SANA SEÑOR LA HERIDA
El corazón que mucho ama, no admite
consejo ni consuelo, sino del mismo que le llagó; porque de ahí espera que ha
de ser remediada su pena. Cuando Vos queréis, Señor, presto sanáis la herida
que habéis hecho; antes no hay que esperar salud ni gozo, sino el que se saca
de padecer tan bien empleado (E 16).