domingo, 18 de septiembre de 2016

LA GRAN OBRA DE CRISTO. San Juan Eudes



COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO
XVIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano

LA GRAN OBRA DE CRISTO

Las almas por encima de todo
“Es también la salvación de las almas la gran obra de Hombre-Dios, Jesucristo nuestro Señor. Oigámosle hablar: Sicut novit me Pater, et ego agnosco Patrem; et animam mean pono pro ovibus meis (Io, 10,15) Asi como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre; y doy mi vida por mis ovejas; es decir, según la explicación del doctor Angélico, yo, que conozco muy bien las explicaciones de mi Padre, se lo que ama y le es grato. Conozco que nada ama tanto como a las almas; que nada tiene tan metido en su corazón como su salvación. Por eso doy mi vida por ellas, y un poco después, hablando también de sus ovejas, dice: Pater meus quod dedit mihi maius ómnibus est (Io. 10,29). Lo que mi Padre me ha dado es mucho más grande, mucho más excelente, y estimable que todas las demás cosas que hay en el universo; es decir, estimo yo más las almas que mi Padre me ha dado, que son más queridas y preciosas que toda otra cosas, hasta mi propia sangre y mi propia vida, puesto que sangre y vida sacrifico por ellas.
Hasta aquí lo que nuestro Señor sobre la salvación de las almas dice. Veamos lo que por ellas hace. Vedle salir del seno de su Padre y, a nuestro modo de hablar, despojarse de una gloria y de una felicidad infinitas, para revestirse de nuestra mortalidad y de nuestras miserias. Vedle como se anonada en su encarnación: Exinanivit semetipsum (Phil. 2,7). Vedle como se reduce a las bajezas, a las impotencias e indigencias de la infancia. Vedle naciendo en un establo, llorar…Vedle postrado a los pies del diablo: Ex vobis unus diabolus est (Io.6,71), para ablandar la dureza de su corazón… Vedle languidecer, agonizar, morir en un patíbulo. Ved su cuerpo reducido a un sepulcro.
Ved, además de lo dicho, el amor incomprensible con que por las almas sufrió todas estas cosas. Tanto las amo y tanto sigue amándolas, que está presto a sufrir todas estas penas por cada alma en particular.”

Hay que dejarlo todo por ellas
“Todo esto ¿qué es lo que quiere decir? Sabed bien que todas estas cosas, quiero decir, todos los misterios que nuestro Salvador obró en la tierra por la salvación del mundo, su encarnación, su nacimiento, su circuncisión, su presentación en el templo, su huida y su permanencia en Egipto, su infancia, su vida oculta y laboriosa, su vida solitaria y penitente, su trato con los hombres, su pasión, su muerte, todos sus pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos,  todas las ignominias que aguantó, todas las llagas que recibió, todos los dolores que soportó, todas las gotas de sangre que derramó y todo el amor con que todo ello realizó, todo esto son, digo, otras tantas voces que claman: Sic Iesus dilexit animas. Así es como Jesús ha amado a las almas. Así es como las aprecia, más que cualquier otra cosa. De esta manera las estima más que a su descanso, más que a sus propias satisfacciones, más que a su reputación, más que a sus intereses humanos, más que a su sangre, más que a su propia vida. Así es como lo abandona todo, se despoja de todo, lo da todo, hace y sufre todo por salvarlas…
¡Oh, Salvador mío, quien podría decir, quien pudiera pensar cuán grande es el amor que tenéis a las almas! ¡Oh Jesús mío, puesto que tanto las amáis, puede decirse con verdad que no hay en el mundo persona a quien más queráis que a la que coopera con vos en su salvación! Sobre estas personas derramáis a manos llenas y sin reserva toda clase de favores y bendiciones. He aquí la gran obra del Hombre-Dios” (cf. Ibid., c.4  p.342 ss.)
San Juan Eudes