COMENTARIO AL EVANGELIO
XIX DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
El alma del justo puede
llamarse cielo, porque no ambiciona nada terrestre, y la Iglesia, reunión de
justos, es entonces el reino de los cielos.
El Rey, o el Padre Eterno, casó
a su Hijo, cuando lo desposó con la naturaleza humana en el seno de María, queriendo
que se hiciese hombre en el tiempo quien era Dios en la eternidad.
Los mensajeros primeros
representaban a los profetas y los segundos a los apóstoles.
“Entregarse con excesivo afán a
los trabajos terrenos y materiales es lo mismo que marcharse a la heredad, y
apetecer y buscar con ansia el lucro que reportan las actividades mundanas,
equivale a marcharse a los negocios, porque en realidad, los que se absorben
por completo en estas ocupaciones materiales descuidan el meditar y vivir
conforme al misterio de la encarnación, y en la práctica es como si rechazaran
la invitación a asistir al banquete de las bodas del Hijo.
Dios aniquilará a los
desagradecidos e incendiara sus bienes como también castigará a las almas de
los desagradecidos y arrojará sus cuerpos al fuego. Todos hemos podido
comprobar el rigor de sus venganzas. ¿En dónde están los perseguidores de los
mártires, ahora que nos reunimos junto a sus sepulcros gloriosos?
Desairado el Rey, no verá, sin
embargo, vacías sus mesas, porque la palabra de Dios, aunque algunos no la
escuchen, encuentra siempre en quien descansar.
Llamó a los pobres. Ordinariamente
vienen a Dios los que no gozan de prosperidad en asuntos terrenos.
Que el banquete simboliza la
Iglesia aparece claramente, viendo que en él comen juntos buenos y malos. No os
inquietéis nunca al experimentar esta mezcla en la Iglesia, porque el único
lugar donde los justos aparecen solos es el cielo. En la trilla el trigo queda
oprimido por la paja; de dos hijos que tuvo Adán, uno fue Caín y de los doce
apóstoles elegidos por el Señor, uno fue Judas.
Tenemos la obligación de
soportar a los malos y rogar por ellos, porque la Iglesia se asemeja al arca de
Noé, que en su parte baja era ancha, para cobijar toda clase de animales,
mientras que en la alta y estrecha solo habitaba el patriarca. Nuestro actual
banquete tiene una parte baja y ancha donde se tolera a los hombres carnales,
ya que los espirituales son más escasos, y donde solo contiene a estos es más
angosta, porque es espaciosa la senda que lleva a la perdición, pero la que conduce
a la vida es estrecha (Mt 7,13).
En la Iglesia católica, cuanto
más perfectos son los hombres, tanto menor es su número; no llega a la cumbre
sino Aquel que es único entre los hombres, que nació santo y al que nadie se
puede comparar.
San Gregorio Magno