NO TIENE PRECIO LA COSA
MÁS PEQUEÑA
Todo lo que hacía (Beatriz de la
Encarnación) de labor y de oficios, lo hacía con un fin que no dejaba perder el
mérito, y así decía a las hermanas: No tiene precio la cosa más pequeña que se
hace, si se hace por amor de Dios; no habíamos de mover los ojos, sino fuera
por este fin de agradarle (F 12, 7).