Homilía de maitines
14 de septiembre
LA EXALTACIÓN DE
LA SANTA CRUZ
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Homilía
de San León Papa
8 sobre la Pasión del
Señor
Conviene,
amados hermanos, que al contemplar a Jesús levantado en la cruz no os limitéis
a ver en él lo único que veían los impíos, aquellos a quienes se dirige Moisés cuando
dice: “Tu vida estará como suspendida ante tus ojos y tú temerás día y noche, y
no creerás en tu vida.” La presencia de Jesús crucificado no podía suscitar en
ellos más que el pensamiento de su propio crimen; por esto, al verle, temblaron
despavoridos, mas no con aquel temor que justifica a los verdaderos creyentes,
sino con el que atormenta a las conciencias culpables. Que nuestra alma, iluminada por el Espíritu
de verdad, reciba con puro y libre corazón la gloria de la cruz, que irradia
por cielo y tierra, y trate de penetrar interiormente lo que el Señor quiso
significar cuando, hablando de la pasión cercana, dijo: Ahora va a ser juzgado
el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va hacer echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra
atraeré a todos hacia mí.
¡Oh
admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable
gloria de la pasión! En ella podemos
admirar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del Crucificado. Oh,
sí, Señor; atrajiste a ti todas las cosas cuando teniendo extendidas las manos
todo el día hacia un pueblo incrédulo y rebelde, el universo entero comprendió
que debía rendir homenaje a tu Majestad. Atrajiste a ti todas las cosas cuando
todos los elementos se juntaron en una sola voz para condenar la injusticia de
los judíos, cuando habiéndose oscurecido los astros y trocándose en tinieblas la
claridad del día, la tierra fue conmovida por extraordinarias sacudidas y toda
la creación se negó a servir a aquellos impíos. Atrajiste a ti todas las cosas
porque habiéndose rasgado el velo del templo, el Santo de los Santos rechazó
sus indignos pontífices, como indicando que la figura se convertía en realidad,
la profecía en revelaciones manifiestas y la ley en Evangelio.
Atrajiste
a todos hacia ti, Señor, porque la devoción de todas las naciones de la tierra
puede celebrar ahora, con sacramentos eficaces y de significado claro, lo que antes
sólo podía celebrarse en el templo de Jerusalén y únicamente por medio de
símbolos y figuras. Ahora, efectivamente, brilla con mayor esplendor el orden
de los levitas, es mayor la grandeza de los sacerdotes, más santa la unción de
los pontífices, porque tu cruz es ahora fuente de todas las bendiciones y
origen de todas las gracias: por ella, los creyentes encuentran fuerza en la
debilidad, gloria en el oprobio, vida en la misma muerte. Ahora al cesar la multiplicidad de los
sacrificios carnales, la sola ofrenda de tu cuerpo y sangre lleva a realidad
todos los antiguos sacrificios, porque Tú eres el verdadero Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo; de esta forma, en ti encuentran su plenitud
todas las antiguas figuras, y así como un solo sacrificio suple todas las
antiguas víctimas, así un solo reino congrega a todos los hombres.