miércoles, 21 de junio de 2023

DÍA 22. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS ANTE LOS JUECES PILATO Y HERODES. San Enrique de Ossó

DÍA 22

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS ANTE LOS JUECES PILATO Y HERODES

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

 

DIA VIGESIMOSEGUNDO

Sentimientos del Corazón de Jesús ante los jueces Pilato y Herodes

 

Composición de lugar. Mírale a Jesús inocentísimo delante de Pilato y Herodes, y cómo es condenado y calla.

 

Petición. Dame, Jesús mío, saber sufrir y callar como vos y por vuestro amor.

 

Punto primero. Pasada toda la noche el buen Jesús, atormentado a merced de los pecadores, "así que llegó el día se juntaron los ancianos y los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y lo llevaron a su concilio, diciendo: Si tú eres Cristo, dínoslo. Y díjoles Jesús: Si os lo dijere no me creeréis, si os interrogare no me responderéis ni me soltaréis. Mas desde esto estará sentado el Hijo del hombre a la derecha de la virtud de Dios. Y todos dijeron: ¿Para qué buscamos testimonios? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca. Y levantada la multitud, llevaron de mañana a Jesús atado, de Caifás al Pretorio, y lo entregaron al presidente Poncio Pilato. Era de mañana. Y no entraron en el Pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua.

Salió fuera Pilato, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este Hombre? - Si no fuese malhechor, no te lo hubiéramos entregado. - Tomadlo vosotros, y juzgadlo según vuestra ley. - Es que a nosotros no nos es lícito matar a nadie. Empezaron a acusar a Jesús, diciendo: Le hemos hallado a este Jesús, seduciendo a nuestro pueblo y prohibiendo dar los tributos al César, y diciendo que él es Cristo Rey.

 

"Entró otra vez Pilato en el Pretorio, y llamó a Jesús, y Jesús estuvo ante el presidente, que le preguntó: ¿Eres tú rey de los judíos? - ¿Lo dices de ti mismo, repuso Jesús, u otros te lo han dicho de mí? - ¿Por ventura yo soy judío? respondió Pilato. Tu gente y tus pontífices te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Díjole Jesús: Mi reino no es de este mundo, porque si mi reino fuese de este mundo, mis ministros pelearían para que no fuese entregado a los judíos: mas ahora mi reino no es de este mundo. - Luego, Tú eres rey, díjole Pilato. - Tú dices que yo soy rey, Yo para esto nací y vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Díjole Pilato:

¿Qué es la verdad? Y sin esperar respuesta salió fuera para decir a los judíos: Yo no hallo causa alguna en él. Mas ellos gritaban: Trae revuelto todo el pueblo, enseñando por toda la Judea, desde la Galilea hasta acá. Y los ancianos y los sumos sacerdotes acusaban a Jesús de muchas cosas y Jesús callaba. ¿No oyes, díjole Pilato, cuántos testimonios dicen contra ti? Y Jesús callaba. Preguntóle otra vez Pilato: ¿Nada respondes? Mira de cuantas cosas te acusan. Y Jesús callaba y Pilato estaba muy admirado de este silencio".

 

¡Oh alma mía! ¡Cuántas lecciones te da el corazón mansísimo de Jesús en este paso! las acusaciones falsas de los judíos, las respuestas de Cristo a los judíos y a Pilato, y sobre todo su silencio al verse falsamente acusado y condenado... ¡Oh, cuánto has de aprender tú, que callas cuando has de hablar, y hablas cuando conviene callar! ¡Jesús mío! enseñadme a sufrir callando por vuestro amor, pues me lo enseñáis con tanto rigor. Yo lo merezco, porque he sido gran pecador.

 

Punto segundo. Pilato envió a Jesús a Herodes al saber que era galileo, de su jurisdicción Alegrose Herodes mucho viendo a Jesús, por lo que había oído de él, y porque esperaba ver algún milagro. Le preguntó mucho, y nada le respondió Jesús. Estaban allí los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole constantemente, y Jesús calló. De modo que le despreció Herodes con todo su ejército, y se burló de él vistiéndole de blanco como loco, y lo reenvió a Pilato. - ¡Oh Jesús mío! loco sois en verdad, pero loco de amor y por mi amor, pues solo un exceso de amor de Dios al hombre podía sujetar a tan humillantes pruebas al mismo Hijo de Dios. "Y convocados los príncipes de los sacerdotes, los magistrados y la plebe, les dice Pilato: Ni yo ni Herodes hemos hallado nada digno de castigo de muerte en Jesús. Yo le soltaré enmendado". ¡Oh Pilato, juez débil y perverso! no se enmendará Jesús de lo que ha hecho, ni puede, porque todo lo ha hecho bien, y solo ha hecho bien a todos. ¡Y por esto le quieres castigar!... ¡Oh mi Jesús!, ¡nunca me culpan sin culpas, y siempre quiero excusarme! no como vos, que siempre fuisteis inocente: dadme que os imite en vuestro amor a los desprecios, a las humillaciones y a la cruz, para ser digno discípulo de vuestro humildísimo y mansísimo corazón. Amén.

 

Afectos. Gracias infinitas te doy, mansísimo Jesús mío, porque por mi amor fuiste acusado, burlado y ultrajado. Bendigo con todo mi corazón vuestra bondad, que quiso sufrir estos insultos de los tribunales, y acusaciones para merecerme el ser excusado por vuestros méritos ante el tribunal de la divina justicia. ¡Oh llamas poderosas del divino amor de vuestro corazón adorable! Consumid la escoria de mis maldades antes de comparecer ante vuestro divino juicio, para que no seáis vos mi Juez en aquel día y momento tremendo, sino mi Salvador. Quitadme de la servidumbre del tirano del respeto humano, y confiese siempre delante de todos mis enemigos vuestra verdad y vuestra caridad. No me aterren los tormentos de los enemigos de vuestro nombre, porque al fin y al cabo solo pueden matar mi cuerpo, mas no mi alma, si yo no quiero. Dadme sabiduría y fortaleza cristiana para confesaros ante todo el mundo, repitiendo con mis palabras y mis obras: ¡Viva Jesús mi amor! ¡Viva Jesús mi Rey, mi Salvador!

¡Viva Jesús mi único Dios y Señor!... ¡Oh Jesús mío! Que vuestro corazón sea amado y adorado por todos los hombres, pues nadie mejor que él les ha probado el exceso del verdadero amor en el exceso del dolor. Ámete, Jesús mío, sobre todas las cosas, con todo mi corazón, y haz de mí lo que quisieres. Amén.

 

Jaculatoria. Corazón de Jesús saturado de oprobios por mi amor, ámete con todo mi corazón.

 

Obsequio. Perdono a todos los que me han ofendido, por amor a mi Jesús inocente ultrajado por mí.

 

EJEMPLO

 

Entre otras muchas mercedes que Jesucristo hizo a santa Lutgarda, no fue la menor la frecuente contemplación de sus sacratísimas llagas. Un día al darle la santa gracias por el amor con que las había recibido, suplicábale no permitiese que aquella sangre fuese en vano derramada por la salud de su alma. "Mira, le dijo el Señor, cómo mis llagas te llaman, y pide correspondas a tales finezas de amor". Otro día se le apareció nuestro Redentor con las cicatrices abiertas y derramando copiosa sangre, la cual era ofrecida por el mismo Señor a su Eterno Padre, para obtener el perdón de los pecadores; y vuelto a su privilegiada esposa, le dijo: "Mira cómo de continuo estoy haciendo oblaciones de mí mismo al Padre, por la salvación de todos los hombres. Pues así quiero que también tú procures, con todas tus fuerzas, ofrecerme a mí todas tus fatigas y padecimientos y todo tu ser, a fin de impetrar estas mis gracias; y para lograrlo mortificarás tu carne con penitencias y austeridades". Cada vez que oía la santa misa sentía repetir interiormente aquellas mismas palabras: "Quiero que también tú te ofrezcas a mí por la conversión de los pecadores". ¡Oh!, ¡de cuánto mérito es este ofrecimiento al Padre celestial cuando va unido con la sangre divina y méritos infinitos del Salvador!

 

 

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.