Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más de
cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia
que le fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una
intensa predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba
a niños y adultos, reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad,
alimentada en la fuente de la Eucaristía, brilló de tal modo, que difundió sus
consejos a lo largo y a lo ancho de toda Europa y con su sabiduría llevó a Dios
a muchísimas almas (1859). Con algunos de sus pensamientos meditamos el rosario
de hoy.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“Cuando
rechazamos la cruz, nos equivocamos; porque hagamos lo que hagamos, la cruz
siempre está presente y no podemos escapar de ella. ¿Qué tenemos que perder? Y,
sin embargo, la mayor parte de los hombres dan la espalda a las cruces y huyen
ante ellas. Cuando más corren, cuanto más la rechazan, la cruz se hace más
presente, y más les golpea y les aplasta con su peso.”
2. La flagelación
de Jesús atado a la columna.
“Los
santos no todos han empezado bien, pero todos han sabido terminar bien. Si
hemos empezado mal, procuremos terminar bien e iremos al cielo junto con ellos.”
3. La
coronación de espinas
“La
gente dice que es demasiado difícil alcanzar la salvación. No hay, sin embargo,
nada más fácil: observar los mandamientos de Dios y de la Iglesia, y evitar los
siete pecados capitales; es decir hacer el bien y evitar el mal; ¡no hay mas
que eso!”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Si
el buen Dios nos envía cruces, nos hartamos, nos quejamos, murmuramos; somos
tan enemigos de todo lo que nos contraría, que nos gustaría estar siempre en
una caja entre algodones... cuando, en realidad, lo que necesitamos es que nos
metan en una caja entre espinas. La cruz es el camino para ir al cielo. Las
enfermedades, las tentaciones, las penas, son manifestaciones de esa cruz que
nos lleva al cielo. Pero todo esto pasará rápido. Mirad los santos que ya están
allí... el Buen Dios no nos pide el martirio del cuerpo, nos pide el martirio
del corazón y de la voluntad. Nuestro Señor es nuestro modelo. Tomemos nuestra
cruz y sigámosle.”
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“Se
quiera o no, hay que sufrir. Hay quienes sufren como el buen ladrón y otros
como el malo. Los dos sufrían paralelamente. Pero uno supo volver sus
sufrimientos meritorios; el otros expiró en la desesperación más horrible. Hay
dos maneras de sufrir: sufrir amando y sufrir sin amar. Los santos sufrían todo
con paciencia, alegría y perseverancia, porque amaban. Nosotros sufriremos con
cólera, pesar y cansancio, porque no amamos; si amásemos a Dios, estaríamos
felices de poder sufrir por el amor de quien ha querido sufrir por nosotros.”