Homilía de maitines
JUEVES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Homilía
de San Gregorio Papa
Homilía 40 sobre los Evangelios
A quien hermanos carísimos, a quien representa este
rico que vestía purpura y brocado y comía cada día espléndidamente, sino al
pueblo judío? Este observó exteriormente una vida ordenada, pero mientras vivía
en las delicias, se sirvió de la ley, no para su utilidad sino para su vanidad.
Y ¿a quién nos muestra ese Lázaro lleno de males, sino al pueblo gentil? Al
convertirse éste a Dios, no se avergonzó de confesar sus pecados, y su mal
salió al exterior, como el humor, que atraído a la piel por una herida, sale de
la carne.
¿Qué es la confesión de los pecados, sino cierta
ruptura de las heridas? Porque la ponzoña del pecado, que oculta en el interior
del alma constituía para ella una
pestilencia, encuentra una salida saludable en la confesión. Las lesiones de la
piel atraen a la superficie los humores viciados. Ahora bien, confesando los
pecados ¿qué otra cosa hacemos, sino dar salida al mal que en nosotros estaba
oculto? “Lázaro, cubierto de males deseaba saciarse de las migas que caían de
la mesa del rico, y nadie se las daba”. Con esto se nos muestra que aquel
pueblo soberbio no quería admitir al conocimiento de la Ley a ninguno de los
Gentiles.
Se sirvió Israel del conocimiento de la ley, no
para ejercer la caridad sino para ensoberbecerse, como un rico a causa de las
riquezas que ha recibido. Y las palabras de doctrina que caían de su boca,
podemos decir que eran como migajas que caían de su mesa. Por otra parte “los
perros lamian las llagas del pobre que yacía a la puerta”: No pocas veces en
las Sagradas Letras, por los perros se designa los predicadores. Y a la verdad,
la lengua de los perros, al lamer cura; y los santos doctores al instruirnos
para la confesión de nuestros pecados, con su lengua curan en algún modo las
heridas de nuestra alma.
Transcripto
por gentileza de Dña. Ana María Galvez