Comentario al Evangelio
IV DOMINGO DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
“Pero así como es cosa grande y
admirable, así, mientras te acerques con pureza, te acercas para salud; pero si
con mala conciencia, para suplicio y venganza. Pues el que sin discernir come y bebe el cuerpo del Señor, se come y se bebe
su propia condenación (1 Cor. 11,29). Si, pues, los que manchar la purpura
imperial son castigados lo mismo que los que la rasgan, ¿qué hay de extraño que
los que reciben el cuerpo de Cristo con impura conciencia sufran el mismo
suplicio que los que le desgarraron con clavos? Considera, en efecto, cuan
terrible castigo dio a entender San Pablo cuando dijo: Si el que menosprecia la ley de Moisés, sin misericordia es condenado a
muerte sobre la palabra de dos o tres testigos ¿de cuánto mayor castigo pensáis
que será digno el que pisotea al Hijo de Dios y reputa por inmunda la sangre de
su testamento, en el cual fue El santificado?” …(Hebr. 10,28-29).
“Miremos, pues, por nosotros
mismos, amados hijos, ya que de tales bienes gozamos, y cuando nos viniere al
pensamiento decir algo torpe o nos viéremos arrebatar de la ira o de alguna
otra pasión, reflexionemos de que beneficios hemos sido objetos, de que
Espíritu hemos gozado; y este pensamiento será freno de nuestros irracionales
apetitos. ¿Hasta cuándo, si no, hemos de estar enclavados en las cosas de la
tierra? ¿Hasta cuándo estaremos sin despertar? ¿Hasta cuándo no hemos de cuidar
nuestra salvación? Consideremos que beneficios se ha dignado hacernos Dios;
démosle gracias, glorifiquémosle, no solo por la fe, sino también por las obras,
para que alcancemos también los bienes venideros por gracia y benignidad de
nuestro Señor Jesucristo, con el cual sea al Padre la gloria, juntamente con el
Espíritu Santo, ahora y por siempre y por los siglos de los siglos. Amen.
San Juan Crisóstomo
Transcripto por Dña. Ana María Galvez