EVANGELIO DEL DOMINGO
XIX DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
En aquel tiempo, volvió Jesús a
hablarles en parábolas, diciendo: «El reino de los cielos se parece a un rey
que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los
convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles
que dijeran a los convidados: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros
y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”. Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a
sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron
y los mataron. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con
aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La
boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los
cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”. Los
criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y
buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a
saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le
dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió
la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo
fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque
muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
Mateo 22, 1-14