DÍA 2. AFECTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN EL SENO DE SU MADRE LA VIRGEN MARÍA
UN MES EN LA ESCUELA
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
San Enrique de Ossó
Por la señal, etc…
¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!
Oración inicial
Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.
¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.
Hágase la meditación correspondiente al día.
DÍA SEGUNDO
Afectos del Corazón de Jesús en el seno de su Madre la Virgen María
Composición de lugar. Contempla al Corazón de Jesús como libre entre los muertos en el seno de su Madre.
Petición. Dame, Jesús mío, amar el ser ignorado de los hombres y conocido solo por ti.
Punto primero. Después que María, siempre Virgen Inmaculada, respondió a las palabras del Ángel: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra", se realizó una de las maravillas mayores según el profeta Jeremías que se han visto en este mundo, esto es, el que una mujer circuyese a un varón, lo llevara en sus entrañas. Porque Cristo Jesús, desde el primer instante de su concepción en el seno de María por obra del Espíritu Santo, no es niño como los otros, sino varón perfecto por su conocimiento cabal, aunque encerrado en el seno de su Madre. Él que conoce todas las cosas y vive en los cielos y da vida a los Ángeles, aparece como muerto. Él que anda sobre las alas de los vientos, y da movimiento a todas las cosas, está inmóvil. Él que es la palabra de Dios, está mudo. Él que conoce y ama a Dios sobre todos los corazones, parece está inactivo. Él que ha venido a salvar a los hombres, se encierra lo primero de todo en una cárcel oscura y estrecha, y allí vive los nueve primeros nueve meses sin hacer nada al exterior, sin ser visto ni conocido de los hombres... ¡Oh mi Jesús! dame libertad para preguntarte: ¿Qué haces que nada al parecer haces por lograr el fin de tu Encarnación? ¿Qué siente y qué dice, qué ama tu corazón adorable, que parece muerto?... ¡Ay alma cristiana! ¡Cuán poco conoces los designios de Dios! Tú crees que si no te agitas y no te revuelves y metes ruido nada haces por Dios, y es un grandísimo error. Mucho hace quien bien las cosas hace; todo lo hace bien el que cumple la voluntad de Dios. Yo vine al mundo para hacer la voluntad de mi Padre celestial, y esta era que estuviese encerrado nueve meses en el seno de mi madre, sujeto como los otros niños a las miserias de los hijos de Adán... y esto hago. Pero ¿cómo no tuviste horror al útero de la Virgen?... Porque vine a dar libertad al hombre que la había perdido pecando; por eso quise hacer como primer acto de la vida racional (después de haberme ofrecido a hacer en todo la voluntad de mi Padre) el sacrificio de mi libertad, y aparecí primero encerrado nueve meses en el seno de María Mas ¿no sabes, alma cristiana, que donde se hace la voluntad de Dios hay una vida toda celestial y divina? El seno de mi madre Yo lo consagré en mi primer oratorio; y allí suspiraba por ti, oraba por ti, amaba por ti, adoraba por ti, me ofrecía como víctima a mi Padre Eterno por ti y por todos los hombres; y María, mi madre, mi dulcísima madre, presentaba mis oraciones y ofrendas al cielo. Por ti suspiraba, amaba, adoraba, oraba, me sacrificaba a mi Padre celestial, en una palabra, hacía su voluntad santísima en el seno de mi Madre: ¿por ventura podía desear ni hacer cosa más perfecta mi corazón?
¡Oh! aprende esta lección, alma cristiana, que te será de paz y de vida eterna. Aprende aquí en la tierra a hacer la voluntad de Dios, como se hace y tú la has de hacer en el cielo, y serás feliz y harás lo mejor y más perfecto que puedes hacer, aunque aparezca a los ojos del mundo que nada haces.
Punto segundo. Y tú, alma mía, ¿cómo entiendes la virtud? ¿Cómo amas o practicas el sacrificio? ¿Cómo cumples la voluntad de Dios?... Examínate en estos puntos esenciales, y según te veas en ellos aprovechada, estarás aprovechada en la virtud… Desengáñate, si no conformas tu voluntad con la de Dios en todas las cosas, si no sientes tu corazón, y ama y desea lo que sentía, amaba y deseaba el Corazón de Jesús, nunca serás santa ni aprovecharás en la sólida virtud. Todo tu cuidado, tu único afán en todas las cosas debe ser el conocer la voluntad de Dios y practicarla. Si no conoces la voluntad de Dios, no puedes hacer cosa que le agrade; si conoces la voluntad de Dios y no la practicas, aún serás más culpable, y por más que te afanes y te canses y sudes y trabajes y te mortifiques y te mates, nada te servirá para la vida eterna. Andarás, correrás por el camino de la vida, darás grandes saltos, pero fuera del verdadero camino, y así cuanto más andares y te cansares más lejos te hallarás de Jesús, que es el camino, verdad y vida de las almas. Resuelve, pues, en tu corazón no buscar, ni amar, ni abrazar las cosas o dejarlas porque te gusten o disgusten, porque sean grandes o pequeñas, porque sean gloriosas o innobles, sino tan solo porque es voluntad de Dios. ¿Es voluntad de Dios? Basta para el alma que le ama. No desea saber nada más... Mira al Corazón de Jesús. ¿Es voluntad de Dios que esté encerrado en el seno de María por nueve meses? Pues no tiene horror, a pesar de ser omnipotente, inmenso e infinito, de encerrarse allí y vivir oculto. ¿Es voluntad de Dios? Pues basta, porque solo Dios basta, y a quien a Dios tiene, nada le falta.
Afectos. ¡Oh Jesús mío de mi corazón! ¡Cuán necesitados estamos de tus santos y divinos ejemplos para corregir nuestros errores! Nosotros creemos que solo en el ruido y en la gloria, en las grandes acciones y ruidosos hechos está el verdadero servicio de Dios y el celar de su honra. Nosotros creemos que solo agitándonos y discurriendo de un lugar a otro sin parar podremos santificarnos; mas mirando su vida santísima comprendemos a primera vista y desde el primer instante que no es esto verdad, porque solo en hacer la voluntad de vuestro Padre celestial, conformándonos con el divino modelo de tu corazón, le podremos complacer. Como hombres sin fe o de poca fe miramos solo a lo exterior, a lo que aparece a los ojos, y no miramos al cielo para conocer tu voluntad santísima y cumplirla. Por esto somos desgraciados; por esto nuestra vida se pasa en la esterilidad, en el hastío o en el pecado. No miramos por cortedad de vista en nuestras acciones y empresas a aquel norte divino que tú, nuestro Dios y maestro, nos enseñaste, y por eso erramos a cada paso. Tú pudiste decir, oh Jesús mío, Yo hago siempre lo que es del agrado de mi Padre celestial... ¿Por qué nosotros no podemos decirlo también? ¡Ay dolor! Jesús de mi alma, porque no elevamos los ojos al cielo para conocer y hacer lo que te agrada: por eso somos infelices. Pues por esto yo propongo en adelante, Jesús mío, en obsequio de vuestro Sagrado Corazón, no buscar en todas las cosas sino hacer tu voluntad santísima en el tiempo y por toda la eternidad.
Por esto os cantaré con mi madre santa Teresa de Jesús:
Jaculatoria. Vuestra soy para vos nací. ¿Qué queréis, Señor, de mí?
Práctica. Meditar por un cuarto de hora para conocer la verdad de Jesús, amar su bondad, y practicar su voluntad.
EJEMPLO
Se lee en la vida de santa Margarita Alacoque que estando un día en oración delante del Santísimo Sacramento, Jesucristo le mostró su Sacratísimo Corazón en un trono de llamas, ostentando como trofeos de su generoso amor la cruz y la corona de espinas y díjole: "He ahí este Corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor, y en recompensa no recibe de la mayor parte de ellos sino ingratitud, irreverencias y sacrilegios, y es menospreciado y olvidado en este sacramento de amor. Pero lo que me es todavía más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me lastiman" Luego le dijo que el primer viernes después de la octava del Corpus se le dedicase una fiesta particular para honrar su adorable corazón, y para que las almas amantes expiaran de algún modo las injurias y desprecios que continuamente recibe en el Santísimo Sacramento, y prometió abundantísimas gracias a los que le rindiesen este honor. Hagámonos dignos de estas saludables promesas siendo verdaderos devotos del Sacratísimo Corazón de Jesús.
Oración final
Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.