9 de junio. Conmemoración de los Santos Primo y Feliciano, mártires
Habiendo sido acusados los hermanos Primo y Feliciano durante la persecución de Diocleciano y Maximiano de profesar la religión católica, fueron cargados de cadenas; un Ángel, empero, les devolvió la libertad. Conducidos de nuevo ante el pretor, mantuvieron su confesión de fe cristiana; entonces fueron separados uno del otro. Primero pusieron a prueba la constancia de Feliciano; desesperando, no obstante, los impíos consejeros de obtener ningún resultado con sus palabras, claváronle de pies y manos en el tronco de un árbol, dejándole así durante tres días, sin darle de beber ni de comer. El día siguiente el pretor mandó llamar a Primo, y le dijo: “¿Ves como tu hermano es más cuerdo que tú?” Ha obedecido a los emperadores, los cuales le han honrado. Si quieres imitarle, participarás de los mismos honores y gracias”. A lo cual respondió Primo: “Cómo ha sido tratado mi hermano, lo he sabido yo por un Ángel. ¡Ojalá que así como estoy unido con él por el afecto pueda estarlo por el martirio!” Enfurecido por estas palabras, el pretor mandó que le infrigieran tormentos en presencia de Feliciano; le dieron a beber plomo derritido. Hízoles luego conducir a los dos al anfiteatro y arrojarles a dos leones; mas echándose éstos a sus pies, les acariciaban con la cabeza y con la cola. 500 hombres, entre 12000 que acudieron a ver este espectáculo, abrazaron, junto con sus familias, la fe cristiana. Iracundo el pretor, mandó decapitar a Primo y Feliciano.
Oremos.
Concédenos, Señor, que celebremos siempre fielmente la fiesta de tus santos mártires Primo y Feliciano, y que por su intercesión merezcamos los beneficios de tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.