de mal... Santifícalos en verdad, tu palabra es la verdad... Así como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo, yo me santifico a mí mismo por ellos, para que ellos queden santificados en verdad... No ruego solamente por éstos, sino por todos los que han de creer en mí por medio de su palabra, para que todos sean una misma cosa; y como tú, Padre, estás en mí, y yo en ti, así ellos sean uno en nosotros, para que crea el mundo que tú me enviaste... yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que tú me enviaste; y que los has amado, como me amaste a mí. Padre, quiero para los que me diste, que a donde yo estoy, allí estén ellos conmigo, para que vean la claridad que me diste. Padre justo, el mundo no te ha conocido, y estos han conocido que tú me enviaste; y yo les hice conocer tu nombre, y se lo haré conocer, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo también en ellos". Amén.

 

Jaculatoria. Quisiera amaros, si fuera posible, como vos mismo os amáis, Dios mío: aumentad mi amor.

 

Obsequio. Repetiré nueve veces la petición del Pater noster: Santificado sea el tu nombre.

EJEMPLO

 

Para mejor entender por qué pasos fue subiendo la esposa privilegiada del Señor, santa Teresa de Jesús, hasta hacerse digna de tantas mercedes como recibió del amado de su alma, es menester saber la oración en que de ordinario se ejercitaba, la cual consistía en ponerse delante de Cristo, representándole junto a sí dentro de su alma. A veces discurría lo que este Señor había padecido por ella, y el amor con que había padecido le hacía derramar abundantes lágrimas: de aquí le nacía gran compasión y sentimiento de los trabajos de Cristo. Duró el discurrir y meditar poco tiempo, y así se acostumbró a otro modo de oración más alto y provechoso: procuraba traer presente dentro de su alma a Cristo Jesús, y acostumbraba a enamorarse mucho de su sagrada humanidad.

Una vez apareciósele Cristo Señor nuestro atado a la columna, y debajo del codo, desgarrado, un pedazo de su carne sacratísima, mirando a la santa: con la compasión que le causó se turbó toda y fue luego tocada y herida interiormente con un rayo de luz y de amor tan fuerte, que con solo considerar cuán mal había agradecido aquella llaga, le parecía que con un extraño dolor se le partía el corazón.

Crecía en su hermosa alma un fuego y continuo deseo de Dios, con el cual arrojaba muchas saetas de amor a su esposo, y éranle por el mismo Señor devueltas más y más inflamadas del sacro amor. Por este camino llevó el Señor a su sierva, siendo esta una manera excelente de aprovechar, pues como dice la misma santa: quien trabajare en traer consigo la preciosa compañía de Jesucristo, será cierto su aprovechamiento así en la oración como en las virtudes.

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.