Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace hoy memoria de San Pedro Julián Eymard, presbítero, el cual fue
primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María.
Adorador eximio del Misterio eucarístico, fundó nuevas congregaciones, una de
clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el
Santísimo Sacramento. Murió en la aldea La Mure, cerca de Grenoble, en Francia,
donde había nacido (1868). Con alguna de sus enseñanzas meditamos el rosario de
hoy.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS GLORIOSOS
1.-La
Resurrección del Señor.
“En
el corazón del justo halla Jesús una sepultura gloriosa, pero ignominiosa en el
del pecador. En el primero no pierde su estado sacramental sin dejar algo de su
divinidad, su Espíritu Santo, y por lo mismo un germen de resurrección. En el
segundo, esto es, en el culpable, no sobrevive Jesús, quedan frustrados todos
los fines de la Eucaristía. La Comunión en estas condiciones es una verdadera
profanación; es la muerte violenta e injusta de nuestro Señor, crucificado por
estos nuevos verdugos.”
2.- La Ascensión
del Señor
“Cuando
Jesucristo subió al cielo el día de la ascensión, fue a tomar posesión de su
gloria y a prepararnos en ella un lugar. Con Jesucristo la humanidad redimida
entra en el cielo; sabemos que ya no tenemos cerrada la entrada y esperamos que
llegue el día en que sus puertas se abran ante nosotros. Esa esperanza nos
sostiene y anima. Bien mirado, esto debía bastarnos para llevar una vida
cristiana y sufrir, para no perderla, todas las tristezas de la vida. Sin
embargo, para conservar en nosotros y hacer más eficaz esta esperanza del
cielo, para que pudiésemos esperar pacientemente el cielo de la gloria y para
conducirnos a él, crió Jesucristo el hermoso cielo de la Eucaristía. Porque la
Eucaristía es un hermoso cielo..., el comienzo de la gloria.”
3.- La Venida
del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen María
“El
Espíritu Santo nos hace adorar en espíritu y en verdad. Ora en nosotros y
nosotros oramos a una con Él; es, por encima de todo, el maestro de la
adoración. Él dio a los apóstoles la fuerza y el espíritu de la oración
Spiritum gratiae et precum –derramaré un espíritu de gracia y de súplica (Zac
12, 10). Unámonos, pues, con Él. Desde Pentecostés se cierne sobre la Iglesia y
habita en cada uno de nosotros para enseñarnos a orar, para formarnos según el
dechado que es Jesucristo y hacernos en todo semejantes a Él, con objeto de que
así podamos estar un día unidos con Él sin velos en la gloria.”
4.- La
Asunción de María Santísima a los Cielos
“No
reina Jesús en un alma sino por la pureza del amor.”
5.- La
Coronación De La Virgen Como Reina Y Señora De Todo Lo Creado.
“Un
buen servidor, como sepa lo que su señor prefiere, se anticipa a sus deseos y
halaga su amor honrando lo que estima. Así también un buen adorador, como sabe
que Jesucristo su señor ama con predilección la humildad y la mansedumbre de
corazón, puesto que dice: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”;
como sabe que ama con predilección las virtudes religiosas de pobreza, castidad
y obediencia, abraza con ardor el estudio y la práctica de las virtudes
cristianas, con ellas conforma su vida, hace de ellas como manto de honor, y
así sirve a Jesús con las mismas virtudes que distinguen y coronan al divino
Salvador, que es como si sirviera por Jesús mismo. Para pago de estos
sacrificios no pide otra cosa que ser agradable a su Señor.”