BIEN MÍO
¡Oh,
Señor mío y misericordia mía y bien mío!, y ¿qué mayor lo quiero yo en esta
vida que estar junto a Vos, que no haya división entre Vos y yo? Con esta
compañía, ¿qué se puede hacer difícil? ¿Qué no se puede emprender, teniéndoos
tan unido? ¿Qué hay que agradecerme, Señor? Que culparme, mucho por lo que no
os sirvo. Y así os suplico con san Agustín, con toda determinación, que
"me deis lo que mandareis, y mandadme lo que quisiereis"; no volveré
las espaldas con vuestro favor y ayuda (Mdt C 4, 7).