lunes, 26 de junio de 2023

DÍA 27. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA CRUCIFIXIÓN. San Enrique de Ossó

DÍA 27

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN LA CRUCIFIXIÓN

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA VIGESIMOSEPTIMO

Sentimientos del Corazón de Jesús en la crucifixión

 

Composición de lugar. Mira a Jesús pendiente de la cruz; óyele; considérale.

 

Petición. Dame, Jesús mío, a sentir lo que tu Corazón sintió por mi amor en este paso dolorosísimo.

 

Punto primero. "Y llegaron al lugar del Calvario, y le dieron a beber a Jesús vino mezclado con hiel. Y como lo gustase Jesús, no quiso beberle. Y le crucificaron a Jesús en medio de dos ladrones, a la hora de tercia, para que se cumpliese la Escritura: Y fue reputado con los facinerosos. Los soldados, pues, al crucificar a Jesús tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes: una para cada soldado. La túnica inconsútil no la dividieron, sino echaron suertes sobre ella. Y Jesús decía desde la cruz: Padre, perdónalos, porque no saben lo que se hacen. Pilato escribió el título en hebreo, en griego y en latín, y lo puso sobre la cruz y lo escribió así: Jesús Nazareno, rey de los judíos. Este título, pues, lo leyeron muchos judíos, porque el lugar donde fue crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad. Decían, pues, a Pilato los pontífices de los judíos: No pongas: rey de los judíos, sino que él dijo: rey soy de los judíos: Respondió Pilato: Lo que escribí, escrito está. Pasando delante de Jesús crucificado, le blasfemaban y sacudían sus cabezas, y decían: ¡Bah! Tú, que destruyes el templo de Dios y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo: si Hijo de Dios eres, baja de la cruz. Asimismo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos y los escribas, burlándose decían: A otros salvó, y a sí mismo no puede salvarse: si eres rey de Israel, baja ahora de la cruz, y creeremos en ti. Confió en el Señor; líbrele ahora si tanto le quiere: porque dijo: Yo soy Hijo de Dios. Burlábanse también de Jesús los soldados acercándose y dándole vinagre y diciendo: Si tú eres rey de los judíos, hazte salvo. Y lo mismo los ladrones que estaban crucificados con Jesús, le improperaban". ¡Oh Corazón de Cristo! Deseabas ser bautizado, saciado de oprobios, y lo vas logrando. Ya es llegada esta hora: tus discípulos te han abandonado; el pueblo, que tanto te admiraba, hasta en el suplicio de la cruz te afrenta; los sacerdotes y sabios y ancianos te insultan; los soldados se burlan de ti, y hasta los ladrones, compañeros de suplicio, te improperan. Nadie vuelve por ti. Y tú, ¡oh mi Jesús! callas... Y si hablas es para pedir perdón por los mismos que te insultan. ¡Oh Jesús mío! a lo menos me sea dado unirme a tu Mmdre y devotas mujeres y desagraviarte con mi amor y mi dolor. Concédeme esta gracia por María, tu afligidísima madre. Amén.

 

Punto segundo. Admira aquí, alma mía, la paciencia inalterable del Corazón de Jesús. Con una palabra, él que poco antes de prenderle había derribado a sus enemigos al suelo, podía también hacerlo ahora, y más aún, lanzarlos al infierno. Mas quiere salvar al mundo, y viene a perdonar, y no a castigar. Por eso, al oír la voz del ladrón arrepentido que clama desde la cruz: "Señor, acuérdate de mí al llegar a tu reino", le dijo Jesús al instante: "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso". Donde no se sabe qué más admirar, si la petición del pecador arrepentido, o la concesión  inmediata de su petición. ¡Oh qué corazón de padre, de misericordia, de amor! ¡Cómo desde el suplicio de la cruz hace cátedra de absolución de las lamas! ¡Oh mi Salvador Jesús! oiga también de tu boca este tu siervo en la última agonía: Hoy estarás conmigo en el paraíso. Amén.

 

Pondera cómo Cristo quiere sufrir sin ningún lenitivo a su dolor. Gusta el vino mirrado para amargar su boca, más no lo bebe, porque quiere padecer con todo conocimiento y dolor. Propio es esto de los perfectos amadores, buscan el puro dolor para probar mejor su puro amor. Gusta el vino mirrado para amargar su boca, mas no lo bebe, porque quiere padecer con todo conocimiento y dolor. Propio es esto de los perfectos amadores, buscar el puro dolor para probar mejor su puro amor. Aprende de aquí, alma mía, a padecer por Jesús, no buscando consuelo en las criaturas, sino mirándote en las manos de tu Criador para mejor probarle tu amor. Porque ya sabes, además, que las criaturas las más de las veces, en lugar de mitigar tus trabajos al contárselos, aun te los aumentan, porque cuando Dios quiere que padezcamos, poco aprovecha el huir de la cruz, porque en todas partes nos sigue y es necesario llevarla de grado o por fuerza. Haz, pues, alma mía, de la necesidad virtud. Sube con Cristo y como Cristo a tu cruz, y ruega por tus perseguidores. Encomiéndate a tu madre la Virgen de los Dolores, y a tu Padre celestial, y entrega tu espíritu en sus benditas manos después de haber consumado el sacrificio de tu vida sobre tu cruz. Así tu vida será provechosa, tu muerte santa, y tu suerte eterna será el reinar con Cristo en la gloria. ¡Oh Jesús crucificado por mi amor! Crucifica aquí por tu servicio y amor mi carne con todas sus concupiscencias, para reinar contigo eternamente en la gloria. Amén.

 

Afectos. ¡Buen Jesús mío crucificado! ¡Cuánto tengo que aprender de ti en este paso! Yo que no busco sino libertad e independencia, ¿cómo me atrevo a presentarme en tu presencia crucificado por mi amor? Si yo soy tu siervo, ¿en qué me parezco a ti, único Señor? ¡Vos crucificado, y yo libre! ¡Vos clavado, y yo suelto! ¡Vos padeciendo y yo gozando! ¡Vos varón de dolores, y yo hombre de delicias! ¡Vos coronado de espinas, y yo coronado de flores! ¡Vos sin tener donde reclinar la cabeza más que un madero, y yo en cama blanda! ¡Vos desnudo, y yo inmodestamente vestido! ¡Vos agonizando en medio de los mayores y más acerbos tormentos, y yo viviendo y holgando entre risas y diversiones y pasatiempos! ¡Vos ramillete de mirra, y yo vaso de olores, siendolo de hediondez por mis pecados! ¡Qué es esto, Señor mío y Jesús mío! ¿Hasta cuándo seré desemejante a vos?... ¡Yo quiero reinar con vos en la gloria, y no quiero padecer con vos en la tierra; yo quiero ser del número de los predestinados, y no quiero parecerme en nada a vos! ¡Yo quiero solo acompañaros en el Tabor, y no en el Calvario! ¡Dónde está mi juicio! ¡Oh Jesús mío! Acábese aquí la pugna entre mi fe y mis obras, entre mi corazón y vuestro corazón, y no busque, ni desee, ni ame, ni solicite más que imitaros crucificado, para reinar con vos eternamente en vuestra gloria.

 

Jaculatoria. ¡Oh Jesús crucificado! no quiero gloriarme sino en vuestra cruz.

 

Obsequio. Crucificaré mis pasiones por amor de mi Jesús crucificado.

 

EJEMPLO

 

Se lee de la sierva de Dios sor Caridad de Gambara, religiosa dominica, que siendo niña y ocupada en devota oración delante un altar, pareciole ver al Salvador cargado con la cruz, y que de sus heridas manaba abundante sangre, que difundía una luz celestial.

Vuelto a la fervorosa doncellita con amoroso semblante, parece que le decía: "Hija mía, dame tu corazón". Al oír tan regaladas palabras, la animosa niña quiso desapropiarse de su corazón para darlo todo entero a aquel que benignamente se lo había pedido, y a quién por tantas razones le pertenecía. De allí adelante fue toda de Jesús, y vivió siempre en unión de su Sagrado Corazón.

Bienaventurado aquel que imitando a esta devota niña se consagra todo entero al amor de Cristo Jesús.

 

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.