DÍA 3. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN EL NACIMIENTO EN LA CUEVA DE BELÉN
UN MES EN LA ESCUELA
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
San Enrique de Ossó
Por la señal, etc…
¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!
Oración inicial
Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.
¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.
Hágase la meditación correspondiente al día.
DIA TERCERO
Sentimientos del Corazón de Jesús en el Nacimiento en la cueva de Belén
Composición de lugar. Ver la cueva pobre y destartalada y a Jesús tiritando de frío en el pesebre, envuelto en pobres pañales, con María y José.
Petición. Jesús mío, dame a sentir y amar lo que tu corazón siente y ama en este paso.
Punto primero. Nace Jesús a media noche en suma pobreza, en una cueva destartalada en el rigor del invierno, para salvar a los hombres, porque los hombres no le dieron albergue en un rinconcito del mesón y es envuelto entre pobres pañales y reclinado en un pesebre sobre pajas, sin otra compañía que María y José, y el buey y el jumento y la pobre asnilla. Así como en la encarnación el Corazón de Jesús suspira, así en el establo llora, vagidos da. Suspiros, vagidos, lágrimas; he ahí los testimonios que anuncian que el Hijo de Dios se ha hecho hombre y habita entre nosotros. Su palacio una cueva, su cama unas pajas, su trono un pesebre, sus guardias la mula y el buey, sus allegados María y José, sus compañeros inseparables la pobreza, la humillación, el sacrificio ¡Oh alma mía! No busques jamás a tu Jesús con otra compañía, ni pidas otras señales para hallarlo sino la pobreza, la humillación y el sacrificio.
¡Oh buen Jesús! Os veo niño, pobrecito y humillado, y grandemente mortificado por mi amor en la cueva de Belén; permitidme os pregunte con toda sencillez y humildad: ¿Qué siente vuestro corazón en este paso? Venís a salvar a los hombres, mas los hombres ¿dónde están? ¿Venís para ser su compañero, su guía, y su maestro? ¿Por qué no os reciben en su casa a lo menos? Lagrimitas más bellas que perlas corren por vuestras mejillas, agua de amores... ¿Por qué lloráis, Bien mío? ¿Tenéis frío? ¿Por qué tiritáis? ¿Por qué padecéis, dais vagidos? ¿No sois Hijo de Dios omnipotente, criador de cielos y tierra? ¿Qué tienen, pues, que ver con vos las lágrimas, la cueva, el pesebre, los vagidos, la mortificación, las pajas?...
-¡Oh alma cristiana! Porque soy Hijo de Dios que vengo a salvar el mundo, por esto empiezo a padecer por el mundo, a despreciar lo que el mundo ama y amar y abrazar lo que el mundo aborrece, huye y desprecia, porque va errado el mundo y vengo a enseñarle el camino de la virtud, el camino verdadero y único del cielo.
Dadme permiso, Jesús mío, para entrar en vuestro corazón y sentir lo que él siente y amar lo que él ama para salvarme. - Pues mi corazón siente, hija mía, que todo lo que el mundo ama es vanidad, y no merece sino desprecio: mi corazón siente que en la pobreza, en la humillación, en el sacrificio está el verdadero tesoro del cielo, la suprema felicidad en la tierra. Porque si cosa mejor hubiera habido, yo la hubiese hallado y la hubiese escogido para mí y para todos mis escogidos; mas no la hay y por eso si quieres conocerme, si quieres hallarme, búscame siempre en compañía de la pobreza, de la humildad, del sacrificio. Yo soy Jesús, salvador del mundo, abrazado con infinito amor con la cruz, pobre, humilde, mortificado... He ahí los amores de preferencia de mi Corazón. Ámalos tú y serás feliz.
Punto segundo. ¿Cómo has aprendido esta lección, alma mía? ¿Crees como el Corazón de Jesús, y amas como él creyó y amó? Su Sabiduría es infinita y no puede errar, y si tú no eres humilde, sencilla, pobre y mortificada, no te reconocerá por discípula suya, y no entrarás en su compañía en la región del amor eterno. Mírale a Jesús desde este su primer oratorio público, que es la cátedra del pesebre, predicar estas virtudes, y cómo los primeros oyentes son los sencillos pastores, luego los creyentes magos, y por fin, toda la multitud de los fieles. Así como el seno de María fue el primer oratorio privado que consagró Dios con su presencia corporal, y en él oró, adoró y se sacrificó, así el primer oratorio público fue la cueva de Belén. Mírale adorado y glorificado de los ángeles, de los pastores, de los magos, para que se cumpla que el que se humilla será ensalzado.
Entra, alma mía, en este templo santo. Si no eres digna de entrar ni con los ángeles, ni con los sencillos pastores y creyentes magos, entra a lo menos con el buey y el jumento en este oratorio público del Hijo de Dios. Está abierto, junto al camino, no hay centinela que vigile su puerta... entra y oye las lecciones de sabiduría eterna que el Hijo de Dios y de María, Jesús, te da. Escucha los latidos de su corazón adorable, que puede ya aquí dilatarse más que en el seno de María, padeciendo por el hombre frío, hambre y desnudez. Solo una palabra pronuncia: Yo te amo, oro y sufro por ti. ¿Me amas tú a mí? - ¿Qué le respondes, alma mía, al Niño de Belén, el más hermoso entre los hijos de los hombres? ¿Le amas? ¿Le sirves?... Atiende a tus obras y no a tus palabras.
Afectos. ¡Oh Niño Jesús mío adorable! todo me predica que te ame y me abrase y consuma en tu amor. Tus lágrimas, tus vagidos, tus suspiros, tu pesebre, tus pañales, tus fajas, tu frío y desnudez, esa cueva y esas pajas, no cesan de clamarme que te ame.
¿Cómo, pues, Señor mío, no he oído esta voz, este sermón? ¡Oh alma mía! ¡Oh corazón mío! Amemos al Niño de Belén, todo amable, todo deseable, porque es suma bondad y belleza y caridad. Amemos al Niño de Belén, todo humillado y despreciado, y mortificado por ti. A un niño, y si es niño hermoso, pobrecito y abandonado, ¿quién no le ama? Pues ahí está el niño Jesús en la cueva de Belén, en un establo, sobre pajas, en lo más rudo del invierno; Niño el más hermoso y agraciado que roba ¡tan hermoso es! todo el amor del mismo Dios, porque en él tiene todas sus complacencias. ¡Oh Niño Jesús! ¡Niño mío adorado! ¡Encanto y hechizo de mi corazón! ¡Oh niño mío, Jesús mío y todas las cosas! Tú sabes que te amo... ¡Róbame todo el amor de mi corazón! Haz que no viva ni muera sino consumido por la violencia sabrosa de tu amor. Amén.
Jaculatoria. Oh niño Jesús, rey de mi corazón, Tú sabes que te amo. Aumenta mi amor.
Práctica. Dar limosna a un pobrecito por amor al pobre Jesús
EJEMPLO
Jesús se ofreció al Eterno Padre en el tiempo por la salvación de las almas; y por la conversión de las mismas suspiraba y oraba noche y día en el Canadá la venerable sierva de Dios María de la Encarnación, religiosa ursulina. Mientras una tarde del año 1640 encomendaba a Dios Nuestro Señor con todas las veras de su corazón las almas de aquellos infieles, y se deshacía en ardientes deseos de que fuese establecido el reinado del conocimiento y amor de Jesucristo en aquellas provincias; le parecía en medio de sus quejas y desconsuelos que Dios no escuchaba sus plegarias ni atendía a sus ruegos como solía antes, cuando súbitamente oyó una voz interior que le dijo: "Pídeme por el corazón de mi Hijo, y serás oída". Este impulso de la gracia hizo tanto efecto en su alma que, puesta a orar al Padre por el corazón adorable de Jesús, sintió en su interior una estrecha comunicación con aquel corazón santísimo, pareciéndole oraba en unión con Jesús, que le animaba de una santa esperanza de que serían atendidos sus ruegos. De esta manera lo refiere la misma Venerable en una carta que acaba así: " Y no os maraville esto, porque ¿qué es lo que no se alcanza del Padre por intercesión del adorabilísimo corazón de su amado Hijo? Pidamos, pues, al Padre Eterno; pero pidamos por el corazón de su Hijo Jesús, y seremos mejor oídos.
Oración final
Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.