Ilumina mi mente para que conozca mejor al Señor y lo ame con todo el corazón.
Asísteme en mis oraciones para que no ceda a las distracciones y ponga la más grande atención.
Ayúdame con tus consejos, para que vea el bien y lo cumpla con generosidad.
Defiéndeme de las insidias del enemigo infernal, sostenme en las tentaciones para que siempre sea capaz de vencerlas.
Sustituye, elimina mi frialdad en el culto al Señor: no dejes de atender a mi custodia hasta que me lleves al Paraíso, donde alabaremos juntos al Buen Dios por toda la eternidad.
Amen.
El Padre Pío y su Angel Custodio:
Padre Pio de Pietralcina tenía una fe inmensa por su Angel Custodio. Siempre recurría a él y le encargaba de resolver las más difíciles y extrañas misiones.
A sus amigos y a sus hijos espirituales les decía: Cuendo tengan necesidad de mí, envienme a sus ángeles custodios.
Cuando Padre Pío era un jóven sacerdote le escribía a su confesor diciendo:
"Cuando la noche todavía no se cierra a mis ojos, veo bajar el velo y abrirse frente a mí el paraíso. Y alentado por esta visión, duermo con una dulce y santa sonrisa en mis labios y con una perfecta calma sobre mi frente espero que el pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme para rezar juntos."
“Invoca a tu Angel Custodio, que te iluminará y te cuidará. El Señor te lo ha puesto cerca para esto. Por eso, sírvete de El.»